Discursos y transcripciones

Alocución del Presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim ante la sesión plenaria de apertura de la Conferencia Internacional sobre el Sida 2012

Julio 22, 2012


Presidente del Grupo del Banco Mundial, Jim Yong Kim Conferencia Internacional sobre el Sida 2012 Washington, DC, Estados Unidos

Texto preparado para la intervención

Erradicación del sida y la pobreza

Sus Excelencias y distinguidos invitados, damas y caballeros, colegas y amigos:

Al dar una mirada retrospectiva a esta epidemia, es difícil afirmar que hubo un momento preciso en el que la situación comenzó a cambiar. Porque lo cierto es que a lo largo de 30 años hemos ido logrando hacer retroceder el sida, paso a paso, con gran esfuerzo.

Y en casi todos esos momentos, han sido los activistas, y sus comunidades, quienes han marcado la pauta.

Fueron los activistas y las comunidades quienes idearon las relaciones sexuales  menos peligrosas, y promovieron el uso de preservativos, los programas de intercambio de agujas y casi todas las conductas preventivas que practicamos en la actualidad.

Fueron los activistas quienes transformaron el proceso
de desarrollo de medicamentos y los procedimientos regulatorios, y comprometieron la participación de los pacientes en las investigaciones clínicas, gracias a lo cual se ha reducido a la mitad el tiempo para la aprobación de los fármacos en el Norte Global.

Fueron los activistas quienes en el año 2000, en Durban, comenzaron a presionar para que se diera acceso a los medicamentos antirretrovíricos en el mundo en desarrollo, y quienes siguieron presionando y continúan haciéndolo para que esos fármacos estén al alcance y a disposición de todas las personas que los necesiten en cualquier parte del mundo.

Y también fueron los activistas quienes, por su profundo conocimiento de las comunidades más afectadas por el sida, han impulsado un movimiento para promover la salud y la dignidad de los hombres homosexuales, los trabajadores sexuales y los consumidores de drogas que actualmente ha llegado a todos los rincones del mundo.

Han sido entidades como la Organización Ugandesa de Apoyo a las Personas con Sida (TASO), ACT UP en Estados Unidos, Treatment Action Campaign (TAC) en Sudáfrica, el Grupo pro Vida en Brasil, Lawyers Collective en India, la Red Tailandesa de Consumidores de Drogas y muchísimas otras organizaciones semejantes, las que han dado forma a uno de los movimientos más extraordinarios jamás vistos en el mundo.

Recordemos que el acrónimo ACT UP significa AIDS Coalition to Unleash Power (Coalición del sida para desplegar el poder).

Este es un movimiento que surgió del enojo, un movimiento que tiene sed de justicia, un movimiento que consiste fundamentalmente en desplegar el poder de la solidaridad humana, y que durante 30 años ha forjado alianzas para ampliar esa solidaridad y ser cada vez más inclusivo.

Es un movimiento que ha ido creciendo y que ahora incluye a los Gobiernos de Brasil y Botswana, organismos de las Naciones Unidas, donantes y países donantes visionarios, y novedosos programas de tratamiento promovidos por organizaciones no gubernamentales; un movimiento que ha contribuido a la creación de programas tales como la Iniciativa “tres millones para 2005” y del Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria (Fondo Mundial) y el Plan de Emergencia del Presidente de los Estados Unidos de América para luchar contra el SIDA (PEPFAR).

Gracias a este esfuerzo colectivo se han logrado notables progresos en esta lucha. La prevalencia del sida ha disminuido marcadamente en muchos países, las nuevas estrategias de prevención son muy prometedoras y en la actualidad hay más de 8 millones de personas en tratamiento.

En nuestro encuentro aquí, en la ciudad de Washington, vemos la erradicación del sida como algo que está realmente a nuestro alcance, una visión que para mí y para muchos de los aquí presentes parece menos idealista, menos extravagante de lo que fue la Iniciativa “tres millones para 2005” hace apenas 10 años.

Hoy es la primera vez que un Presidente del Grupo del Banco Mundial hace uso de la palabra en la Conferencia Internacional sobre el Sida. He venido aquí porque sé lo que es capaz de lograr este movimiento. He venido aquí para hacer una promesa y plantear un desafío ante ustedes.

Prometo que el Banco Mundial trabajará incansablemente con todos ustedes para impulsar la lucha contra el sida hasta que lo erradiquemos.

Y los desafío a todos para que juntos aprovechemos la autoridad moral y las enseñanzas prácticas que ha generado el movimiento contra el sida para acelerar los progresos en la lucha contra ese otro flagelo que existe en el mundo: la pobreza.

