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ARTÍCULO Diciembre 27, 2017

Un parque único que protege la salud de la comunidad

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Vista del parque El Mirador, en Malargüe, Mendoza. 

Banco Mundial


En Argentina se inauguró la primera obra de remediación ambiental de la minería de uranio de América Latina, que transformó un espacio contaminado por colas de uranio en un parque público.

“Elige un trabajo que ames y no tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida”. Esta frase se le atribuye comúnmente al filósofo chino Confucio, fundador de un movimiento filosófico que perdura hasta nuestros días.

Afortunadamente, Verónica Iraola no se inquieta ante esta reflexión. Durante los últimos cinco años, ella ha trabajado en el primer proyecto de limpieza de restos de uranio en Argentina. Este hito ambiental tiene lugar en la ciudad de Malargüe (en la provincia de Mendoza, a seis horas al sur de la capital provincial), desde donde se vislumbra la inmensidad de la cordillera de los Andes. Aquí tuvo lugar la primera restauración ambiental de la minería de uranio en América Latina que permitió transformar restos contaminantes en un parque abierto a la comunidad.

Claro que esta historia no comienza hace cinco años, sino que acompaña a esta localidad de 28 mil habitantes desde 1954. Entre ese año y 1986, en el ex Complejo Fabril Malargüe (CFM) se procesó mineral de uranio proveniente de las Minas Huemul y Sierra Pintada de la provincia de Mendoza. Esta fue la primera planta de estas características en Argentina y produjo 752 toneladas de uranio, materia prima para el combustible usado en los reactores de potencia y para investigación.

Como resultado de esta explotación, se produjeron las denominadas colas de mineral, un conjunto de desechos de procesos mineros de la concentración de minerales. Tras el cierre del complejo fabril en 1986, 710.000 toneladas de estos residuos habían quedado expuestas al aire libre, lo que representaba una amenaza para la salud de los pobladores por la posible contaminación del aire, agua y suelo.

Hito ambiental para los vecinos

Gracias al trabajo de Verónica y de sus compañeros, se concretó la primera obra de remediación de los pasivos de la minería de uranio poniendo fin a esta amenaza medioambiental. Gracias al trabajo de la Comisión Argentina de Energía Atómica (CNEA) y con el apoyo del Banco Mundial, fue posible generar un ejemplo exitoso y sin precedentes de desarrollo sostenible, incluyendo los componentes sociales, económicos y de respeto con el medio ambiente.

La remediación del sitio se realizó a través de un proceso llamado encapsulado, que permite la neutralización y compactación de las colas del mineral, además de que las recubre con materiales naturales del lugar. Esta obra de ingeniería garantiza la sequedad, estanqueidad y resistencia estructural a largo plazo.

“Este proyecto es pionero, son pocos los gobiernos en el mundo que invierten en la recuperación de pasivos ambientales de la minería y más en la de uranio. Esta obra se llevó a cabo de acuerdo a las mejores prácticas internacionales, y esta experiencia sirvió además para fortalecer capacidades nacionales y locales”, opina Ruth Tiffer-Sotomayor, especialista ambiental del Banco Mundial.

Esta obra no solamente protege a los vecinos de cualquier posible contaminación del aire, agua y suelo, sino que también les brinda un nuevo lugar de esparcimiento donde habrá actividades ambientales, deportivas y de ocio. El nuevo parque “El Mirador”, con su bicisenda, sendero aeróbico, playón deportivo de usos múltiples y anfiteatro, se integra armónicamente al paisaje que limita marcado por la cordillera de los Andes.

Estos esfuerzos se ven complementados por un activo programa de monitoreo ambiental, que permite el análisis continuo de datos para evaluar parámetros radiológicos ambientales y ocupacionales. De esta manera, cubriendo un área de 2.500 km2, se chequean rutinariamente las condiciones radiológicas ambientales en los alrededores del sitio para llevar seguridad a los vecinos.

Desafío para América Latina

El trabajo de restauración minera realizado en Argentina representa un hecho esperanzador para Latinoamérica, ya que es la primera obra de remediación ambiental de la minería de uranio en la región.

América Latina y el Caribe cuenta con abundantes recursos naturales mineros, pero esto no necesariamente se ha traducido en desarrollo económico ni se ha visto acompañado por una gestión ambiental adecuada. Según señala la CEPAL, la región cuenta con el 20% de las reservas de petróleo del planeta y con partes importante de las reservas mineras a nivel global. Por ejemplo, en estos países se encuentra el 65% de las reservas mundiales de litio, un mineral esencial para las baterías eléctricas.

El desafío es doble: posibilitar el desarrollo económico gracias a la existencia de estos abundantes recursos a la vez que se mejora la capacidad de gestión ambiental de los países. Según los expertos, se debe formular un enfoque metodológico integral que incluya evaluaciones ambientales, sociales, legales e institucionales, así como auditorías ambientales específicas y constantes. Para esto, el acceso a buenas prácticas internacionales es vital para construir a partir del conocimiento ya generado.

Otro punto crítico pasa por mejorar la coordinación institucional entre los organismos especializados y los gobiernos locales y provinciales, posibilitando la participación de los actores y vecinos que más conocen las problemáticas locales. Las consultas públicas son un componente clave de esta política, ya que posibilita que la toma de decisiones cuente con la participación de todos los interesados, contribuyendo en conjunto a los diversos aspectos del programa.

El desarrollo de opciones técnicas, ambientales y sociales para la remediación de otros espacios en los que se realizaron actividades similares de extracción de uranio marca el camino para el abordaje de esta problemática.


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