ARTÍCULO

Aprovechar la experiencia de Asia en la administración del riesgo de desastres en tiempos de perturbaciones

Octubre 11, 2013


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Simone D. McCourtie / Banco Mundial

TITULARES
  • A través de siglos de exposición a desastres naturales, Asia ha ido creando un gran caudal de experiencia en la respuesta, la recuperación y la capacidad de adaptación a estos fenómenos.
  • El Grupo del Banco Mundial anunció la creación en Tokio de un nuevo Centro de Administración del Riesgo de Desastres del Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR) para ayudar a intercambiar conocimientos entre los países en desarrollo.

“Dile a las futuras generaciones que un tsunami llegó una vez a este lugar y que sobrevivieron los que corrieron cuesta arriba. De modo que ¡corre! ¡Corre hacia arriba!”, dice una lápida en la costa de Kamaishi en Japón.

Monumentos como este nos recuerdan la necesidad de estar preparados para los desastres naturales, que han puesto en riesgo a las personas y la infraestructura durante siglos, sobre todo en algunas partes de Asia. Esta región es una de las más afectadas por catástrofes en el mundo. Sufrió el 61% de las pérdidas a nivel mundial en los últimos 20 años; más de 1.600 millones de personas han sufrido los efectos de los desastres ocurridos allí desde el año 2000.

Con cada catástrofe natural, la región ha desarrollado mayores conocimientos en materia de respuesta, recuperación y capacidad de adaptación. Para compartir estos conocimientos con todo el mundo, el Grupo del Banco Mundial anunció la creación en Tokio de un Centro de Administración del Riesgo de Desastres del Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR, por sus siglas inglés). Este, que será puesto en marcha en 2014 y funcionará en las oficinas del Banco Mundial, forma parte de un programa de US$100 millones financiado por el Gobierno de Japón para incorporar la administración del riesgo de desastres en las políticas y programas de desarrollo.

“La capacidad de adaptación a los desastres y al cambio climático es cada vez más importante para el Grupo del Banco Mundial. El aumento del respaldo del Gobierno de Japón fortalecerá aún más nuestro compromiso y esfuerzo de larga data para integrar las consideraciones del riesgo en todos los aspectos de nuestro trabajo y ayudar a los países a reducir sus vulnerabilidades a los peligros naturales y la variabilidad climática”, dijo Rachel Kyte, vicepresidenta de Desarrollo Sostenible del Grupo del Banco Mundial.

El nuevo programa es el resultado de un compromiso asumido en el Diálogo de Sendai, una reunión de líderes mundiales realizada en octubre de 2012 cerca del epicentro del gran terremoto de Japón oriental. Se financiarán actividades relativas a los cuatro pilares del marco de gestión de riesgos de desastre del Banco Mundial señalados en el Informe Sendai (i).

“Este programa nos permite avanzar en la aplicación de los compromisos asumidos en Sendai”, señaló Francis Ghesquiere, jefe del GFDRR. “Mediante este programa conjunto, el Gobierno de Japón, el Banco Mundial, y el GFDRR aumentarán el apoyo a los países vulnerables”.

 


" La capacidad de adaptación a los desastres y al cambio climático es cada vez más importante para el Grupo del Banco Mundial. El aumento del respaldo del Gobierno de Japón fortalecerá aún más nuestro compromiso y esfuerzo de larga data para integrar las consideraciones del riesgo en todos los aspectos de nuestro trabajo y ayudar a los países a reducir sus vulnerabilidades a los peligros naturales y la variabilidad climática "
Rachel Kyte, World Bank Vice President for Sustainable Development

Rachel Kyte

Vicepresidenta de Desarrollo Sostenible del Grupo del Banco Mundial

Conocimientos adaptados a las necesidades locales

A través del Centro de Administración del Riesgo de Desastres en Tokio y el Grupo de Prácticas sobre este tema del Banco Mundial, el programa apoyará a los países proclives a sufrir catástrofes naturales; evaluará los riesgos; invertirá en infraestructura inteligente; desarrollará códigos de construcción y planes de uso del suelo que tengan en cuenta los riesgos actuales y futuros; controlará los peligros y creará sistemas de alerta temprana; fortalecerá la capacidad de adaptación en materia financiera, y hará participar a las comunidades en actividades de  prevención y preparación.

