Desafío
Hacia fines de la década de los noventa, el sistema de transporte de Santiago tenía problemas graves, por ejemplo: i) el aumento en la cantidad y el uso de automotores; ii) bajas en la utilización del transporte público; iii) deficiencias en la organización del sistema de autobuses (propiedad fragmentada, competencia entre empresas operadoras para conseguir pasajeros, informalidad y falta de gestión profesional, y carencia de integración entre los sistemas de autobuses y subterráneo), y iv) niveles elevados de contaminación del aire y de accidentes relacionados con autobuses.
Solución
En el año 2000, el Gobierno divulgó el Plan de Transporte Urbano para Santiago 2000-10. El plan contemplaba la transformación del sistema de transporte público. Su alcance y su complejidad sin precedentes afectaron a la ciudad en su totalidad y a todos los medios de transporte público. El Banco Mundial respaldó la ejecución del plan a través de un préstamo de asistencia técnica, que contribuyó a la ejecución de la reforma del transporte público y ofreció orientación y asesoramiento para respaldar este difícil proceso de transformación.
El Proyecto de Transporte Urbano para Santiago ayudó al Gobierno de Chile a crear las bases para un sistema de transporte urbano más eficiente y sostenible. Los resultados conseguidos incluyen normas ambientales más estrictas para los vehículos del transporte público y cambios en los servicios de autobuses tendientes a reducir los transbordos, aumentar la cobertura y evitar la interferencia con los vendedores callejeros.