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ARTÍCULO Octubre 23, 2018

Mente, comportamiento y desarrollo: una combinación para triunfar

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Las creencias y comportamientos son centrales para combatir la pobreza.


Un enfoque centrado en las personas ayuda a encontrar las respuestas para mejorar la vida de todos

¿Comienzas una dieta saludable cada lunes y no funciona? Quizás no todo sea culpa de los tacos y los alfajores con dulce de leche, tu cerebro puede tener mucho que ver.

En general, los planes para perder peso se centran en las calorías, el ejercicio físico y los nutrientes que tu cuerpo necesita. Sin embargo, tus creencias, modelos de toma de decisiones y el entorno social también afectan el éxito de la dieta.

Lo mismo sucede con las políticas de desarrollo. Por más complejos que sean los desafíos, entender los comportamientos, procesos y entornos de las personas permite generar soluciones innovadoras y de bajo costo que permitan superarlos.

El economista Renos Vakis, responsable del Banco Mundial para la Unidad de Integración Mente, Comportamiento y Desarrollo (eMBeD), explica en esta entrevista las claves de las ciencias del comportamiento aplicadas en la formulación de políticas públicas.

Pregunta. ¿Cómo influye nuestra mente en las decisiones que tomamos todos los días?

Respuesta. Los seres humanos no tomamos decisiones guiados únicamente por cálculos de costo y beneficio, sino también a partir de nuestras interacciones con otras personas, las opiniones de quienes nos rodean y nuestras propias valoraciones personales. Todo esto permite que cada uno de nosotros genere una narrativa personal sobre cómo funciona el mundo, lo que afecta la forma en que tomamos decisiones.

Las ciencias del comportamiento buscan combinar conocimientos claves de múltiples disciplinas, como la economía, la psicología, la antropología y la neurociencia, para entender mejor las elecciones que cada uno de nosotros toma diariamente. A través de un diagnóstico minucioso y un proceso iterativo de prueba y error, este enfoque permite diseñar políticas públicas más reales y eficientes.

P. ¿A qué se debe el auge de las ciencias del comportamiento?

R. Las conclusiones y aportes de las ciencias del comportamiento permiten lograr un gran impacto con un esfuerzo menor que otras alternativas. En un mundo de restricciones presupuestarias, este enfoque se adapta a políticas existentes, facilitando mejoras a partir de la evidencia ya existente. Además, se permite contar con una mayor validación empírica, transparencia y monitoreo.

Estos cambios fueron posibles gracias al desarrollo de centros de estudios especializados, que generaron el interés de la sociedad civil a lo largo del mundo. Esta curiosidad permitió agregar un componente local al estudio de la materia, aumentando la riqueza y relevancia de las conclusiones generadas por los expertos.

P. ¿Puede la aplicación de las ciencias del comportamiento ayudar a acabar con la pobreza?

R. Ninguna intervención por sí sola puede resolver todos los problemas, pero desarrollar un proceso que tenga en cuenta nuestro comportamiento nos lleva hacia la solución. Un mejor entendimiento de nuestras decisiones permite brindar soluciones efectivas a diversos problemas, a la vez que mejora los modelos y procesos de toma de decisión.

Muchos programas que buscan ponerle fin a la pobreza pueden mejorar su cobertura, coordinación y ejecución al establecer un enfoque que busque solucionar los problemas basado en las personas. Este encuadre permite el trabajo directo con los beneficiarios, comprendiendo mejor sus ideas, actitudes y comportamientos. Entender la importancia de la autoestima y las aspiraciones de cada persona permiten trabajar mejor la problemática de la pobreza en la región.

En América Latina hay muy buenos ejemplos sobre la importancia del abordaje integral a la hora de diseñar políticas públicas. En Perú, trabajamos junto con el Ministerio de Educación en el desarrollo de dimensiones no cognitivas como la motivación y la perseverancia. Cincuenta mil estudiantes participaron en talleres para desarrollar una mentalidad de crecimiento que les permita aceptar los desafíos y aprender de los fracasos. Esta actuación generó una mejora equivalente a cuatro meses de escolaridad en los rendimientos de los alumnos en las pruebas de matemática. Este cambio tuvo un mínimo gasto: fue posible con un costo de 20 centavos de dólar por alumno.

En el norte de Argentina, donde una de cada cuatro adolescentes tuvo un embarazo antes de los 19 años, estamos desarrollando un proyecto piloto llamado "Desafiando el destino". El objetivo es que 700 adolescentes participen en un ciclo de talleres, orientados a reconocer y desarrollar habilidades para la toma de decisiones, repensar los estereotipos de género, fortalecer capacidades como la perseverancia y la determinación, aprender a tolerar la frustración, y elaborar un proyecto de vida.

P. ¿Cuáles son las oportunidades para el futuro de la región?

R. Uno no empieza la dieta durante las vacaciones, pero al volver hay una buena oportunidad para hacer cambios en la alimentación. Lo mismo sucede con las crisis económicas, ya que brindan una buena oportunidad para llevar adelante nuevas políticas, más eficientes y concretas.

Creo que América Latina está bien encaminada, hay muchas capacidades y recursos en los países que ya trabajan en ciencias del comportamiento. Lo que se requiere es un proceso de “campeones” nacionales, líderes que generen evidencia empírica y la compartan con el gobierno para nutrir el proceso de políticas públicas.



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