ARTÍCULO

Comprender los factores que determinan la pobreza en Europa sudoriental para aprender a compartir la prosperidad

Abril 17, 2014



TITULARES
  • Se espera que los seis países que conforman Europa sudoriental (SEE) experimenten un crecimiento modesto de 1,8 % en 2014.
  • Se está tratando de diseñar políticas y programas que puedan garantizar que este crecimiento sea inclusivo y beneficie a todos en la región, especialmente al 40 % más pobre de la población.
  • Un nuevo documento elaborado por un equipo del Banco Mundial identifica factores fundamentales que determinan la pobreza del 40 % más pobre y propone recomendaciones sobre cómo diseñar políticas e intervenciones más incluyentes.

A medida que Albania, Bosnia y Herzegovina, Kosovo, la ex República Yugoslava de Macedonia, Montenegro y Serbia -los seis países que integran Europa sudoriental (SEE)- salen de la recesión, están ahora preparados para comenzar a construir sobre la base del naciente crecimiento económico de la región. Aunque se prevé que ese crecimiento sea solo de 1,8 % en 2014, (i) este modesto aumento ayudará, sin embargo, a reducir el desempleo, aumentar las exportaciones y debilitar las presiones inflacionarias en las seis naciones. Con la lenta recuperación de la región, uno de los principales desafíos que surge para los encargados de formular políticas es garantizar que todas las iniciativas futuras destinadas a aprovechar este crecimiento sean inclusivas, de modo de aumentar la prosperidad compartida en todos los países de SEE.

El crecimiento económico es uno de los pilares de la reducción de la pobreza y la prosperidad compartida en la región, pero un crecimiento que beneficie solo a algunos segmentos no es sostenible y puede limitar el potencial de crecimiento económico a largo plazo de un país. Aunque el aumento del consumo entre los que se ubican en el 40 % inferior de la distribución del consumo en los seis países de SEE ha variado, en general este nivel de crecimiento ha palidecido en comparación con muchas otras naciones vecinas de la región de Europa y Asia central (ECA). Para contrarrestar esta tendencia, se han puesto en marcha nuevas iniciativas que ayuden  a los responsables de formular políticas en el desarrollo de normativas y programas que sean más inclusivas y contribuyan a incrementar los medios de subsistencia de las poblaciones más vulnerables en toda la región.

Sin embargo, para el desarrollo de este tipo de iniciativas es fundamental una sólida comprensión de los factores específicos que determinan la prosperidad compartida en estos seis países. Este examen es la fuerza que impulsa un nuevo documento que identifica estos factores determinantes y describe políticas y recomendaciones específicas para el diseño de intervenciones que puedan promover una mayor prosperidad compartida, en particular entre el 40 % más pobre de la población.

Esta nueva publicación titulada First Insights into Promoting Shared Prosperity in South East Europe (i) presenta un diagnóstico sobre el estado de la región en cuanto al fomento  de la prosperidad compartida y explora los caminos –junto con distintas dimensiones– hacia esa meta.

“A partir del impulso de la prosperidad compartida, podemos contribuir eficazmente al crecimiento en general en la región”, señaló Gallina Andronova Vincelette, economista principal del Banco Mundial y coautora del documento. “Sin embargo, con el fin de lograr los resultados deseados, se necesitan más datos y análisis. Este es solo el primer paso en un largo camino”, aclaró.

A través de un enfoque basado en la disponibilidad de activos, la publicación recopila y analiza estos datos específicos,  aplicando un marco macroeconómico para el desarrollo de políticas que contempla los bienes que poseen los hogares, la intensidad de uso (y el rendimiento final) de los activos y el impacto de las transferencias públicas y privadas para estos hogares. Este enfoque pone de manifiesto que el 40 % más pobre de la región no solo tiende a tener menos activos –como acceso a educación y poder de ahorro– sino que también los usa poco y obtiene menor rentabilidad por su utilización. El informe también revela que este grupo es además más vulnerable a las crisis, lo que disminuye aún más sus posibilidades de acumular posesiones y aumentar su capacidad productiva en el largo plazo.


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El 40 % más pobre de la región no solo tiende a tener menos activos –como acceso a educación y poder de ahorro– sino que también los usa poco y obtiene menor rentabilidad por su utilización.


" A partir del impulso de la prosperidad compartida, podemos contribuir eficazmente al crecimiento en general en la región "

Gallina Andronova Vincelette

Economista principal del Banco Mundial y coautora del documento

El documento, sobre la base de este marco, determina cinco esferas de políticas clave en las que las intervenciones en favor del desarrollo pueden ser más eficaces para abordar la exclusión social y económica: gestión macroeconómica, políticas fiscales, capacidad institucional para mejorar la prestación de servicios, sistemas de gestión de riesgos y mercados que funcionen bien en un entorno propicio para la actividad empresarial. Las intervenciones que adopten este enfoque tendrán mayores probabilidades de mejorar la capacidad de generación de ingresos del 40 % más pobre de la población. Por ejemplo, se pueden diseñar políticas que supriman los desincentivos para trabajar que se derivan de los impuestos laborales y la protección social. Estas políticas también pueden eliminar los obstáculos  al empleo, aumentar el acceso a una educación de calidad e incentivar entre los menos favorecidos y los pobres de la región la adquisición de destrezas que son importantes y que pueden ser de interés en el mercado laboral.

Este proceso de identificación de los factores específicos que pueden aumentar la capacidad de generación de ingresos de los hogares de SEE sienta las bases para los futuros análisis. Al abordar la pregunta relativa a qué elementos pueden tener influencia en las políticas para que los pobres y menos favorecidos se beneficien y contribuyan al crecimiento económico de la región, los encargados de formular políticas de los seis países estarán mejor equipados para responder a la interrogante sobre cómo, exactamente, se pueden mejorar los niveles de vida de todos y aumentar el potencial de crecimiento a largo plazo de las economías y de este modo avanzar hacia el logro de la prosperidad compartida.


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