ARTÍCULO

Diálogo sobre la adaptación: Preparándonos para un mundo cambiante

Abril 25, 2012


Rápida urbanización y cambio climático están modificando y agravando los riesgos de desastre. Estos dos factores han aumentado la necesidad de fortalecer la capacidad de adaptación en las comunidades y países de todo el mundo.

Las situaciones climáticas extremas que apenas podíamos imaginar y enfrentar cada 20 años se van a producir cada dos años en este siglo. Este es el mensaje de un preocupante informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) acerca de los dramáticos fenómenos climáticos extremos que se prevé aumentarán en todo el mundo.

Durante el encuentro en el marco de las Reuniones de Primavera del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) el 20 de abril pasado para analizar las repercusiones del informe en cuanto a la capacidad de adaptación, los donantes, los países en desarrollo y las organizaciones internacionales reafirmaron su compromiso de dar una alta prioridad a esta materia en la planificación del desarrollo. El grupo de altos funcionarios también acordó que la integración de la reducción del riesgo de desastres y la adaptación al cambio climático en la agenda del desarrollo es fundamental para crear capacidad de adaptación en las comunidades y los países.

“Con demasiada frecuencia hemos visto cómo los desastres pueden revertir años de progreso en el desarrollo”, dijo el director gerente del Banco Mundial, Mahmoud Mohieldin. "Además de eso, ahora debemos prepararnos para un mundo que cambia. La rápida urbanización y el cambio climático están modificando y agravando los riesgos de catástrofes”.

“Pero, como hemos debatido hoy, la geografía no tiene por qué ser el destino, y no se debe tener temor al futuro -aunque sea incierto e impredecible cuando consideramos el impacto del cambio climático-, si se adoptan hoy las políticas preventivas correctas”.

Convocado por la Unión Europea, el Gobierno de Japón, el Banco Mundial y el Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR, por sus siglas en inglés), el Diálogo sobre la adaptación se inspiró en el informe de IPCC del mes pasado Managing the Risk of Extreme Events and Disasters to Advance Climate Change Adaptation (Gestión del riesgo de eventos extremos y desastres para avanzar en la adaptación al cambio climático).

Christopher Field, copresidente del Grupo de Trabajo II del IPCC, advirtió a los presentes: “Los perfiles de riesgo están cambiando; varios tipos de clima y fenómenos meteorológicos extremos se están incrementando y se prevé que aumenten en el futuro. En la segunda mitad del siglo, seremos testigos de una frecuencia 10 veces mayor de graves eventos relacionados con el calor. Las olas de calor más extremas que se experimentan en la actualidad solo una vez por década, se convertirán en sucesos anuales”.

Field señaló que, en muchos lugares, ya estamos viendo alzas extremas en las precipitaciones intensas y en la duración y severidad de las sequías. Para muchas comunidades pobres que viven en zonas que ya están expuestas a fenómenos climáticos incluso moderados, como las inundaciones, esto es realmente una mala noticia. Las personas más afectadas son las más vulnerables del mundo en desarrollo. En 2010, solo las inundaciones en Pakistán dejaron sin hogar a 6 millones de personas.

Los desastres naturales más frecuentes son las inundaciones. Un reciente documento del Banco Mundial sobre ciudades e inundaciones estima que los desbordes de 2010 afectaron a 178 millones de personas. Una urbanización sin precedentes ―y con frecuencia no regulada ni planificada― en el mundo en desarrollo, una gran parte de la cual se encuentra en fértiles planicies aluviales y/o regiones costeras, es la causa principal de una mayor exposición a las inundaciones. En China, 100 millones de personas se han trasladado desde el interior a las zonas costeras en los últimos 20 años. A nivel mundial, 600 millones de personas ocuparán terrenos de aluvión costeros que se ubican por debajo del nivel de inundación para 2100.

Indonesia conoce muy bien el impacto terrible que pueden tener los desastres, el costo en vidas y en el producto interno bruto (PIB). El tsunami de 2004 causó la muerte de más de 200.000 personas. Sin embargo, este país aprendió.

“Indonesia enfrenta más de 100 desastres al año”, dijo Armida Alisjahbana, ministra de Planificación del Desarrollo Nacional de Indonesia. “En 2004, el tsunami costó aproximadamente el 45% de la economía regional de Aceh. Hemos tratado desde entonces de prepararnos para los desastres de manera más sistemática: sistemas de alerta temprana en zonas propensas a desastres, esfuerzos más coordinados, dinero en nuestro presupuesto para prever las catástrofes, un plan de cinco años para prepararse para estos eventos. La clave para que funcione la coordinación es tener una sola institución para abordar estas cuestiones. No tenemos varios organismos duplicando el trabajo”.

