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Panorama general

En el año recién pasado ocurrieron varios hechos positivos en la región de Oriente Medio y Norte de África (MENA).

Iraq liberó territorio ocupado previamente por el grupo Estado Islámico (EI) y empezó las fases de recuperación y reconstrucción; se llevaron a cabo reformas económicas y sociales importantes en países, como Egipto y Arabia Saudita; los refugiados sirios y las comunidades de acogida en el Líbano y Jordania —con apoyo de la comunidad internacional— continuaron mostrando una resiliencia notable, y en Libia se dio un nuevo impulso para solucionar la crisis que lo afecta.

Además, el crecimiento ha mejorado en toda la región y se prevé que se fortalecerá en los próximos años. Casi todos los países de MENA han comenzado a reducir o eliminar los subsidios a la energía, identificar nuevas fuentes de ingresos no procedentes del petróleo y ampliar sus redes de protección social para proteger a los pobres de los efectos negativos de este cambio.

Al mismo tiempo, ha habido reveses. Las guerras han causado estragos en Siria y Yemen, imponiendo una pesada carga en términos de vidas humanas e infraestructura física; los avances en el proceso de paz en Oriente Medio siguen siendo un reto y partes de la región corren el riesgo de perder a una generación completa de niños que no van a la escuela debido a la fragilidad, el conflicto y la violencia.

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