ARTÍCULO

El talón de Aquiles de la agricultura en Paraguay

Diciembre 05, 2014


A pesar de los avances en materia económica, fenómenos climáticos como sequías e inundaciones, la volatilidad de precios y los brotes de aftosa colocan al país entre los más volátiles de Latinoamérica.

Se palpitan alrededor de 40°C y el cielo de color gris intenso contrasta con la tierra roja. Es casi verano en Paraguay y se hace notar en las elevadas temperaturas y en las intensas lluvias que se esperan para lo que resta de este año y el que viene.

Juana mira al cielo y no tiembla. Sus locotes rojos y verdes – tiene más de 1000 plantas  - están bien protegidos con una media sombra y cobertura de paja que retiene la humedad. “Vamos a seguir produciendo”, asegura.

Tanto Juana como sus vecinos viven del cultivo de la tierra y a diferencia de generaciones anteriores, han realizado diferentes modificaciones en sus parcelas – donde producen mburukuyá (fruta de la pasión), mangos y hortalizas -  para que las inclemencias del tiempo no afecten su principal sustento económico y la base de su dieta familiar.

Pero lo cierto es que a pesar de los grandes pasos que han dado, todo el sector agrícola de Paraguay – tanto grandes como pequeños productores - continúa siendo vulnerable a factores exógenos como sequías e inundaciones y a las fluctuaciones en los precios internacionales de los productos básicos.

El gran impacto de estos eventos exógenos en el Paraguay se debe al importante peso de la agricultura en el PIB del país: aporta el 30,4% y representa el 40% de las exportaciones. Por otro lado, 2 de cada 5 personas en el mercado laboral de Paraguay trabajan en el sector agrícola.

Dicha situación ha puesto a Paraguay entre los primeros países con mayor volatilidad en Latinoamérica.

“Las principales fuentes de volatilidad en el sector agrícola se pueden clasificar en shocks a la producción y shocks a los mercados”, dice Fernando Blanco, economista principal del Banco Mundial.

“Los shocks a la producción incluyen variaciones climáticas extremas (como  por ejemplo el exceso de lluvia, sequías, granizo); y brotes de enfermedades vegetales y animales (por ejemplo, fiebre aftosa). Los shocks a mercados incluyen las variaciones de precios de las materias primas, la caída abrupta de acceso a mercados, y las fluctuaciones de precios de insumos importados, como fertilizantes y pesticidas”, añade.

Y los niveles altos de volatilidad del sector agropecuario tienen resultados negativos en términos de lograr un crecimiento económico sostenible, repercutiendo en otros sectores conexos como el transporte y servicios.

Según el informe Análisis de Riesgo del Sector Agropecuario en Paraguay, tan solo en 2011, las pérdidas en soja debido a fenómenos climáticos y volatilidad de precios le costaron al sector 920 millones de dólares y se registraron pérdidas por 300 millones de dólares en ganadería. Ese mismo año, los pequeños productores perdieron entre un cuarto y casi la mitad de su producción. De acuerdo a estimaciones, en lo que va del 2014, las inundaciones han provocado pérdidas similares.

“Si se invirtiera una fracción de estas cifras en manejo de riesgos, se podrían evitar las consecuencias”, explica Diego Arias, especialista en riesgos agropecuarios del Banco Mundial.

 



" Estos eventos impactan significativamente en el país y vulneran la seguridad alimentaria de las familias paraguayas ya que muchas de ellas son auto consumidoras de alimentos "

Diego Arias

especialista en riesgos agropecuarios del Banco Mundial


Ayuda para los pequeños productores

Mientras que la soja, el maíz, el trigo y la ganadería representan la mayor parte de la producción agrícola en el país, la mandioca, el poroto, el algodón, las frutas y hortalizas son la base de la economía familiar.

 “Estos eventos impactan significativamente en el país y vulneran la seguridad alimentaria de las familias paraguayas ya que muchas de ellas son auto consumidoras de alimentos”, resume Arias. “Estas familias rurales se quedan sin producción para comer y encima tienen que salir a comprar alimentos que por lo general tienen precios más elevados por la situación de desabastecimiento. Es un doble shock y son los primeros a los que hay que ayudar.”

Lo cierto es que ante estos escenarios, no solo se producen déficits en la balanza comercial, los ingresos de los más pobres caen. Y si la producción baja, los alimentos cuestan más caros. “Estudios indican que estos eventos sistémicos como las sequías aumentan el nivel de pobreza”, sentencia Arias.

“El gobierno y el sector privado deben trabajar juntos para reducir los riesgos y evitar pérdidas económicas”, explica. En palabras del experto, la prioridad para el Paraguay según su perfil de riesgos es introducir mejores prácticas agrícolas como desarrollar semillas más resistentes a los eventos climáticos y sistemas de riego inteligentes para la agricultura familiar, consolidar los servicios de sanidad animal, mejorar la coordinación público-privada, y desarrollar una bolsa agropecuaria para un mejor manejo del riesgo de precios e instrumentos financieros como seguros agropecuarios.


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