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ARTÍCULONoviembre 03, 2022

Diez cosas que debe saber sobre la primera tanda de informes sobre el clima y el desarrollo de los países del Grupo Banco Mundial

Clima y desarrollo: una agenda para la accion

Hasta el momento, los informes sobre el clima y el desarrollo de los países (CCDR, por su sigla en inglés) (i), una herramienta innovadora de diagnóstico básico del Grupo Banco Mundial, han permitido analizar 24 países. El análisis de la primera tanda revela que los países pueden generar resiliencia y alcanzar objetivos climáticos sin comprometer el desarrollo, pero ello requerirá grandes cambios. En los informes se identifican las estrategias que se lograrán con mayor rapidez y cuáles son urgentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y proteger a las personas, al tiempo que se respalda un desarrollo verde, resiliente e inclusivo. A continuación se presentan 10 ideas clave:

  1. Los países de ingreso alto deben acelerar la acción climática e incrementar su apoyo a los países de ingreso bajo y mediano. Para reducir las emisiones y evitar así los impactos más severos en los países de ingreso bajo y mediano, es necesario reducir rápidamente las emisiones en los países de ingreso alto, que cuentan con más recursos para hacerlo y generan mayores emisiones per cápita. En los CCDR se reconoce que en los países de ingreso bajo existen grandes necesidades relacionadas con la adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos, entre ellas las de fortalecimiento institucional e inversiones, especialmente en infraestructura. Los países más ricos deben aumentar sus recursos financieros en varios frentes, lo que incluye el apoyo a políticas y reformas para una transición justa bien diseñadas, garantizar el acceso a financiamiento asequible y proporcionar recursos en condiciones concesionarias, como las donaciones, especialmente para los países de ingreso bajo.

  2. Impulsar la resiliencia y la adaptación es una parte urgente e integral del desarrollo y la reducción de la pobreza, sobre todo en los países de ingreso bajo. La pobreza guarda estrecha relación con la vulnerabilidad climática. Para que las personas y las comunidades estén mejor preparadas frente a los impactos del clima, es esencial reducir la pobreza e impulsar el desarrollo. Los CCDR incluyen muchos ejemplos que demuestran que contar con un sistema económico que funcione correctamente, combinado con políticas que garanticen un acceso equitativo a los recursos y los servicios básicos, ayuda a reducir los impactos del cambio climático. Y si no se adoptan más medidas de adaptación y resiliencia, los pobres serán los primeros en verse afectados y los que más sufran las consecuencias. La tasa de pobreza en los países del Sahel podría aumentar de un valor de referencia del 27 % al 34 % para 2050 en un escenario de sequía y alto nivel de emisiones, y otros 13,5 millones de personas caerían en la pobreza.

  3. Los países pueden crecer disminuyendo al mismo tiempo los GEI si introducen cambios importantes. Las reducciones considerables de las emisiones de GEI son compatibles con el crecimiento económico y los objetivos de desarrollo de los países, pero solo si se cumplen las condiciones clave, entre ellas, medidas climáticas bien diseñadas, fuerte participación del sector privado, apoyo internacional, y medidas adecuadas para negociar soluciones intermedias, proteger a los pobres y facilitar una transición justa.

  4. Para aumentar la resiliencia y disminuir las emisiones, los países que se han analizado hasta ahora en los CCDR necesitan invertir anualmente alrededor del 1,4 % del producto interno bruto (PIB) entre 2022 y 2030, y esa cifra asciende al 8 % en los países de ingreso bajo. Con este nivel de inversión, aumentaría la resiliencia y los países seguirían estando bien encaminados para reducir las emisiones en alrededor de un 70 % respecto de los niveles actuales a más tardar en 2050. Para satisfacer esas necesidades sin afectar el desarrollo y la reducción de la pobreza se requeriría un acceso sostenido al financiamiento y apoyo internacional adecuado, sobre todo en el caso de los países de ingreso bajo y mediano bajo, que necesitarán mayores inversiones iniciales para subsanar importantes déficits de infraestructura existentes y que cuentan con un acceso más limitado al capital.

  5. Estas inversiones resilientes y con bajas emisiones de carbono generarían beneficios que compensarían total o parcialmente los costos. En Türkiye (i), se estima que los principales beneficios derivados de la reducción de las importaciones de energía y de la contaminación atmosférica generarán un aumento neto de USD 146 000 millones entre 2022 y 2040 (el 1 % del PIB). En Ghana (i), las mejoras en la salud pública, el ahorro en las importaciones de combustible y el incremento de la extracción de madera a través del aumento de las plantaciones en un escenario resiliente y con bajas emisiones de carbono podrían generar beneficios netos por valor de USD 35 000 millones para 2050 (alrededor del 2 % del PIB durante el mismo período).