En su calidad de principal institución internacional de desarrollo, el Banco Mundial se ocupa de todos los aspectos del desarrollo, y de todas las dimensiones que abarcan los ocho objetivos de desarrollo del milenio. Sabemos que los desafíos que plantea el desarrollo son interdependientes. Sin embargo, nuestros planteamientos frente a esos problemas a menudo siguen siendo fragmentados, lo que limita nuestra visión y los resultados obtenidos. Por eso, la idea de aprovechar las enseñanzas derivadas de la lucha contra el sida y aplicarlas a la reducción de la pobreza es crucial. Al sacar estos dos temas de los compartimientos estancos en que los hemos puesto, emprenderemos un proceso que llegará mucho más lejos. En definitiva, extenderemos el flujo de conocimientos y experiencias a todos los ámbitos del desarrollo, lo que permitirá acelerar los avances en la educación para todos, la salud maternoinfantil, la sostenibilidad ambiental y tantos otros de nuestros demás objetivos.

Permítanme explicarles la manera en que el Banco Mundial aplica sus cualidades distintivas a la lucha contra el sida.

La misión del Banco Mundial es generar prosperidad y erradicar la pobreza en todos los países. El Banco apoya a los países proporcionándoles financiamiento, pero también conocimientos y capacidad analítica, elementos que suelen revestir la misma importancia.

En el año 2000, bajo la presidencia de Jim Wolfensohn, el Banco Mundial colaboró con muchos de ustedes para poner a disposición los primeros US$1000 millones para combatir el sida. En la actualidad, la ventaja comparativa del Banco Mundial en el sector de salud está en el fortalecimiento de los sistemas. Nuestra estrategia para este sector se centra en brindar apoyo a los países para la creación de sistemas de salud sostenibles que produzcan resultados en beneficio de los pobres. También les ayudamos a crear sistemas de protección social que permitan mitigar el impacto de situaciones como las crisis económicas y las enfermedades catastróficas, incluido el sida, en las familias y las comunidades.

El siguiente es un ejemplo de nuestra labor relativa a los sistemas de salud: el Banco Mundial está ayudando a los Gobiernos a implementar estrategias de financiamiento basado en el desempeño, que ofrecen recompensas financieras a los establecimientos de salud locales cuando estos aumentan la prestación de servicios esenciales y mejoran su calidad. En Burundi, tras la introducción a nivel nacional de un modelo de financiamiento basado en el desempeño para mejorar la respuesta frente al sida, el número de mujeres VIH-positivas embarazadas que recibe medicamentos antirretrovíricos para prevenir la transmisión de la madre al niño aumentó el 65% en apenas un año.

Sabemos que el VIH no es un problema meramente médico. El sida ha tenido impactos económicos y sociales devastadores para las personas, las familias y las comunidades. Por eso, la protección social también es un elemento fundamental de toda respuesta integral frente al sida. Cada año en todo el mundo 150 millones de personas se ven sumidas en la pobreza debido al aumento de los gastos de salud y a la pérdida de ingresos a causa de enfermedades, entre ellas el sida. Hasta ahora, el Banco ha ayudado a 40 países a ampliar sus programas de protección social, como los planes de seguro médico y los programas de pensión por vejez y de transferencias monetarias, que complementan los ingresos de las familias pobres. Nuestro objetivo es que todos los países puedan implementar programas básicos de protección social adaptados a sus necesidades específicas.

El éxito de la respuesta frente al sida depende de la formación de alianzas. En un plano muy personal, tengo la firme determinación de fortalecer las alianzas multilaterales del Banco Mundial con el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) y el Fondo Mundial; nuestras alianzas con los organismos técnicos de las Naciones Unidas, entre ellos la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), y nuestra colaboración con el PEPFAR y otros organismos bilaterales. Además, un sello distintivo de mi presidencia será mantener una estrecha colaboración con la sociedad civil a fin de lograr resultados para los pobres. Aprovecharemos las enseñanzas del Programa Multinacional de Lucha contra el VIH/Sida (MAP) del Banco, que ha reconocido que la participación de la sociedad civil es fundamental para que los programas beneficien a las personas pobres y vulnerables.

En 2008, la proporción total de personas del mundo en desarrollo que subsistía con menos de US$1,25 al día era del 22%, menos de la mitad del porcentaje registrado en 1990. Se ha alcanzado el objetivo de desarrollo del milenio de reducir a la mitad la incidencia de la pobreza extrema. Sin embargo, en la actualidad 1300 millones de personas de todo el mundo aun viven en la pobreza absoluta. Ello es intolerable. Podemos y debemos erradicar la pobreza absoluta en el curso de nuestras vidas. Para hacerlo, deberemos intercambiar conocimientos entre las instituciones y esferas de desarrollo. Y necesitaremos valernos de esos conocimientos para establecer sistemas que puedan satisfacer de manera sostenible las necesidades humanas.

La lucha contra el sida ha mostrado al mundo cómo cambiar el rumbo de una agresión de gran escala contra la vida y la dignidad humanas. Tenemos la responsabilidad de asegurar que las enseñanzas derivadas de la lucha contra el sida sirvan de fundamento y mejoren nuestros esfuerzos por lograr otros objetivos sociales, sobre todo el de la erradicación de la pobreza.

