ARTÍCULO

Una solución dulce (con forma de batata) para la malnutrición en Uganda

Diciembre 17, 2015


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Betty Nabiteeko difunde temas de salud en el pueblo de Mityebili, Uganda. Foto: Stephan Gladieu.

Stephan Gladieu/Banco Mundial

TITULARES
  • Las mujeres en Uganda han comenzado a cultivar batatas de pulpa anaranjada para ayudar a combatir los altos niveles de retraso del crecimiento infantil.
  • Tan solo 50 gramos (menos de 2 onzas) de este cultivo no nativo pueden proporcionar la cantidad de vitamina A diaria que necesita un niño.
  • Un proyecto piloto que introduce esta variedad de batata también tiene como objetivo aumentar el poder económico y el poder de decisión de las mujeres.

Betty Nabiteeko trata de salvar vidas en Mityebili, Uganda.

Esta mujer de 38 años, madre de cinco hijos, ha hecho un seguimiento de la salud de 75 familias en este pueblo cercano a la frontera con Tanzanía desde comienzos de 2014.

“Quiero ver que esta generación esté vibrante y mucho más saludable”, dijo en junio, cuando varias mujeres y niños llegaron a su casa.

Las madres se sentaron y escucharon atentamente a Nabiteeko, mientras les hablaba de los signos de malnutrición y cómo seleccionar alimentos nutritivos para sus hijos. Cuando terminó su charla, las mujeres pidieron y recibieron con alegría las batatas que estaban en una gran bolsa en la esquina.

Nabiteeko es una “promotora de la salud en la comunidad” que gana un pequeño sueldo a través de un proyecto piloto por un monto de USD 3 millones (dólares estadounidenses), que financia el Fondo japonés de desarrollo social (i) administrado por el Banco Mundial. El proyecto es ejecutado por la organización no gubernamental BRAC Uganda, (i) una rama del Comité de Fomento Rural de Bangladesh (BRAC).


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The Uganda sweet potato pilot project teaches rural communities about nutrition.

Donna Barne/World Bank

El proyecto anima a los pobladores locales a cultivar y comer la batata de pulpa anaranjada y otros cultivos ricos en nutrientes para combatir el retraso del crecimiento infantil, es decir la imposibilidad de alcanzar el pleno potencial de crecimiento.

Al mismo tiempo, la iniciativa fue diseñada para ayudar a las agricultoras a cultivar y comercializar las cosechas y así aumentar su poder económico y su poder de decisión. Las mujeres son las principales cuidadoras y productoras de los cultivos alimentarios familiares en estas zonas rurales, pero raramente son propietarias de la tierra, cultivan productos agrícolas rentables o controlan las finanzas de la familia.

El retraso del crecimiento tiene efectos perjudiciales a largo plazo en la salud, la productividad y el desarrollo cognitivo de un individuo y genera un impacto en el crecimiento y desarrollo de un país. Si bien las tasas de retraso del crecimiento están disminuyendo a nivel mundial, se ha producido un aumento del 23 % en África desde 1990, según un informe (i) reciente de UNICEF, la Organización Mundial de la Salud, y el Grupo Banco Mundial.

La batata de pulpa anaranjada, por tratarse de un cultivo biofortificado, es vista como una solución al problema. Apenas 50 gramos (menos de 2 onzas) de este vegetal, que no es nativo de Uganda, pueden proporcionar la cantidad de vitamina A diaria que necesita un niño.


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Cultivo de batata de pulpa anaranjada. 

Donna Barne/Banco Mundial

Parte del problema es la falta de conocimientos sobre qué alimentos son los más nutritivos, sobre todo para los bebés y las mujeres embarazadas, dijo Francis Bbosa, investigador asociado del BRAC que a menudo viaja a zonas rurales para observar los avances del proyecto.

Bbosa agregó que los ugandeses comen mucho matooke, un plátano rico en almidón y que constituye un alimento básico. Pero el matooke no proporciona algunos nutrientes esenciales que las personas comúnmente no tienen. “Los agricultores necesitan incentivos para cultivar otra cosa”, dijo.

BRAC Uganda, la mayor organización no gubernamental del país, que ofrece servicios sanitarios, microfinancieros y agrícolas, creó una red de agricultoras dedicadas a reproducir las lianas de batata de pulpa anaranjada y enseñar a otros agricultores cómo cultivarlas y cuidarlas. Al mismo tiempo, los promotores de salud en la comunidad, como Nabiteeko, ofrecen orientación nutricional y supervisan y promueven el crecimiento de los niños menores de 2 años.

Las mujeres son compensadas por su trabajo durante dos años, el periodo que dura la fase de puesta en marcha del proyecto. Se espera que posteriormente la demanda del cultivo haga que la producción sea autosustentable. El proyecto ofrece a las agricultoras un seguro de cosecha y acceso a microcréditos para fomentar la producción de batata de pulpa anaranjada.

