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ARTÍCULO Julio 01, 2021

Las secuelas económicas de la COVID-19 en la clase media latinoamericana

Una calle del centro de Lima

Una calle del centro de Lima. Victor Idrogo / Banco Mundial 


La pandemia está borrando los avances que América Latina registró a comienzos de este siglo en términos de la disminución de la pobreza y el aumento de la clase media

A más de un año del inicio de la pandemia de la COVID-19, las “ollas populares” siguen siendo el lugar donde muchas personas en América Latina y el Caribe reciben comida a diario. Si bien algunos de estos comedores comunitarios ya servían raciones antes de la pandemia, la necesidad de este servicio aumentó tanto que, en Uruguay, por ejemplo, se sirvieron casi seis millones de platos de comida en los primeros meses del confinamiento.

La pandemia ha golpeado y muy duro a los latinoamericanos. Esto se evidencia no solo en los más de 30 millones de casos y alrededor de 960.000 muertes a causa de la COVID-19 hasta mayo de 2021. El impacto en la actividad económica en toda la región también tiene consecuencias claras en los hogares en situación de pobreza y en la clase media, un sector de la población que venía creciendo desde comienzos del siglo.  

Este es el eje central del reciente informe del Banco Mundial “A duras penas - El leve ascenso y súbita caída de la clase media en América Latina y el Caribe”. El estudio revela que un estimado de 21,6 millones de personas dejaron de pertenecer a la clase media en 2020 (medida por ingresos per cápita de entre 13 y 70 dólares por día).

Esto hará que la región deje de ser mayoritariamente de clase media ya que se calcula que 20 millones de personas cayeron en la pobreza, con un aumento de otros 1,4 millones debido al crecimiento de la población (medida por debajo de la línea de pobreza de 5,5 dólares por día).

“Aquellos que estaban peor desde un principio probablemente sean los más afectados, y esto exacerbará la desigualdad en el ingreso en una región de por sí muy desigual”, dijo Ximena Del Carpio, gerente de la Práctica de Pobreza y Equidad del Banco Mundial.

Los avances que hoy retroceden

En las dos últimas décadas, se vio una reducción del número de personas en situación de pobreza y del aumento de la clase media. A pesar de las variaciones entre países, la mayoría experimentó un aumento del bienestar desde principios de la década de 2000.

Sin embargo, la desaceleración del crecimiento entre 2014 y 2019, junto con la caída de las actividades económicas causada por la pandemia han repercutido de forma negativa en el nivel de vida y el bienestar en toda la región, de las más afectadas en cuanto a costos sanitarios y económicos, según el estudio.

Brasil es, sin embargo, el país que menos registró un retroceso. Más bien al contrario, gracias a un programa de transferencias de emergencia que benefició a casi 67 millones de personas, millones salieron de la pobreza.

Es importante notar que, si no se hubieran aplicado ciertas medidas de mitigación, tanto en Brasil como en otros países, se estima que la región podría haber visto 28 millones de nuevas personas en situación de pobreza en 2020. De todas formas, se espera que la actual crisis mundial provoque una caída de la clase media en la mayoría de los países, causando un retroceso regional.

Pandemia, pobreza y clase media: varias salidas

Según estimaciones del Banco Mundial, las persistentes desigualdades en toda la región se suman al reto de superar la crisis actual y se traducen en impactos desiguales.

Además, las medidas de confinamiento aplicadas para contener la propagación del virus subrayaron las desigualdades en el acceso a los servicios básicos y la conectividad a internet. Los hogares que ya eran pobres, y que ahora han perdido más capital humano o físico, serán los que más tardarán en recuperarse de esta crisis. “El acceso a servicios básicos como electricidad, agua adecuada, saneamiento e incluso Internet se ha vuelto aún más esencial bajo las medidas de confinamiento” señaló Del Carpio.

La pandemia ha puesto presión en los gobiernos y los sistemas de salud, lo que evidencia el limitado acceso y la baja calidad de la atención sanitaria asequible en la región. Latinoamérica debe seguir orientando sus políticas para evitar el contagio y apoyar a las poblaciones más vulnerables, pero protegiendo los medios de vida. Además, a medida que se vayan reestableciendo las actividades, los gobiernos deben abordar las desigualdades preexistentes, según el estudio.

Un método para proporcionar ingresos a los grupos vulnerables durante los periodos de contención son las transferencias bien dirigidas. Aunque estas políticas apoyan adecuadamente a hogares de bajos ingresos, son temporales. Dicho esto, los programas de protección social pueden ser reevaluados para ajustar su alcance y así incorporar nuevos beneficiarios.

Más allá de los programas de gobierno y los servicios básicos, la recuperación también dependerá de los despliegues masivos de vacunación. Los países de América Latina se enfrentan a importantes desafíos en este sentido. Será clave para la recuperación, garantizar un amplio acceso a las vacunas, desarrollar sistemas eficientes y eficaces para distribuirlas y administrarlas y fortalecer los sistemas de salud en toda la región.

Por otro lado, la acelerada transformación digital ha sido un resultado positivo inesperado de la pandemia de la COVID-19. Las órdenes de confinamiento y el distanciamiento social han puesto de manifiesto la necesidad de métodos alternativos de compra de bienes y servicios. Eso se ha traducido en un impulso significativo del comercio y los servicios electrónicos, ya que tanto establecimientos privados, como públicos han pasado a prestar servicios en línea.

  • El acceso a servicios básicos como electricidad, agua y saneamiento e incluso Internet se ha vuelto más esencial bajo las medidas de bloqueo. Sin embargo, menos de 1 de cada 4 hogares en situación de pobreza dispone de un saneamiento adecuado, el 9% no tiene acceso a electricidad y sólo el 25% utiliza Internet en casa.
  • Más de la mitad de los trabajadores de la región están en el sector informal, 9 de cada 10 trabajadores que viven en la pobreza están en el sector informal y casi un tercio son autónomos.
  • Las transferencias de ingresos son útiles para proporcionar a los grupos vulnerables cierta seguridad de ingresos durante los periodos de contención, pero como son temporales pueden no ser suficientes para evitar el fuerte declive de la clase media.

Tanto las transferencias temporales, como la entrega de vacunas, el fortalecimiento de la oferta de servicios básicos y la transformación digital serán algunas de las herramientas esenciales para combatir la pobreza y restablecer la clase media en América Latina.


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