ARTÍCULO

Desarrollo económico: Eurasia necesita diversificar su base de activos con inversiones en educación, instituciones e infraestructura

Febrero 03, 2014



TITULARES
  • Los recursos naturales han sido una bendición para Eurasia: la pobreza se ha reducido a la mitad y la calidad de vida de millones de personas ha mejorado.
  • Sin embargo, los países de la región están preocupados por su excesiva dependencia de dichos recursos y la necesidad de diversificar las exportaciones.
  • Un nuevo informe del Banco Mundial recomienda centrarse menos en la diversificación de las exportaciones y más en la inversión en activos nacionales, en particular capital generado e instituciones económicas.

Eurasia es una de las regiones más ricas en recursos naturales en el mundo. Tiene 31% de reservas de gas natural comprobadas, 17% de petróleo, 23% de mineral de hierro, 14% de oro y 7% de cobre. Dotada de una cantidad tan grande, la región ha podido beneficiarse enormemente de la exportación de recursos naturales, sobre todo durante los periodos de precios elevados de los productos básicos.

Rusia tiene la mayor proporción de petróleo, gas, reservas minerales y tierras agrícolas de la región, y es el mayor exportador de hidrocarburos. Azerbaiyán, Kazajstán, Turkmenistán, Ucrania y Uzbekistán también son ricos en recursos y exportadores de hidrocarburos, en tanto que Armenia, Belarús, Georgia, República Kirguisa, República de Moldova y Tayikistán cuentan con menos recursos.

Los países de Eurasia habían logrado avances notables desde el desplome de la Unión Soviética hace un cuarto de siglo. La transición del comunismo a la economía de mercado durante la década de 1990 fue una época muy difícil, en la que prácticamente desapareció gran parte del capital institucional de las ex repúblicas de la Unión Soviética. Además, su activo más importante – los recursos naturales – todavía no había generado grandes ingresos por exportaciones, porque el aumento de suministros en los mercados mundiales inicialmente redujo los precios. Sin embargo, esto cambiaría pronto.

En el inicio del nuevo milenio, los precios de los productos básicos aumentaron considerablemente en los mercados mundiales, en particular los combustibles, los alimentos, los metales y las materias primas agrícolas. En 1989, el precio del petróleo estaba por debajo de US$30 por barril, reduciéndose aún más en 1999 a US$15, pero a mediados de 2008, este alcanzó US$130, disminuyendo temporalmente durante la crisis financiera, y aumentando luego de nuevo por encima de US$100.

A lo largo de la década de 2000, el alza de los precios de los productos básicos, especialmente del petróleo, aportó considerables ingresos a Eurasia y por consiguiente notables mejoras en los niveles de vida de la mayoría de los ciudadanos de la región, en particular los 250 millones de personas que viven en los seis países ricos en recursos. Aumentaron los ingresos per cápita, se restauraron los servicios sociales y se pagaron las pensiones, hubo mayores logros en la educación, aumentó la esperanza de vida y bajó significativamente la pobreza.

Los recursos naturales han sido, sin duda, muy buenos para Eurasia, pero debe garantizar ahora que su “bendición” no se convierta en una “maldición”, como ha ocurrido a veces en África y América Latina. A pesar del reciente progreso económico, la región continúa enfrentando desafíos en materia de desarrollo y existe una creciente inquietud sobre su futuro a largo plazo. A muchos líderes regionales les preocupa que una excesiva dependencia de los recursos naturales haya creado una vulnerabilidad a futuras fluctuaciones del mercado y el riesgo de inestabilidad. Esto es especialmente cierto para Azerbaiyán, Kazajstán, Rusia, Turkmenistán, Ucrania y Uzbekistán, los mayores exportadores de hidrocarburos.

En consecuencia, los encargados de formular políticas alaban cada vez más la diversificación económica como la solución para reducir la dependencia de los recursos naturales de Eurasia, y salvaguardar las perspectivas de desarrollo a largo plazo. El discurso, sin embargo, se ha centrado a menudo en gran medida en la diversificación de las exportaciones y la producción, en lugar de hacer más diversa su base de activos con inversiones en educación, instituciones e infraestructura.

Para evitar que sus recursos naturales se conviertan en una maldición, las economías de Eurasia deben aumentar la productividad, participación y estabilidad. No es probable que la diversificación forzada de la producción y el comercio puedan lograr eso. Niveles más altos de educación, una mejor infraestructura e instituciones eficientes que garanticen el acceso de todos los ciudadanos a mercados competitivos son requisitos previos para lograr economías más productivas.

Por consiguiente, los Gobiernos de la región deberían preocuparse menos por la composición de sus exportaciones y más por sus carteras de activos nacionales. Las carteras de activos equilibradas son un factor común entre los países ricos en recursos que han logrado un desarrollo exitoso.

En este sentido, los países de Eurasia pueden aprender mucho de naciones como Australia, Canadá, Chile y Noruega, que tienen una amplia experiencia en la gestión de sus abundantes recursos naturales. Estos países deben gran parte de su exitoso desarrollo económico a la inversión en una amplia variedad de activos, incluidos los “intangibles”, como instituciones, educación y empresas  comerciales.

La mayor parte de las economías ricas en recursos, ya sean avanzadas o emergentes, depende todavía de su riqueza de recursos naturales como un sector económico importante por derecho propio, sobre todo para la generación de ingresos por exportaciones e ingresos públicos. Una estrategia a largo plazo para la diversificación deberá incluir el uso de estos ingresos para la inversión en mejoras de la educación y la infraestructura, así como en regulaciones más apropiadas de las empresas privadas. Si se aplica bien, este enfoque puede mejorar el desempeño económico mediante la estabilización de la economía, el impulso del empleo y el aumento de la productividad.

La integración en los mercados mundiales también ha sido un factor clave de éxito para los países desarrollados. Tanto Asia oriental como Europa central se han incorporado bien en los mercados internacionales a través del aprovechamiento de sus respectivas ventajas comparativas: exportación de productos con uso intensivo de mano de obra en el primer caso, y exportación de productos con uso intensivo de capital en el segundo. Eurasia ya se ha integrado en cierta medida en los mercados mundiales con la exportación de sus recursos naturales, pero la región puede hacer mucho más mediante la expansión del comercio con Asia oriental y la mejora de los flujos comerciales con Europa occidental.

Los países de Eurasia tienen la oportunidad de garantizar que la diversificación sea el resultado – no la causa – del desarrollo de la región. Mediante la diversificación de sus carteras de activos, lo antes posible, pueden lograr un mayor equilibrio entre recursos naturales, capital generado e instituciones económicas, y ayudar a asegurar que los recursos naturales - su ventaja competitiva - sigan siendo un activo importante para las generaciones futuras.




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