La demanda de la nueva variedad de batata es alta en el mercado, dijo Irene Nakityo, de 48 años, una promotora de la agricultura comunitaria de la aldea de Bugonzi, en el distrito de Kalungu. “Si uno la lleva allí, la gente la comprará”, señaló, agregando que a las personas les gusta porque es nutritiva y dulce.

El proyecto de la batata de pulpa anaranjada también parece estar marcando una diferencia en las vidas de las mujeres que han participado en él.

Florence Namatovu, de 46 años, dijo que el dinero que gana por vender lianas de batata no lo comparte con su esposo, y esto le ha dado poder. Puede cuidar de su madre, pagar los aranceles escolares y otros gastos. La agricultora y madre de ocho hijos que vive en el pueblo de Mukako, en el distrito de Kalungu, contó que está considerando por primera vez en su vida abrir una cuenta bancaria.


" Uno de los grandes problemas de África es que las mujeres ganan mucho menos que los hombres en la agricultura”, dijo Goldstein. El estudio del Laboratorio de innovación sobre cuestiones de género está “tratando de encontrar la manera de cerrar esa brecha "
World Bank Lead Economist

Markus Goldstein

Economista del Banco Mundial

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Una mujer pela matooke en la aldea de Lusango, Uganda. 

Donna Barne/Banco Mundial

El BRAC comenzó a introducir la batata de pulpa anaranjada en las regiones central y sudoccidental del país en 2014, con el objetivo de mejorar la nutrición de unos 19 200 hogares pobres y vulnerables. Mientras la tasa de retraso del crecimiento de Uganda —que llega al 33 %— es una de las más altas del mundo, las tasas de retraso del crecimiento en las dos regiones mencionadas promediaron casi un 47 % en el caso de los niños y un 35 % en el caso de las niñas menores de 2 años, según una encuesta de 7694 hogares, realizada entre abril y julio de 2014.

Los expertos señalan que Uganda es una paradoja nutricional: la desnutrición se produce incluso en las regiones de producción agrícola relativamente prósperas, y a pesar del hecho de que el país es el principal exportador de alimentos básicos en África oriental.

Sarah Nakyngwe, de 38 años, dijo que con frecuencia tenía que mendigar comida para alimentar a sus siete hijos, pero que su vida ha cambiado desde que consiguió un empleo promoviendo la batata de pulpa anaranjada. Nakyngwe se unió al grupo de microfinanzas del BRAC y alquiló una parcela más productiva de 1,5 acres de tierra de cultivo. También comenzó a trabajar en un salón de belleza en el pueblo. Ahora, hay suficiente dinero y comida para todos, y un beneficio adicional: su esposo la mira con una nueva perspectiva y apoya sus esfuerzos por ganarse la vida fuera del hogar, dijo.

El Gobierno de Uganda prepara un proyecto de gran escala por un monto de USD 30 millones para impulsar el cultivo en todo el país a partir de la labor del BRAC. Este proyecto es financiado con una donación del Programa Mundial para la Agricultura y la Seguridad Alimentaria (i) con sede en el Banco Mundial y que recibe fondos de varios países.

El Laboratorio de innovación en cuestiones de género para África del Banco Mundial (i) también estudia el impacto del proyecto piloto del BRAC, para determinar si las mujeres son más proclives a adoptar el cultivo por su valor nutricional o su potencial de mercado, dijeron los economistas Markus Goldstein y Niklas Buehren.

“Uno de los grandes problemas de África es que las mujeres ganan mucho menos que los hombres en la agricultura”, dijo Goldstein. El estudio del Laboratorio de innovación sobre cuestiones de género está “tratando de encontrar la manera de cerrar esa brecha”.

Los datos de seis países de África (i) indican que las agricultoras obtienen menos rendimiento por hectárea que los agricultores, en parte porque las granjas de las mujeres tienen menos mano de obra masculina.

En Uganda, las mujeres por lo general no tienen suficiente dinero para contratar mano de obra, mientras que los hombres cultivan especies comerciales, como el café y la caña de azúcar, que emplean mucha mano de obra, según un informe sobre las cuestiones de género y la dinámica al interior del hogar en las zonas del proyecto de cultivo de batatas.

De acuerdo al documento, la mayoría de los propietarios de tierras son hombres, y estos también tienen un mayor acceso a las herramientas agrícolas, los fertilizantes y otros insumos que las mujeres. Los hombres “tienden a asumir el control de los cultivos que se catalogan como de preferencia de las mujeres si estos tienen un gran valor comercial y generan grandes ganancias”, se señaló en el informe.

El estudio del Laboratorio de innovación sobre cuestiones de género analizará si la ventaja inicial de las agricultoras que participan en el proyecto de la batata de pulpa anaranjada en Uganda puede significarles mayores beneficios cuando el cultivo se torne más popular y rentable.

Adoptar el cultivo es lo primero que tiene que ocurrir, dijo Buehren, y “todo lo demás se deriva de eso”.

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