Si en política las palabras se las lleva el viento, en economía, Latinoamérica está demostrando todo lo contrario. Gracias a que los Gobiernos mantuvieron su palabra de aplicar políticas económicas sensatas, las clases medias crecieron en 50 millones y el número de pobres se redujo en unos 70 millones en las últimas décadas, según un estudio del Banco Mundial.
Hay, aparentemente, razones para celebrar. Pero los últimos meses parecen contradecir la afirmación anterior, tanto en las calles como en las redes sociales.
Protestas callejeras masivas han reverberado a lo largo y ancho de la región, incluyendo a gigantes económicos como Brasil, hasta economías de gran crecimiento como Perú y Chile.
El descontento se puede resumir en dos palabras: mejores servicios.
“Es necesario romper el círculo vicioso de bajos impuestos y malos servicios que afectan a todos” afirmó Jim Yong Kim, presidente del Grupo Banco Mundial. “Las clases medias están acostumbradas a pagar pocos impuestos y esperar poco de sus gobiernos” agregó durante el foro sobre la clase media y la brecha de los servicios públicos en América Latina organizado por el Banco Mundial y EL PAÍS.
Un poco de contexto, para que se entienda mejor. Para un europeo de clase media ir al médico y recibir un buen servicio sin pagar un solo céntimo es algo común y generalmente bien arraigado a sólidas tradiciones democráticas. Un norteamericano de clase media, por su parte, suele tener la certeza de que sus hijos recibirán una educación pública de calidad y de que, si sacan buenas notas en el instituto, podrán optar a unas becas que les catapultarán a las mejores universidades del mundo.
En el caso de Latinoamérica –salvando las distancias entre países-, ni lo uno ni lo otro parece estar al alcance del ciudadano medio, aquél que ingresa entre 10 y 50 dólares al día y que, aparte de no estar acostumbrado a recibir servicios públicos de calidad, tampoco puede, por ejemplo, costear una universidad privada de referencia para sus hijos.
Sin embargo, durante el evento, Marta Lagos, directora ejecutiva de Latinobarómetro, señaló que en América Latina la población se empoderó con cuatro dólares al día y no con 10, y que un 60% de la gente está dispuesta a salir a la calle. “América Latina está acostumbrada a las crisis y se teme que la prosperidad futura la tengan unos pocos" alertó.
En esto coincidió Fernando Lorenzo, Ministro de Economía de Uruguay, quien planteó “La concentración y la desigualdad destruyen el protagonismo de los ciudadanos y mina el poder de las clases medias de transformar.”