Hace varios años sucede con naturalidad en Copenhague y Amsterdam, y ahora es cada vez más común en Argentina: miles de bicicletas se desplazan a diario por las ciudades entre autos, colectivos y taxis.
Este medio de transporte urbano ha sido redescubierto recientemente en el país. La bicicleta suma las ventajas de ser saludable, económica, rápida y ecológica, ya que no ocasiona gases de efecto invernadero ni contribuye a la contaminación sonora.
El transporte en el país representa la tercera fuente de emisión de gases CO2, directamente responsables del cambio climático, y aproximadamente el 30% de estas emisiones se originan en áreas urbanas debido al transporte público y privado.
El uso de la bicicleta es alentado por el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires desde el 2010, principalmente gracias a la construcción de 94 kilómetros de ciclovías y al sistema gratuito de alquiler de bicicletas. Actualmente, hay más de 50 mil ciclistas registrados que pueden acceder a 700 bicicletas amarillas estacionadas en 21 puntos estratégicos de la ciudad.
“Andar en bicicleta es placentero, sobre todo en los días soleados. Para llegar a la oficina, combino tren y bicicleta. Hago un modesto aporte al medio ambiente y a la salud mental de los sufridos porteños”, cuenta Cecilia, quien trabaja en Leandro Alem y Corrientes, en el centro de la capital argentina.
Las ciudades de Rosario y Córdoba siguen la tendencia, con apoyo del Banco Mundial, a través de una donación del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (FMAM). Rosario ostenta la mayor cantidad de kilómetros de bicisendas per cápita del país (43 km/1.100.000 habitantes) y se calcula que el 8% de los traslados se hacen en este medio de transporte.