En algunos lugares esto ya está sucediendo. Los Gobiernos y sus asociados están aplicando estratégicamente los recursos destinados a la lucha contra el sida y los conocimientos sobre esta enfermedad para acabar con la epidemia e impulsar simultáneamente un programa más amplio de lucha contra la pobreza. Rwanda ha utilizado los fondos destinados a la lucha contra el sida y los conocimientos técnicos sobre esta enfermedad aportados por el Banco Mundial, el Fondo Mundial y otros agentes para establecer su sistema de seguro médico tan admirado, las mutuelles (mutuales de salud), y ampliar la enseñanza secundaria y profesional. En Rwanda, los recursos destinados a la lucha contra el sida están contribuyendo a las inversiones estratégicas en capital humano que han ayudado a impulsar el notable progreso económico del país. De ser una excepción, este planteamiento puede convertirse en la regla. Esto representará una mejora considerable de nuestra capacidad para crear sistemas y producir resultados.

Como lo demuestra el caso de Rwanda, los países que han tenido éxito han abordado el sida como un problema de sistemas. Han respondido a la epidemia fortaleciendo los sistemas de suministro de bienes sociales fundamentales, y han integrado esos sistemas a fin de satisfacer la generalidad de las necesidades de las personas.

Crear sistemas es lo que el Banco Mundial hace mejor. Tenemos décadas de experiencia en hacer que los sistemas funcionen para todos, y especialmente para los pobres. Quiero que el Banco asuma el liderazgo mundial en aunar los conocimientos sobre los sistemas con valores morales claros para ayudar a los países a solucionar los problemas más difíciles.

Los dos aspectos de la lucha contra el sida que aportan enseñanzas claras para combatir la pobreza son la apertura y la innovación. Los países en los que se ha logrado mayor eficacia en la lucha contra el sida han sido francos en lo que se refiere a la epidemia. En ellos se ha dado amplia difusión a la información, se ha enfrentado al estigma y se ha promovido el debate público. Esos países no han guardado secreto y han eliminado el temor irracional. Ello encierra muchas enseñanzas acerca de la manera de combatir la pobreza. En el Banco Mundial mientras seguimos abordando el problema de la corrupción, aumentando la transparencia y dando libre acceso a nuestros datos, estamos incorporando cada vez más plenamente estas enseñanzas derivadas de la lucha contra el sida.

Si se observa lo ocurrido en los últimos treinta años, vemos que la respuesta frente al sida ha generado una innovación constante: desde la aceleración de los protocolos para la aprobación de fármacos hasta la delegación de funciones dentro de los equipos médicos, desde la combinación medicamentosa de dosis fijas hasta la contratación de accompagnateurs (acompañantes) que prestan servicios comunitarios.

Necesitaremos más innovaciones en los próximos años para llevar a buen término la lucha contra el sida. En mi calidad de Presidente del Banco Mundial, quiero despertar las mismas ansias de innovación en la lucha por lograr un desarrollo económico inclusivo. Estoy convencido de que no hay límites a lo que podemos lograr si incorporamos en la lucha contra la pobreza los conocimientos prácticos y el espíritu del movimiento contra el sida.

En la labor de primera línea de la Iniciativa "tres millones para 2005", vi a diario cómo los encargados de la implementación de actividades de prevención del VIH generaban soluciones novedosas para problemas prácticos: desde la gestión de la cadena de suministro hasta los recursos humanos y la creación de espacios para la participación de la comunidad en la evaluación del programa. Sin embargo, ¿hemos hecho lo suficiente para organizar, analizar y aplicar estos conocimientos? ¿los hemos aplicado a todas las situaciones en que podrían ser transformadores?

Todos los aquí reunidos sabemos que tenemos por delante una dura lucha contra el VIH. Hemos venido a la ciudad de Washington porque estamos decididos a salir vencedores de esa lucha. Vemos nuestra labor con la lente de la solidaridad que ha inspirado el activismo de gran alcance contra el sida y de la que estamos imbuidos todos los aquí reunidos hoy. Desde el principio, mientras luchaban contra esta epidemia, los activistas pioneros supieron que tenían que hacer frente a las fuerzas estructurales de los prejuicios, la exclusión social y la injusticia económica. Su ferviente deseo de poner fin al injusto sufrimiento humano era tan grande como el mismo sufrimiento. Todos los aquí reunidos debemos tener el mismo fervor.

El movimiento contra el sida ha reavivado valores que revelan el tipo de desarrollo mundial que estamos esforzándonos por lograr: un desarrollo basado en la solidaridad, el coraje, el respeto por la dignidad de todas las personas y una exigencia inquebrantable de justicia.

Si desplegamos el poder de estos valores podremos superar cualquier obstáculo que se presente en la lucha por la justicia económica y social. Si desplegamos el poder de estos valores podremos dejar a nuestros hijos un mundo sin pobreza ni sida.

Podemos erradicar el sida. Debemos erradicarlo. El desafío que encaramos es enorme, pero al verlos hoy a todos ustedes puedo ver la erradicación del sida hecha realidad.   

Gracias, hagamos realidad la erradicación del sida.

 

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