ARTÍCULO

Burundi: Invertir en nacimientos más seguros

Septiembre 24, 2012



TITULARES
  • El Gobierno, en un esfuerzo por alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio (ODM) 4 y 5, declaró en 2006 que toda la atención médica de madres y menores de 5 años sería gratuita.
  • Un programa de financiamiento basado en el desempeño paga a los centros de salud por prestar servicios de atención materna e infantil de calidad.
  • Los agentes de salud comunitarios reciben incentivos para educar a las mujeres sobre la mayor seguridad de los nacimientos en los hospitales y los riesgos de dar a luz en casa.

Vyegwa, Burundi — La caminata de tres kilómetros al dispensario de salud Kigarama parece desalentadora incluso para quienes no tienen que dar a luz un bebé. El sinuoso camino de tierra rojiza no es fácil de transitar, y atraviesa verdes colinas con árboles de plátano y café. A las seis de la mañana de ese día de mayo de 2009 aún no aclaraba por completo en el valle.

Sus contracciones se intensificaban, pero Denise Ntakirutimana estaba decidida a llegar a la clínica para tener a su bebé. Había dado a luz tres veces en casa, pero fueron experiencias dolorosas. El niño de su vecina murió al nacer, justo un día antes del nacimiento del primer hijo de Ntakirutimana.

ientras estaba aterrorizada en trabajo de parto durante toda la noche, la partera tradicional, que tenía poco entrenamiento y no podía comprar guantes, la revisaba demasiado a menudo, tratando de comprobar la posición del bebé. “Me decía que pujara todo el tiempo, incluso cuando no tenía contracciones”, recordó. “Eso me asustó mucho”. Dio a luz otros dos hijos en casa –uno murió de repente a los cinco meses– pero el miedo nunca desapareció.

Ntakirutimana supo por primera vez de los partos hospitalarios a través de una amiga, Judith Nsengiyandemye, antes de quedar embarazada de su cuarto hijo. Allí, las enfermeras disponían de guantes, monitores fetales y otros equipos, y solo le pedirían que pujara cuando el bebé estuviera listo para nacer. En caso de una emergencia, la clínica, a diferencia de las parteras tradicionales, llamaría una ambulancia para su traslado al hospital del distrito. Y el nacimiento sería gratuito.

De modo que cuando comenzó la labor de alumbramiento en las primeras horas de la mañana, Ntakirutimana, que ya había hecho tres visitas prenatales a la clínica, llamó a su madre para que la llevara allí a pie. “Fue muy difícil para mí”, rememoró. “Cuando sentía las contracciones, tenía que detenerme”.

Burundi, un “líder poco probable”

El hecho de que Ntakirutimana hiciera el viaje de todos modos es un avance notable para su comunidad indígena de pigmeos batwa, una minoría étnica que tradicionalmente tiene poco o ningún acceso a atención médica. Los batwa representan menos del 1% de la población de Burundi, un país sin litoral en el corazón de África, con una población de 8,6 millones de habitantes y un tamaño levemente más pequeño que el estado de Maryland, en Estados Unidos. Es uno de los países más pobres del mundo, con un producto interno bruto (PIB) per cápita de US$160. Pero, como demuestra el caso de Ntakirutimana, esta nación se ha convertido rápidamente en un líder “poco probable” en materia de financiamiento de la atención de salud.

Esa transformación se inició en 2006, justo después del fin de una guerra civil que duró 12 años. El Gobierno de Burundi se dio cuenta de que quizás no alcanzaría los ODM de las Naciones Unidas relacionados con la reducción de la mortalidad materna e infantil para 2015. Para acelerar el progreso, el Gobierno dictaminó la gratuidad de toda la atención médica de las embarazadas y los menores de 5 años.

Con el apoyo financiero y técnico del Banco Mundial, los Gobiernos de Noruega, el Reino Unido y otros donantes, Burundi modernizó su sistema de atención médica en abril de 2010. Las clínicas reciben ahora una retribución en base a su desempeño en la prestación de un paquete de servicios esenciales de salud materna e infantil. Una vez que se verifican los resultados de cada clínica, ingresan en un sistema automatizado en línea para los pagos.

Los resultados fueron impresionantes. Un año después de la puesta en marcha del programa, los centros sanitarios de todo el país registraron un aumento de 25% en los nacimientos. Mientras tanto, un 20% más de mujeres recibieron atención prenatal y 10% más de menores fueron vacunados. Además, la calidad de los servicios subió significativamente.

Estos cambios han ayudado a salvar la vida de muchas embarazadas y niños, y han contribuido a la reducción de la mortalidad en esos grupos vulnerables. En 2010, con un financiamiento basado en los resultados que cubría la mitad del país, Burundi registró 499 fallecimientos por cada 100.000 embarazadas, frente a 615 en 2005. Entre los menores de 5 años, el país registró 96 muertes por cada 1.000 nacidos vivos, frente a 176 en 2005, antes de que comenzara la reforma de la atención de salud.

