La época en que el origen social, raza, género o país de nacimiento definían las oportunidades disponibles de cada individuo está llegando a su fin en América Latina. Esta fue la audaz afirmación del Presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim, durante su discurso en la Organización de Estados Americanos.
En una conversación con el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, el Presidente Kim expuso los principales obstáculos al avance de las conquistas sociales de la región en años venideros, además de reiterar el apoyo del Banco para su superación.
Tradicionalmente asolada por la desigualdad, América Latina y el Caribe ha avanzado enormemente en los últimos diez años en términos de rectificar las desigualdades de clase. Hoy en día, más de un tercio de la población latinoamericana pertenece a la clase media; mientras, la pobreza extrema en la región cayó a la mitad a partir de 2003.
Sin embargo, enfrentados a una desaceleración en el crecimiento, este no es el momento de dormirse en los laureles.
“Si bien América Latina y el Caribe ha avanzado mucho en los últimos años, podríamos perder el impulso a menos que mantengamos — y profundicemos — nuestro enfoque en el crecimiento económico incluyente”, dijo Kim.
Más de 70 millones de personas dejaron la pobreza atrás en la última década, en tanto la pobreza extrema en la región disminuyó a la mitad, hasta 12,3%. Al mismo tiempo, alrededor de 50 millones de personas se unieron a las filas de la clase media, aumentando el total a 32% de la población.
Dicho esto, la región aún está lejos de poder ser considerada de clase media, a la vez que los avances en equidad social ya dan signos de estancamiento. Para atenuar este deterioro, el Presidente Kim recalcó que el foco de atención ahora debe estar centrado una serie de reformas clave para impulsar la productividad y la competitividad, que incluyan la calidad de la educación, más innovación y la modernización de las infraestructuras.