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Panorama general

Promover la prosperidad compartida es uno de los objetivos del Grupo Banco Mundial, junto con poner fin a la pobreza extrema. Con ese fin, trabaja para aumentar los ingresos y el bienestar del 40 % más pobre de la sociedad donde sea que se encuentre esta población, ya sea en las naciones más pobres o en países de ingreso mediano prósperos.

El objetivo sobre prosperidad compartida refleja el hecho de que a medida que los países en desarrollo hacen crecer sus economías y logran sacar de la pobreza a millones de personas, también pueden experimentar una creciente desigualdad. Hoy se sabe que las naciones donde la brecha entre quienes pueden o no acceder a oportunidades en la vida es más amplia, tienen dificultades para mantener el crecimiento económico y la estabilidad social a lo largo del tiempo. Hasta la fecha, ningún país ha logrado alcanzar la categoría de ingreso mediano cuando sus niveles de desigualdad se mantienen elevados. La reducción de la desigualdad es importante en el presente para poder tener oportunidades y movilidad social en el futuro.

Si no se reduce considerablemente la falta de igualdad, sobre todo en los países con altas tasas de pobreza y desigualdad, el mundo no podrá cumplir el objetivo de poner fin a la pobreza extrema. Aunque el nivel de vida del 40 % más pobre de la población ha mejorado en los países de todo el mundo, los últimos datos muestran un panorama heterogéneo en el mejor de los casos. Al analizar 91 economías de las que había datos para el período 2012-17, 74 registraron niveles de prosperidad compartida positivos, lo cual significa que el crecimiento fue inclusivo y los ingresos del 40 % más pobre de la población aumentaron. Además, 53 de esos países mostraron una prima de prosperidad compartida positiva, es decir el crecimiento benefició a los más pobres en mayor medida que a toda la población. El promedio de la prosperidad compartida mundial (esto es, el crecimiento de los ingresos del 40 % más pobre) fue del 2,3 % entre 2012 y 2017. Sin embargo, los avances son dispares: la prosperidad compartida y las primas de prosperidad compartida —la diferencia en las tasas de crecimiento entre el 40 % más pobre y el promedio de la población general— son, en promedio, más bajas en las economías de ingreso bajo y frágiles que en las economías de ingreso mediano.

La pandemia de COVID-19, que afectó en mayor medida a las personas más pobres del mundo, ha contribuido a aumentar la desigualdad entre los países y dentro de ellos. En 2021, el ingreso promedio de las personas situadas en el 40 % inferior de la distribución mundial del ingreso fue un 6,7 % más bajo de lo que indicaban las proyecciones anteriores a la pandemia, mientras que el de quienes se ubicaban en el 40 % superior se redujo en un 2,8 %. La razón de esta gran diferencia es que el 40 % más pobre aún no había comenzado a recuperar las pérdidas de sus ingresos, mientras que el 40 % superior ya había recobrado más del 45 % de las pérdidas iniciales de sus ingresos. Entre 2019 y 2021, el ingreso promedio del 40 % más bajo cayó un 2,2 %; en cambio, el del 40 % más alto se redujo un 0,5 %.

La recuperación económica dispar provocó que la desigualdad entre los países aumentara por primera vez en el transcurso de una generación. Y nuevos datos indican que la desigualdad dentro de los países quizás también ha empeorado. Encuestas realizadas en 2021 revelaron que los hogares más pobres perdieron sus ingresos y empleos a tasas ligeramente más altas que los hogares más ricos, una tendencia que contribuye a agravar la pobreza y la desigualdad en todo el mundo.

Última actualización: Abr 26,2022

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