En Rwanda, uno de los países más densamente poblados de las naciones menos desarrolladas de África, el 45 % de la población vive en la pobreza (i) y las comunidades enfrentan una aguda escasez de electricidad. Aquí, cada vatio cuenta.
En 2009, solo un 6 % (i) de la población de Rwanda tenía acceso a la electricidad. La mayoría de los hogares no contaba con luz eléctrica o usaba lámparas de queroseno o con baterías para tener iluminación.
En un esfuerzo por aumentar el acceso a la electricidad y ahorrar energía, el Gobierno de Rwanda puso en marcha la Estrategia para la reducción de la pobreza y el desarrollo económico, cuyo objetivo es expandir las conexiones eléctricas al 70 % (i) de la población para 2018. Al mismo tiempo, el Gobierno se dio cuenta de que podía abordar la escasez energética y los apagones aumentando la eficiencia del consumo de energía.
En 2012, un 18 % (i) de las viviendas del país estaba conectado a la red. Las personas están cambiando su comportamiento al desperdiciar menos energía, pagar menos por kilovatio-hora y ahorrar energía a nivel nacional, disponiendo ahora de más energía para las zonas rurales pobres. Más de 200 000 hogares, lo que representa casi 1,5 millones de personas, han recibido las bombillas LFC a través de un proyecto respaldado por el Grupo Banco Mundial que les ha permitido obtener por primera vez créditos de carbono.
¿Cómo lo hizo Rwanda?
Uso de LFC para aumentar la eficiencia energética
En el marco del Proyecto de Distribución de Lámparas Fluorescentes Compactas Electrogaz de Rwanda, Rwanda Energy Group –la empresa nacional de servicios públicos de electricidad, antes llamada Electrogaz– repartió en todo el país 800 000 lámparas fluorescentes compactas (LFC) de alta calidad, comúnmente conocidas como “ahorradoras de energía”, que son hasta un 75 % más eficientes que las bombillas incandescentes. La empresa compró las LFC al precio al por mayor, siendo financiada la mitad del costo a través del Proyecto de Mejoramiento del Acceso a la Electricidad del Grupo Banco Mundial y la otra mitad mediante un pago anticipado de créditos de carbono futuros adquiridos por el Fondo del Carbono para el Desarrollo Comunitario (CDCF, por sus siglas en inglés) del Banco Mundial.
La iluminación de alta eficiencia puede reducir el consumo de electricidad, lo que la convierte en una herramienta fundamental para compensar los aumentos de precios que conlleva la extensión de las conexiones a la red eléctrica. La distribución de LFC bajó los costos para los consumidores y permitió que más clientes pobres pudieran tener acceso a la electricidad. También dio lugar a una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, haciendo que el proyecto fuera elegible para créditos de carbono en el marco del Mecanismo para un Desarrollo Limpio (MDL) de las Naciones Unidas.
“Nuestra asociación con el Banco Mundial ha contribuido a un ahorro para nuestros usuarios finales de 64 GWh al año, equivalentes a aproximadamente US$14,5 millones, así como a una reducción en la demanda de energía de unos 30 megavatios (MW)”, dijo Jean Bosco Muginareza, director ejecutivo de Rwanda Energy Group. “La extensión de la red eléctrica a las zonas rurales ha reducido el uso de lámparas de biomasa y queroseno usadas para iluminación, disminuyendo la contaminación por humo. También ha contribuido a la creación de empleos en carpintería, soldadura, costura, y el uso de molinos impulsados por energía eléctrica para transformar la yuca seca y los cereales en harina. Algunas aldeas se están transformando en pequeños centros comerciales que están abiertos hasta altas horas de la noche”.