COMUNICADO DE PRENSA

En un informe se destaca la necesidad de medidas audaces para promover la igualdad de género en el trabajo

Febrero 20, 2014


Según el Grupo del Banco Mundial, el empoderamiento de la mujer en el trabajo contribuye al objetivo de poner fin a la pobreza

CIUDAD DE WASHINGTON, 20 de febrero de 2014. En un nuevo informe del Grupo del Banco Mundial se destaca la necesidad de adoptar medidas audaces y coordinadas que fomenten la igualdad de oportunidades para la mujer en el entorno laboral, entre ellas abordar desde un principio los prejuicios de género, ampliar el acceso de la mujer a la propiedad y las finanzas, y elevar la edad jubilatoria, lo que traerá beneficios considerables en la lucha contra la pobreza.

Según la publicación Gender at Work (Cuestiones de género en el trabajo), prácticamente todas las mediciones a nivel mundial indican que las mujeres se ven más afectadas por la exclusión económica que los hombres. Las tendencias sugieren que en los últimos 20 años la participación de la mujer en la fuerza de trabajo se ha estancado y se ha reducido del 57% al 55% a nivel mundial. Esto es así a pesar de la creciente evidencia de que el empleo beneficia a las mujeres, las familias, las empresas y las comunidades.

“Sabemos que si se reducen las disparidades de género en el entorno laboral se pueden generar importantes beneficios en materia de desarrollo: se puede mejorar la salud y la educación de los niños, contribuir a la reducción de la pobreza y fomentar la productividad”, señaló Jim Yong Kim, presidente del Grupo del Banco Mundial. “Se trata de una cuestión urgente. No actuar equivale a perder una gran oportunidad. Hasta el momento, se ha avanzado muy poco y con demasiada lentitud”.

“Hoy en día, muchas más niñas asisten a la escuela y tienen una vida más larga y saludable que hace 30 o incluso 10 años. Pero esto no se ha traducido en mayores beneficios”, afirmó Kim. “Aún hay demasiadas mujeres que carecen de libertades y oportunidades, y enfrentan enormes desigualdades en el mundo laboral”.

De acuerdo con el informe, dado que, desde temprano y a lo largo de toda su vida, las mujeres deben enfrentar diversas limitaciones en el ámbito laboral, para reducir la disparidades de género es necesario tomar medidas progresivas, generales y coordinadas. En el documento, que complementa el Informe sobre el desarrollo mundial 2013, dedicado al empleo, se señala que las opciones deberían ser, entre otras, incorporar la igualdad de género en las estrategias de empleo y crecimiento, reformar los sistemas jurídicos, y comprometer la participación del sector privado en la búsqueda de soluciones innovadoras destinadas a promover la igualdad de género.

Asimismo, se afirma que las normas sociales pueden exacerbar las privaciones y limitaciones que enfrentan las mujeres. Casi cuatro de cada 10 personas a nivel mundial —casi la mitad en los países en desarrollo— están de acuerdo en que, cuando los empleos escasean, los hombres tienen más derecho al trabajo que las mujeres. Las limitaciones más comunes que enfrentan las mujeres más desfavorecidas incluyen la falta de movilidad, tiempo y aptitudes, la exposición a la violencia, y la ausencia de derechos básicos.

“Las mujeres pobres en particular son propensas a sufrir múltiples limitaciones en varios niveles”, señaló la directora de Género y Desarrollo del Grupo del Banco Mundial, Jeni Klugman, coautora del informe con Matthew Morton. “La creación de condiciones equitativas para ese grupo y el aprovechamiento de su potencial económico podrían ser decisivos para combatir la pobreza extrema”.

En América Latina y el Caribe, la participación de la mujer en la fuerza de trabajo ha aumentado un 35% desde 1990. En el análisis realizado por el Grupo del Banco Mundial se concluyó que en 2010 los niveles de pobreza extrema y de desigualdad de ingreso promedio habrían sido un 30% y un 28% más elevados, respectivamente, si no hubiera sido por el aumento de los ingresos de las mujeres generado por el incremento de los ingresos laborales, el acceso a beneficios jubilatorios y la participación en la fuerza de trabajo entre 2000 y 2010.

