ARTÍCULO

América Latina: Cinco lecciones de la Gran Recesión

Diciembre 19, 2011



En las postrimerías del 2011, la economía global enfrenta de nuevo otra desaceleración económica. Basándose en datos de encuestas a hogares y en indicadores del mercado laboral hasta el tercer trimestre de 2011, el Banco Mundial extrae lecciones sobre el impacto de la Gran Recesión de 2008/2009, y especialmente de la rápida recuperación de los sectores más pobres de la región y sus implicaciones para la reducción de la pobreza en el futuro.

Según un nuevo estudio, Al borde de la incertidumbre: la reducción de la pobreza en América Latina y el Caribe, durante la Gran Recesión y en adelante, América Latina logró reducir los niveles de pobreza. Luego de una rápida recuperación en 2010, la pobreza cayó aún más rápido –12.6 millones de personas– y continuó cayendo a lo largo de 2011. Hoy podemos decir con certeza que desde 2003, 73 millones de personas han salido de la pobreza.

“Gracias a una combinación de aumentos en el ingreso salarial y transferencias públicas y privadas, no vimos crecer la pobreza durante lo peor de la crisis global y en América Latina hemos presenciado reducciones en los últimos tres años”, dijo Rodrigo Chaves, director de reducción de la pobreza y gestión económica de América Latina y el Caribe. “Mientras continuamos esperando que la economía global se recupere, necesitamos estar atentos y preparados para todas las contingencias”.

Aquí una lista de cinco lecciones sacadas de la reciente experiencia de la región que debería ayudar a informar dicha preparación:

El aumento de los ingresos y una distribución más equitativa de los ingresos estuvieron detrás de la reducción de la pobreza en 2009 y 2010. Los ingresos salariales representaron el 50 por ciento de la reducción de la pobreza, el ingreso no laboral (transferencias públicas y privadas) representó el 24 por ciento y una combinación de ingreso laboral y no laboral representó el resto. Por lo tanto, los hogares que vieron crecer tanto sus salarios como las transferencias vieron la mayor reducción de la pobreza durante la crisis.
Los pobres urbanos sufrieron más durante la crisis de 2009 y se beneficiaron menos durante la recuperación de 2010. Esto sugiere que el mercado laboral en áreas urbanas pobres permanece menos dinámico que en aéreas rurales pobres.
En 2010, las tasas de crecimiento tuvieron una alta correlación con la caída de la pobreza en el Cono Sur y la región andina (la pobreza se redujo en un 3,7 y 1,9 puntos porcentuales, respectivamente). En contraste, en México y Centroamérica la pobreza se redujo en 1,3 puntos porcentuales, a pesar de un aumento del 4 por ciento del PIB per cápita, lo que sugiere que los hogares pobres no se beneficiaron mucho de la expansión y/o que los hogares vulnerables continuaron cayendo por debajo de la línea de la pobreza después de la crisis.
Mientras los salarios de las mujeres jugaron un papel central en mantener a los pobres a flote durante la crisis en 2009, fueron los salarios de los hombres los que ayudaron en la recuperación de 2010. Más aun, los hogares con dos personas recibiendo un salario fueron lo que tuvieron mayor oportunidad de salir de la pobreza durante la crisis.
Si bien hogares pobres con niños han visto los mayores avances en su bienestar durante periodos de crecimiento en la región, durante los periodos de contracción económica han sufrido más, lo que sugiere que estos hogares probablemente no tienen a los dos padres trabajando o que las redes de seguridad siguen dejándolos de lado.
La historia de la reducción de la pobreza en América Latina en años recientes ha sido una historia feliz. Pero todavía hay áreas que requieren atención, particularmente en medio de la incertidumbre global. Experiencias recientes nos dicen, por ejemplo, que los pobres de México y Centroamérica podrían ser particularmente vulnerables. También están en riesgo los hogares urbanos que ingresan un solo salario y que tienen niños pequeños.

Mirando hacia el futuro, los países de la región deberán continuar monitoreando las capacidades requeridas por los mercados laborales, adoptar políticas para ayudar a los hogares menos favorecidos a tener éxito en el mercado laboral y explorar opciones para expandir el mercado laboral femenino para ayudar la diversificar el ingreso del hogar. Los gobiernos también podrían considerar la expansión de programas para los trabajadores urbanos pobres que estuvieron en riesgo de perder su sustento en la última crisis.


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