Además, aprovechará la riqueza de conocimientos y experiencia que los países de la región han acumulado a lo largo de los años.

Proyectos como la iniciativa para la evaluación y el financiamiento de riesgos de catástrofe en el Pacífico (PCRAFI, por sus siglas en inglés) (i) respaldan a los Gobiernos soberanos en sus esfuerzos para aumentar la resiliencia financiera y entender mejor los riesgos mediante la evaluación y el financiamiento de los mismos. Como parte de la iniciativa, el Piloto de Seguro contra Riesgos de Catástrofe en el Pacífico pondrá a prueba si un acuerdo de transferencia del riesgo siguiendo el modelo de un plan de seguro puede ayudar a las naciones insulares del Pacífico a enfrentar los efectos financieros inmediatos de los desastres naturales.

En Indonesia, la plataforma de datos de código abierto y herramienta analítica InaSAFE (i) (Evaluación del escenario de emergencias en Indonesia) (i) asiste a los gestores del riesgo de desastres en el proceso de planificación de contingencias, centrándose en las infraestructuras críticas y las poblaciones vulnerables. InaSAFE está disponible gratuitamente en línea, y se puede adaptar fácilmente a diferentes contextos. En la actualidad, se está desarrollando una versión local en Filipinas.

En Japón, los famosos trenes bala shinkansen tienen un sistema de alerta temprana de terremotos que puede detener el suministro de electricidad y parar el tren antes de que ocurra el sismo para evitar descarrilamientos. La misma tecnología podría ser de utilidad para otros países con alto riesgo sísmico a fin de reducir la vulnerabilidad de los servicios e instalaciones clave, como las tuberías de gas y agua.

Además de tecnologías sofisticadas, hay muchas soluciones simples que el programa puede ayudar a canalizar a los países vulnerables. En Indonesia, por ejemplo, la información de alerta temprana se difunde a través de altavoces en las mezquitas, aprovechando al máximo la infraestructura existente.

 

Inversiones en capacidad de adaptación para crear prosperidad

La administración de los riesgos consiste en proteger tanto el presupuesto nacional como las personas para que puedan prosperar, sobre todo aquellas que corren el peligro de caer en la pobreza.

Ese vínculo entre capacidad de adaptación y reducción de la pobreza es el objetivo de la quinta ronda del Diálogo sobre la capacidad de adaptación: “Reducción de la pobreza en tiempos de perturbaciones”, (i) que forma parte de las Reuniones Anuales 2013 del Grupo del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). En el evento se identificarán las estrategias para ayudar a los millones de personas que con un terremoto o un huracán pueden volver a caer en la pobreza.

Compartir el conocimiento es fundamental para la labor del Grupo del Banco Mundial y el GFDRR, una asociación de 39 países y siete organizaciones internacionales comprometida a ayudar a los países en desarrollo a reducir su vulnerabilidad a los peligros naturales y adaptarse al cambio climático. Con la creación del GFDRR en 2006, el Banco Mundial aumentó su capacidad para integrar la administración del riesgo de desastres en las estrategias de desarrollo, llevar a cabo evaluaciones oportunas de las necesidades después de los desastres, desarrollar mecanismos innovadores de financiamiento e investigación, y fortalecer la capacidad de los países.

Hoy en día, la adaptación a los desastres es cada vez más importante en los programas de desarrollo del Banco Mundial, y más de dos tercios de las estrategias de alianza con los países incluyen consideraciones relativas al riesgo de desastres. Entre 2006 y 2011, el Banco financió 113 operaciones de prevención y preparación para desastres (US$7.900 millones) y 68 operaciones de reconstrucción posterior a catástrofes (US$3.800 millones), por un total superior al 5,3% de la cartera de la institución.

 


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