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ARTÍCULO Noviembre 18, 2019

La mesa del desarrollo debe servirse con alimentos inocuos

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La comida contaminada puede causar más de 200 enfermedades. Los niños y los países más pobres son los más vulnerables a las consecuencias de ingerir alimentos inseguros

El grupo de Whatsapp de padres del salón estaba a más no poder. Acababan de publicar la noticia sobre la prohibición de venta de unas galletas y tortas de una marca muy popular entre los chicos de la clase. No son una rareza estas prohibiciones (y tampoco los chats desesperados de los padres), pero esa conversación fue una oportunidad para reflexionar sobre algo que va más allá de una noticia específica y de los 30 alumnos de una clase: ¿por qué consumir alimentos seguros nos debe importar a todos siempre?

El refrán que reza “Barriga llena, corazón contento” necesita una gran aclaratoria: la comida tiene que ser segura. Bacterias, virus, parásitos o sustancias químicas nocivas (invisibles a simple vista) se pueden alojar en distintos alimentos tanto de origen animal como vegetal y pueden causar más de 200 enfermedades.

Muchos diagnósticos no pasan de ser un mal rato, pero en otros, uno de estos episodios puede terminar en una discapacidad, una enfermedad a largo plazo o incluso en la muerte. Los padecimientos de salud pueden ir desde la diarrea (que puede complicarse o no), hasta una meningitis o cáncer.

¿Cuántos casos de enfermedades transmisibles por alimentos contaminados se reportan en el mundo cada año? Ninguno de los padres del chat acertó.

Solemos subestimar el problema, pero según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se registran 600 millones de casos de enfermedades por consumo de alimentos inseguros en todo el mundo; unas 420.000 personas no viven para contarlo. Los chicos son los más vulnerables: en 1 de cada 3 de esas muertes, la víctima es un niño menor de 5 años.

La carga más pesada la tienen los países de bajo y mediano ingreso de Asia meridional y sudoriental y África subsahariana. Estos países representan el 42% de la población mundial, pero registran un 75% de las muertes relacionadas con alimentos insalubres.

De acuerdo con la OMS, desde Canadá hasta Argentina, 77 millones de personas enferman cada año debido al consumo de alimentos insalubres: 31 millones de ellas son niños menores de 5 años. 9.000 adultos y 2000 infantes mueren por esa causa

El costo para las economías

Tras estas cifras hay una alerta en la que diversas organizaciones mundiales están haciendo énfasis: sin alimentos inocuos será imposible alcanzar las metas de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030. Garantizar el consumo de alimentos en buen estado es ineludible para que las personas sean saludables y para erradicar el hambre que afecta a más de 800 millones de personas en el mundo entero.

En América Latina y el Caribe esto es crucial: 42.5 millones de personas están subalimentadas y 4.8 millones de niños sufren retraso en el crecimiento o desnutrición crónica, según cifras reveladas este año por el Programa de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Cumplir con los requisitos de una buena nutrición es fundamental para que los niños puedan aprender y tengan más herramientas para prosperar.

El consumo de alimentos insalubres cuesta a las economías de los países de mediano y bajo ingreso alrededor de 110 millones de dólares al año en pérdida de productividad y gastos médicos, según el informe El imperativo de la inocuidad de los alimentos: acelerar el progreso de los países de bajo y mediano ingreso (en inglés), del Banco Mundial.

En América Latina y el Caribe, las pérdidas de productividad y costos médicos debido a enfermedades transmitidas por alimentos inseguros alcanzaron los 7.400 millones de dólares en 2016. Los países con mayores pérdidas de productividad por esta causa son Brasil, seguido por México, Venezuela, Argentina, Perú y Colombia.

Asimismo, los alimentos seguros guardan una relación estrecha con otras vertientes del desarrollo como el fortalecimiento de la agricultura sostenible, la competitividad de los agricultores y el acceso a los mercados regionales e internacionales.

Este aspecto es estratégico para América Latina y el Caribe, pues, según el estudio Perspectivas agrícolas OCDE FAO 2019-2028, la región representa el 14% de la producción mundial y el 23% de las exportaciones globales de productos básicos agrícolas y pesqueros. En 10 años, destaca el informe, la región representará más del 25% de las exportaciones mundiales de productos agrícolas y pesqueros.

Alimentos seguros desde el campo hasta la mesa

Invertir de forma más inteligente es crucial. La FAO señala, por ejemplo, que cada dólar invertido en educación sobre manipulación de alimentos reduce las enfermedades transmitidas por alimentos mal manipulados y el retorno de la inversión es 10 veces mayor.

El informe del Banco Mundial sugiere abandonar el esquema de reaccionar solo cuando hay un brote de enfermedad y cambiarlo por políticas que contemplen medidas preventivas de manipulación de alimentos. Los expertos sugieren informar más y brindar más recursos a los operadores del sector alimentario para que cumplan con las regulaciones y medir en función de las que cumplen, de la confianza de los seguidores y no solo en basándose en las empresas multadas o cerradas.

Todos tenemos un rol para colaborar con que los alimentos sean más seguros. Marcar la gran diferencia comienza con hacer pequeños cambios. Algunas recomendaciones son: 

  • Mejoras de bajo costo en la infraestructura pueden reducir la exposición de los alimentos a condiciones ambientales desfaforables. 
  • Contar con un equipamiento sencillo puede ayudar a mantener la carne a una temperatura segura durante el transporte. 
  • Mantener los alimentos a 15 centímetros del suelo, como mínimo. 
  • Limpiar las áreas de almacenamiento y venta de los alimentos. 
  • Modernizar los carros de comida callejera para crear un entorno más seguros para esta modalidad de comida. 
  • Eliminar adecuadamente los desechos para alejar moscas y plagas que contribuyen a la propagación de bacterias. 
  • Separar las carnes de otros alimentos frescos para evitar la contaminación cruzada. 

Como en todas las esferas del desarrollo, la tecnología también juega un rol fundamental para garantizar la inocuidad de los alimentos. Científicos han estado trabajando en la secuenciación del genoma completo, que permite identificar los patógenos que son la fuente de contaminación con una precisión que antes era imposible de alcanzar. El surgimiento de herramientas mediante las cuales los usuarios pueden reportar problemas con los alimentos también ofrece una posibilidad masiva de colaboración para procurar la seguridad alimentaria.

 

 


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