El mensaje clave de este informe del IPCC es la necesidad de integrar la adaptación al cambio climático, la gestión del riesgo de desastres y el desarrollo sostenible en el mismo programa con el fin de ayudar a crear la capacidad de adaptación. Pero las cifras indican que no se ha alcanzado todavía. El mundo sigue gastando más en la ayuda humanitaria después de un desastre que invirtiendo en prevención. Según Andris Piebalgs, comisario de Desarrollo de la Unión Europea, las pérdidas mundiales por desastres ascendieron a aproximadamente US$264.000 millones en 2011. Esa cantidad era el doble de la ayuda oficial para el desarrollo del mismo año.

El Banco Mundial, como institución de desarrollo, se ha centrado cada vez más en la creación de capacidad de adaptación. Estableció la reducción del riesgo de desastres como un grupo de práctica, lo dotó de personal, e invirtió US$6.000 millones en los últimos seis años en la reducción del riesgo de desastres para ayudar a los países a integrar la capacidad de adaptación en sus estrategias de desarrollo.

“En los últimos tres años, dos tercios de nuestras estrategias de asistencia a los países han comenzado por incorporar la gestión del riesgo de desastres. El objetivo es llegar al 100%”, dijo Kyte. “Tenemos que cambiar nuestra forma de pensar acerca de la infraestructura, la agricultura, el transporte, el agua, la energía, cómo las comunidades llegan a ser resistentes, qué tipo de información compartimos. Tenemos que ayudar a las personas a tomar decisiones sólidas sobre infraestructura en el futuro. Pero sabemos también que estamos en una instancia de ‘adaptación’. La adaptación al cambio climático tiene que integrarse en todo lo que hacemos”.

Trabajar juntos y próximos pasos

El GFDRR, como punto focal de la reducción del riesgo de desastres (RRD) del Banco Mundial, encabeza la ayuda al Gobierno de México para el desarrollo de RRD como tema prioritario de la presidencia de este país ante el Grupo de los Veinte (G-20) en 2012.

Darío Luna, que dirige la Unidad de Seguros, Pensiones y Seguridad Social en el Ministerio de Hacienda de México, coordina esta iniciativa para el Gobierno mexicano.

“En México damos mucha importancia a la reducción del riesgo de desastres, porque somos un país que es propenso a ellos”, dijo Luna. “Como presidencia del G-20, queríamos poner este tema en la agenda, haciendo hincapié en la reducción de los costos tanto humanos como económicos. Uno de los aspectos clave de nuestro mundo cambiante es la mayor exposición a las catástrofes naturales. Creemos que esta iniciativa contribuirá a que la RRD gane más protagonismo en los países del G-20 y con los ministros de Finanzas”.

Un desafío clave en el desarrollo de estrategias de gestión de riesgos basadas en una sólida información, análisis y creación de modelos de riesgos, es la falta de herramientas y metodologías sistemáticas para la recopilación de datos, la evaluación del riesgo y la vulnerabilidad, y el fundamento para la toma de decisiones. Se producirá una publicación conjunta de políticas públicas de México y el Banco Mundial sobre la Mejora de la evaluación de riesgos de desastres naturales para fortalecer la capacidad de recuperación financiera, y se presentará ante la cumbre del G-20 el 18-19 de junio en Los Cabos.

Naoko Ishii, viceministra adjunta de Finanzas para Asuntos Internacionales de Japón, cerró el Diálogo sobre la adaptación anunciando que la próxima reunión de alto nivel se llevará a cabo en las Reuniones Anuales del FMI y el Banco Mundial de octubre de 2012. El evento se realizará en Sendai, una ciudad de la prefectura de Tohoku que fue la que más sufrió el tsunami del año pasado, y su objetivo será desarrollar un consenso mundial en la comunidad internacional para avanzar en la integración de la reducción de riesgos de desastres y la adaptación al cambio climático como una prioridad del desarrollo.

“El oportuno Informe del IPCC pone de manifiesto que la gestión de riesgos de desastres y las medidas de adaptación al cambio climático son esencialmente dos caras de la misma moneda”, dijo Ishii. “Estas medidas deben ser incorporadas en diversos sectores como un componente clave de las políticas de desarrollo”.

Los participantes en el Diálogo sobre la adaptación se refirieron a cómo iban a responder a ese desafío, a través de la coordinación, tendiendo puentes entre las medidas humanitarias y de desarrollo, con enfoques integrados y trabajando juntos para transformar radicalmente el paradigma de la reacción versus la prevención.


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