Un “record histórico”. Así describieron los expertos meteorólogos la ola de calor que azotó con especial intensidad Buenos Aires, sus alrededores y la ciudad de Rosario, durante los últimos días del 2013. Con termómetros que marcaron más de 40 grados, la región sufrió un clima más parecido al de los países tropicales que al verano austral al que sus habitantes estaban acostumbrados.
Además está la lluvia, que también se ha intensificado. En abril del año pasado, más de 400 milímetros acumulados de lluvia en cuatro horas provocaron inundaciones y riadas que dejaron 67 muertos en La Plata, al sur de la capital argentina. Y en diciembre vientos “huracanados” embistieron varias localidades en el suroeste de la provincia de Buenos Aires, dejando dos muertos y graves daños.
¿Pero tiene esto algo que ver con el cambio climático?
Entre 1960 y el año 2000, la precipitación media anual de la región metropolitana de Buenos Aires aumentó un 30%. “Más de una lluvia mayor a 100 milímetros en dos años se considera extremo para la zona”, asegura Vicente Barros, investigador de la Universidad de Buenos Airesy del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y representante argentino en el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC).
Según el experto, la repetición de estos eventos es el indicador de una transformación en el clima. Otros advierten de que es muy difícil relacionar una catástrofe específica con el cambio climático.
“Sí se sabe que el aumento de la temperatura produce un aumento en la temperatura del agua y eso genera más energía. Entonces, lo que sí puede provocar el cambio climático es un aumento de la frecuencia y virulencia de estos fenómenos naturales", explica el especialista en manejo de riesgo de desastres del Banco Mundial Niels B. Holm-Nielsen, quien coincide con Barros.