“El Gobierno tomó la decisión de hacerse cargo de los menores de 5 años y las embarazadas”, dijo Nicayenzi Dieudonne, viceministro de Salud de Burundi y médico de salud pública. “El nuestro es un sistema de motivación y financiamiento basado en el desempeño”.


" Me reciben bien. Me escuchan. Siempre me entregan suficientes medicamentos. Veo el resultado de sus esfuerzos cuando el niño se mejora "

Jacqueline Mbonihankuye


Convertir enfermeras en empresarias

En efecto, el nuevo enfoque dio autonomía a los centros de salud y convirtió a las enfermeras en empresarias. El volumen de los servicios y la calidad de la atención determinan los ingresos de las clínicas y su personal. Como resultado de ello, las enfermeras llegan activamente a las comunidades para servir mejor a los pacientes.

“Con el financiamiento basado en el desempeño somos independientes”, dijo Benigne Nkunzimana, jefa del centro de salud de Kigarama, que tiene a su cargo 12 enfermeras y nueve personas de apoyo. “Aplicamos la atención al cliente a los pacientes”.

El centro de salud atiende a cerca de 34.850 personas de siete comunidades, o "colinas", en la provincia de Ngozi. El número de empleados sigue siendo el mismo, pero la clínica está abierta durante 24 horas los siete días de la semana. Está limpia, bien organizada, y cuenta con los medicamentos necesarios.

“Estoy muy satisfecha”, dijo Jacqueline Mbonihankuye, cuyo hijo de 29 meses, Lewis Niyonkuru, fue tratado por una infección respiratoria por dos enfermeras en la clínica un día de agosto. “Me reciben bien. Me escuchan. Siempre me entregan suficientes medicamentos. Veo el resultado de sus esfuerzos cuando el niño se mejora”.

Agentes comunitarios de salud llegan a las mujeres

Para atraer a los pacientes de la comunidad batwa, que nunca habían usado tradicionalmente los servicios de prevención, como la atención prenatal o la vacunación infantil, la clínica organizó reuniones con los administradores locales. En Vyegwa, organizaron un comité de salud integrado por 15 miembros a quienes capacitaron para que educaran a las mujeres sobre los peligros de los partos domiciliarios. La clínica también ofrece a los enfermos acceso prioritario cuando se registran.

Esos agentes, entre ellos Nsengiyandemye –la amiga de Ntakirutimana-, recibieron cada uno 8.500 francos de Burundi mensualmente para atraer a nuevos pacientes. De pie en la granja de la familia de Ntakirutimana, que cultiva frijoles y camotes, Nsengiyandemye habló sobre el riesgo de la hemorragia posparto cuando las mujeres dan a luz en el hogar, la importancia de la planificación familiar, las pruebas de VIH, y la salud reproductiva. Señaló que fue de gran ayuda haber tenido a sus dos hijos en el hospital y no en casa.

“Los agentes comunitarios nos dijeron que es mucho mejor dar a luz en el hospital, porque se evitan problemas. Yo entendí el consejo”, indicó Ntakirutimana.

Desalentar a las parteras tradicionales

La clínica también estableció acuerdos con líderes de la comunidad para desincentivar el uso de las parteras tradicionales. Si una partera lleva a una embarazada a la clínica, recibe una recompensa de 500 francos de Burundi. Eso es más de lo que ganarían (las familias les pagan los nacimientos con cervezas, no en efectivo).

Como resultado de la propuesta, el centro de salud ofrece ahora atención materna a 60 pacientes batwa al mes, frente a las 25 de hace unos años. Los nacimientos de bebés batwa en la clínica aumentó de 0 a 5 al mes, informó Nkunzimana.

Con la ayuda de su madre, Ntakirutimana, que ahora tiene 26 años, llegó a la clínica aproximadamente a las 7.30 horas del 8 de mayo de 2009. Dos enfermeras se hicieron cargo de ella, y caminó hasta poco antes de que naciera su bebé Isaac a las 15.00 horas de ese día.

“No sentí el mismo dolor que en los partos anteriores, por ejemplo por ser tocada todo el tiempo”, dijo. “He dado a luz en mejores condiciones gracias a la sensibilización de los agentes comunitarios. Me di cuenta de que me dieron muy buenas lecciones (sobre el parto hospitalario)”.

Con su quinto hijo por nacer este otoño, Ntakirutimana volverá a hacer pronto el viaje a la clínica. Ya ha realizado tres visitas prenatales. “Me dijeron que el bebé está bien”, afirmó sonriendo.


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