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COMUNICADO DE PRENSA Septiembre 28, 2020

Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos puede generar grandes beneficios para la seguridad alimentaria de los países y el medio ambiente

Incluso antes de la pandemia, se perdía o desperdiciaba un tercio de todos los alimentos producidos anualmente

CIUDAD DE WASHINGTON, 28 de septiembre de 2020. Las inversiones que reducen la pérdida y el desperdicio de alimentos pueden dar lugar a grandes progresos en dos cuestiones apremiantes de esta época: la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental, según se revela en un nuevo informe del Banco Mundial. No obstante, los resultados no son automáticos: los países necesitan soluciones bien orientadas.

Incluso antes de que la pandemia de COVID-19 alterara las cadenas de suministro nacionales —lo que llevó a algunos agricultores a destruir los cultivos no vendidos—, cerca de un tercio de todos los alimentos producidos anualmente se perdía durante el cultivo, el transporte o el procesamiento, o se desperdiciaba en las etapas de venta o consumo minorista. En un nuevo informe del Banco Mundial y cuatro estudios de casos de países, se analiza por qué la pérdida y el desperdicio de alimentos han sido cuestiones difíciles de manejar y se proponen soluciones específicas para cada país e incluso para cada producto básico.

“Las estrategias para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos pueden reportar múltiples beneficios”, dijo Juergen Voegele, vicepresidente de Desarrollo Sostenible del Banco Mundial. “Junto con otras políticas e inversiones, estas estrategias pueden tener un papel fundamental a la hora de ayudar a los países a mejorar la salud de sus habitantes, de su economía y del medio ambiente”.

 

Al adoptar los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2015, los países se comprometieron a ayudar a rebajar a la mitad el desperdicio mundial de alimentos a nivel de venta y consumo minorista y a reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha, para 2030 (Objetivo de Desarrollo Sostenible 12.3). Sin embargo, los avances han sido muy irregulares. Los autores de Addressing Food Loss and Waste: A Global Problem with Local Solutions (Abordar la pérdida y el desperdicio de alimentos: Un problema mundial con soluciones locales) sostienen que las soluciones de compromiso entre asequibilidad de los alimentos, medios de subsistencia rurales y uso sostenible de los recursos naturales solo pueden evitarse si primero se las identifica y luego se las aborda estableciendo claras prioridades de política.

Cuando los alimentos se cultivan solo para descartarse, se consumen valiosos recursos naturales y se produce una contaminación innecesaria. Se generan emisiones de gases de efecto invernadero a partir del proceso de cultivar alimentos que no se consumen y de la descomposición de materia orgánica. Las emisiones relacionadas con la pérdida y el desperdicio de alimentos corresponden aproximadamente a un 8 % de las emisiones mundiales totales, por lo que los avances en esta esfera serían una forma prometedora de mitigar el cambio climático.

La reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos también puede mejorar la seguridad alimentaria. Si bien un enfoque muy utilizado por los Gobiernos de países de ingreso bajo y mediano es el de mantener los precios de los alimentos artificialmente bajos para afrontar la inseguridad alimentaria, esto tiene consecuencias porque los precios bajos no reflejan los verdaderos costos ambientales de producir alimentos y no generan desincentivos para conservar los recursos. Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos puede incrementar la disponibilidad de comida y, por lo tanto, hacer que esta sea más asequible para los consumidores sin incrementar la producción ni continuar desgastando los recursos naturales.

“Las prioridades de política y las circunstancias particulares de cada país deben orientar la atención que se pone en las diferentes etapas de la cadena de suministro”, dijo Geeta Sethi, asesora del Departamento de Prácticas Mundiales de Alimentación y Agricultura del Banco Mundial y autora principal del estudio. “Los países necesitan buenos datos y análisis para poder elegir los instrumentos de política más adecuados y realizar inversiones coherentes”.

Como complemento del estudio principal se presentan cuatro estudios de casos que abordan los desafíos y oportunidades en términos de pérdida y desperdicio de alimentos en Guatemala, Nigeria, Rwanda y Vietnam. Estos diagnósticos constituyen la base de las recomendaciones de política específicas. Por ejemplo:

  • Mejorar la información climática y de mercados que llega a los agricultores sería una forma de reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos en Rwanda, donde a menudo se planta una cantidad superior a la normal para protegerse contra los riesgos y la incertidumbre, lo que conduce a pérdida de cultivos al momento de la cosecha.
  • Mejorar la inocuidad de los alimentos permitiría a Vietnam producir más y mejores alimentos a partir de recursos naturales cada vez más escasos, reducir el impacto sanitario de los alimentos inseguros en los ciudadanos e incrementar los niveles de cumplimiento de los estándares de importación y exportación para que los productos no se rechacen con tanta frecuencia.
  • En Guatemala, las inversiones en sistemas de almacenamiento a nivel de establecimientos agrícolas o cooperativas podrían reducir notablemente las pérdidas, generar más ventas de los agricultores de subsistencia pobres y dar lugar a mayores ingresos, lo que serviría para luchar contra la pobreza rural y el hambre.
  • Abordar las limitaciones de transporte a lo largo de un transitado corredor norte-sur en Nigeria podría reducir considerablemente la pérdida y el desperdicio de alimentos, y garantizar que más comida llegue a la creciente cantidad de habitantes del sur.

Addressing Food Loss and Waste: A Global Problem with Local Solutions y los cuatro diagnósticos de países conexos contaron con el respaldo de la Fundación Rockefeller. Constituyen un esfuerzo de colaboración de múltiples investigadores y expertos basado en datos y aportes de la Universidad de Cornell y el equipo de Waste and Resources Action Programme (WRAP), un grupo de expertos que trabaja en pos de una economía sostenible y con un uso eficiente de los recursos.

El Grupo Banco Mundial, una de las principales fuentes de financiamiento y conocimientos para los países en desarrollo, está adoptando medidas rápidas y de amplio alcance a fin de ayudar a los países en desarrollo a fortalecer su respuesta frente a la pandemia. Con tal objetivo, respalda intervenciones de salud pública, trabaja para garantizar el suministro de insumos y equipos esenciales, y ayuda al sector privado a continuar sus operaciones y mantener el empleo. Destinará hasta USD 160 000 millones en asistencia financiera durante un período de 15 meses para ayudar a más de 100 países a proteger a los sectores pobres y vulnerables, respaldar a las empresas e impulsar la recuperación económica. Dicho monto incluye USD 50 000 millones correspondientes a nuevos recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), que se asignarán en forma de donaciones y préstamos en condiciones sumamente concesionarias.


COMUNICADO DE PRENSA N.º 2021/031/AGR

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