Según el informe, los estudios de diagnóstico en los países son esenciales para ayudar a los Gobiernos a determinar cuáles son las mejores políticas y resulta imprescindible contar con una mayor participación del sector privado, que es, con mucho, la principal fuente de empleo. El sector privado puede marcar el rumbo creando un entorno de trabajo y políticas que tengan en cuenta las condiciones familiares, incentivando a las mujeres a familiarizarse con puestos y sectores no tradicionales, y revisando las políticas y los sistemas de recursos humanos destinados a abordar la discriminación y el acoso. Asimismo, es necesario realizar más inversiones para subsanar las deficiencias principales en materia de datos y conocimientos.

Para promover la igualdad de género en el trabajo, en el informe se recomienda a los Gobiernos la adopción de medidas específicas que abarquen el ciclo de vida de la mujer y se señala que las intervenciones destinadas únicamente a las mujeres en edad reproductiva comienzan demasiado tarde y terminan demasiado pronto. Los sesgos pueden comenzar en las primeras etapas de la vida, en ocasiones de manera sutil, lo que hace que en última instancia resulte difícil y costoso resolver el problema de la desigualdad.

En Gender at Work se recomiendan diversas políticas que los Gobiernos pueden aplicar a lo largo de la vida de una mujer:

  • Durante la infancia y la juventud, se pueden aplicar políticas orientadas a combatir la desigualdad a través de la educación y la capacitación, por ejemplo brindando incentivos para que las niñas asistan a la escuela.
  • En el caso de las mujeres en edad reproductiva, las medidas a tener en cuenta incluyen eliminar las restricciones al trabajo y el empleo, permitir y alentar la propiedad y la titularidad conjunta de tierras, y aplicar leyes equitativas en materia de sucesiones. Otras estrategias incluyen políticas de flexibilidad y licencias adaptadas a las condiciones familiares, programas de atención infantil accesible y desarrollo en la primera infancia, y el desarrollo de infraestructura para aligerar las tareas que realiza la mujer cuando se dedica al cuidado del hogar y de la familia. Es imprescindible contar con acceso equitativo a los activos y a los servicios financieros. Abordar las limitaciones fuera del sector formal reviste particular importancia en los países de ingreso bajo, dado que la mayoría de las personas —sobre todo las mujeres— no percibe sueldos ni salarios por su trabajo.
  • En el caso de las mujeres de mayor edad, los Gobiernos pueden apoyar la elaboración de normas laborales equitativas para la vejez, combinadas con programas de protección social adecuados. La edad jubilatoria debería ser la misma para los hombres y las mujeres. Por otra parte, mediante programas específicos se puede mejorar la capacidad de las mujeres de mayor edad que puedan y quieran trabajar, y a través de las políticas previsionales se puede brindar protección sin desalentar el trabajo de la mujer.

En el informe se advierte que el envejecimiento de la población en el mundo en desarrollo revestirá cada vez más importancia para los Gobiernos. Se espera que de aquí a 2050 la tasa de dependencia de las personas mayores en los países en desarrollo aumente un 144% y que en ese mismo período la tasa de dependencia de los niños disminuya un 20%, lo que alterará la naturaleza de la carga de los cuidados en las familias y las sociedades.

“Hoy en día, se aprovecha apenas la mitad del potencial productivo de las mujeres a nivel mundial. Esto es un desperdicio, dado que la igualdad de género en el entorno laboral es sumamente beneficiosa tanto en el ámbito del desarrollo como de la actividad empresarial. El compromiso debe comenzar con la tarea de fomentar las capacidades y aspiraciones de los niños y las niñas en igual medida desde los primeros años, de manera de generar un efecto lo suficientemente duradero para que ellos y las futuras generaciones vivan en un mundo más equitativo y próspero”, manifestó Klugman.

La Organización Internacional del Trabajo estima que se desaprovecha casi la mitad del potencial de las mujeres en edad reproductiva, en comparación con el 22% en el caso de los hombres. La reducción de estas disparidades podría reportar enormes beneficios para el desarrollo. En un estudio realizado por Goldman Sachs se concluye que si se redujeran las disparidades de género en el trabajo se podría incrementar en hasta un 14%, para 2020, el ingreso per cápita en los mercados emergentes.

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COMUNICADO DE PRENSA N.º
2014/320/PREM

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