  6. En el sector energético, la energía renovable constituye una parte vital de la solución y suele ser la forma más económica de satisfacer la nueva demanda de energía, pero deben combinarse con la eficiencia energética. La eficiencia energética y otros enfoques que reducen y gestionan el consumo de energía son vitales y pueden contribuir a que la descarbonización del sector eléctrico sea más asequible, mejorar la seguridad energética disminuyendo la exposición a los precios volátiles de los combustibles y reducir las emisiones. En Kazajstán, la mejora de la eficiencia energética en sectores clave puede generar un ahorro total en los costos del sistema de más de USD 70 000 millones de aquí a 2060. En Bangladesh (i), las soluciones de eficiencia energética pueden reducir el consumo de energía en el sector de prendas de vestir y de productos textiles en alrededor de un 30 % y aumentar la productividad entre un 10 % y un 15 %.

  7. La reducción del metano es crucial para alcanzar las metas climáticas mundiales. El metano, un potente contaminante de vida relativamente corta, representa una proporción significativa de las emisiones globales en varios de los países incluidos en el primer conjunto de CCDR, no solo en el sector energético, sino también en la ganadería, la producción de arroz y los desechos. En Bangladesh (i), por ejemplo, la mejora de la recolección, clasificación y tratamiento de los desechos municipales, incluida la captura del metano de los vertederos, podría impulsar la generación de energía renovable y reducir la contaminación atmosférica local.

  8. En el sector del transporte, una menor dependencia del transporte por carretera sería beneficioso tanto para el clima como para el desarrollo. Los países pueden disminuir las emisiones relacionadas con el transporte reduciendo la demanda mediante el uso de la tierra y la planificación urbana, invirtiendo en la infraestructura necesaria para el transporte público y no motorizado, mejorando la eficiencia del combustible de los vehículos, y electrificando su flota. Esta combinación de medidas permitiría reducir la congestión, la contaminación atmosférica y las emisiones de GEI. Al mismo tiempo, también es importante considerar la resiliencia de las redes de transporte: en los análisis de los CCDR realizados en Malawi (i), Perú, Vietnam (i) y Argentina se va más allá de considerar la adaptación climática de los activos individuales de infraestructura y se analizan más ampliamente los servicios, los sistemas, las cadenas de suministro estratégicas y la importancia crítica de la conectividad de las redes para garantizar el movimiento ininterrumpido de personas y bienes frente a los peligros climáticos y otras perturbaciones.

  9. En el sector de los bosques y el uso de la tierra, la protección y restauración de los bosques traería múltiples beneficios económicos. Con frecuencia, el crecimiento económico se ha conseguido a expensas del capital natural. Sin embargo, cada vez hay más pruebas de que invertir las tendencias de la deforestación puede ir de la mano de la creación de empleo y del crecimiento económico. En Perú, donde la agricultura representa el 90 % del total de la superficie deforestada, la transición a un sector forestal con cero emisiones de carbono podría generar 85 000 empleos anuales para 2050 y USD 3500 millones en beneficios provenientes de los servicios ecosistémicos recuperados. Mejorar la planificación del uso de la tierra y los sistemas de innovación agrícola, promover la intensificación e integrar a los pequeños agricultores y las organizaciones comunales en las cadenas de valor agrícolas puede no solo ayudar a revertir la deforestación, sino también aumentar los ingresos y el acceso a los mercados.

  10. Los países no pueden darse el lujo de esperar para solucionar los problemas de gobernanza antes de comenzar a invertir en la acción climática. En todos los CCDR se llega a la conclusión de que contar con entornos institucionales y de gobernanza sólidos permitiría reducir los costos y maximizar los beneficios de la transición. Por otra parte, dada la urgencia de la acción climática, se necesita un enfoque paralelo a la hora de fortalecer las instituciones y las inversiones en esa esfera. En los CCDR se identifican las sinergias que pueden registrar sin demora, incluso cuando las instituciones, la gobernanza y las estructuras económicas son imperfectas.

Para obtener más información sobre las enseñanzas extraídas de los CCDR del Grupo Banco Mundial, véase Clima y desarrollo: Una agenda para la acción. (i)

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