ARTÍCULO

La miel como pasión y como profesión

Agosto 05, 2014

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Isaías Pacheco, apicultor hondureño

Angels Masó / Banco Mundial

Isaías Pacheco, apicultor hondureño, descubrió el mundo de las abejas en un taller casi de casualidad. Hoy vive de ellas. Su modelo de negocio es apoyado por el Banco Mundial

Cuando uno se encuentra con Isaías, le sorprende el entusiasmo con el que habla de su negocio. No es de los que cuentan las horas que pasa trabajando. Pertenece a otro rubro. Es de quienes desconocen dónde termina el oficio y dónde comienza la vocación. Es apicultor, “un mundo lindo”, según sus palabras, que lo tiene fascinado.

“A uno se le van todas las penas cuando trabaja con las abejas”, explica. ¿Cómo así? Le preguntamos. “Es que es un mundo increíblemente organizado. Entre ellas, cada una tiene su rol y ninguna hace lo que no debe. Si el mundo funcionara así, estaríamos todos mejor”, señala con una ancha sonrisa, que parece permanente. Al menos, mientras habla de cualquier tema que tenga que ver con las abejas, un mundo que descubrió casi por casualidad.

“Nosotros comenzamos a través de una ONG que nos llevó a unas charlas muy buenas en el Zamorano”, la universidad agrícola internacional de Honduras, que goza de gran reconocimiento, en la región y en todo el país. Después de ese taller, que incluía sesiones teóricas y prácticas, Isaías se lanzó de cabeza al negocio.

“Comenzamos como productores individuales. Luego, otro compañero y yo nos organizamos para comercializar la miel y comprar colmenas”, revela, tras recordar cómo hicieron las ventas iniciales. “Los dos primeros años vendíamos a granel, porque no teníamos ni marca, ni donde embotellar la miel”.

Las “pulperías”, como denominan en Honduras a las pequeñas tiendas que venden de todo, fueron sus primeros clientes. “Algunos nos cancelaban al contado, en otros lo dejamos a crédito. A muchos tuvimos que convencerles de que nuestra miel era rica”.

Hoy, su producto se sigue encontrando en muchas pulperías, pero ha logrado entrar, además, en supermercados no sólo de Corquín, el municipio del departamento de Copán de donde es originario, sino también de Santa Rosa, la capital departamental.

Además de la pasión con la que se entrega a su trabajo, y que -de seguro- influye en la calidad de la miel, su producto tiene otra virtud: “se produce todo de forma natural. No utilizamos ningún químico”, explica orgulloso.

Trabaja con abejas africanizadas, una especie que llegó a Honduras en 1985 como consecuencia de una fuga en un apiario de Brasil, donde habían sido importadas para mejorar la calidad de las abejas europeas. Su reconocida agresividad no es un problema para Isaías, que prefiere valorar su capacidad para producir. “Son abejas que trabajan de 6 a 6”.

Según datos del programa Pymerural de 2010, existen en el país 2,148 apicultores en 14 departamentos. La mayoría de ellos son pequeños y medianos productores (un 51,6%), que tienen entre 1 y 10 colmenas, el 26,7% tienen entre 11 y 25 colmenas (medianos) y el 22,5% tienen más de 25 colmenas (grandes). A diferencia de Guatemala y El Salvador, en Honduras todavía se exporta poca miel. Concretamente, el año 2010 se exportaron sólo 0,4 toneladas, en comparación con las 169,6 que se importaron, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) mencionados por Pymerural.

El desafío no es exclusivo de los apicultores en Honduras, país que experimentó una recuperación moderada después de la crisis económica de 2008-2009, pero sigue enfrentando retos importantes.  Entre ellos, la vulnerabilidad de sectores como el agrícola, que ha perdido cerca de un tercio de su poder adquisitivo en las últimas dos décadas, en gran parte debido a una disminución en los cultivos de exportación, en especial bananos y café. 


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" A uno se le van todas las penas cuando trabaja con las abejas "

Isaías Pacheco

apicultor


Ampliar mercados, el objetivo futuro

Como en el campo, los apicultores funcionan por temporadas. “De diciembre a mayo es la época óptima”, señala Isaías, quien especifica que el mejor mes es abril ya que es el de la floración. Por el contrario, la época de lluvias, que abarca de mayo a noviembre, es un período complicado. “La lluvia se lleva el néctar y las abejas no tienen alimento”, revela. “Así que toca alimentarlas de forma artificial a través de agua con azúcar”, agrega. 

El éxito de Isaías es, en gran parte, éxito de Apicor, la asociación de apicultores de Corquín, de la que forma parte y que le ha permitido llegar a otros mercados y vender a mejor precio. Pero también del Proyecto de Competitividad Rural del Gobierno de Honduras (Comrural), que busca agrupar a los pequeños productores rurales en asociaciones como Apicor para que mejoren su productividad.

El proyecto, que recibe el apoyo del Banco Mundial, tiene como objetivo fomentar el desarrollo de los pequeños productores rurales facilitándoles dos aliados estratégicos. Por un lado, un aliado técnico, que es el que les apoya en los aspectos de producción, y por otro, uno o varios aliados comerciales, empresas que se comprometen a comprar el producto.

En el caso de Apicor su aliado técnico es la Organización para el Desarrollo de Corquín (ODECO). Linda José Mejía, una de sus técnicas, explica que el objetivo con los miembros de Apicor no es mejorar la calidad del producto. “Su miel ya es de muy buena calidad. Ellos saben perfectamente cómo producirla”.

El reto es otro. Potenciar la comercialización. “Ahora mismo los apicultores están vendiendo en Corquín y Santa Rosa. La idea es que su miel pueda llegar a San Pedro Sula (la segunda ciudad en importancia del país), explica Linda José, quien menciona otro objetivo importante.

“Hasta el momento la mayoría de los apicultores producen únicamente miel. El objetivo es que puedan elaborar otros productos, como propóleos”, explica. Una meta que comparte Isaías. “Estamos involucrando a la familia para que podamos producir jabones y miel gourmet”, un tipo de miel cristalizada.

La razón es obvia. Su miel, comercializada hoy con la marca Apicor, le brinda gran parte de los ingresos con los que viven en casa. La otra parte procede de las plantas de café. Un complemento perfecto en el Occidente de Honduras. “A pesar de que sus flores solo duran dos días, el café es muy buen melífero”. Con esta combinación, Isaías parece confiado en el futuro. Y vuelve a sonreír. 


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