Chile se destaca en América Latina como un país de altos ingresos con un marco macroeconómico sólido, un régimen de comercio abierto y un sector privado dinámico. En las últimas décadas, Chile ha logrado un crecimiento económico sostenido, una reducción significativa de la pobreza y una expansión de la clase media. Fue el primer país de la región en unirse a la OCDE, y su tasa de pobreza se encuentra entre las más bajas de América Latina. El país también ha avanzado en la gestión fiscal, el desarrollo del sector financiero y la diversificación de su base exportadora, particularmente en minería, agricultura y servicios.
Sin embargo, Chile enfrenta desafíos persistentes y emergentes. El crecimiento económico y la productividad se han desacelerado en los últimos años, y la productividad total de los factores se ha estancado. La desigualdad sigue siendo alta, con movilidad social limitada y disparidades en el acceso a servicios de salud, educación y protección social de calidad. El mercado laboral está segmentado, con baja participación femenina y alta informalidad. Las disparidades regionales persisten, y los grupos vulnerables, incluidas las mujeres, los jóvenes, los migrantes y los pueblos indígenas, enfrentan una mayor pobreza y exclusión.
Otro desafío crítico es la exposición del país a los riesgos climáticos, incluidas las sequías y la escasez de agua, y su economía sigue dependiendo de sectores intensivos en carbono. La transición a una economía más verde y resiliente es esencial para el crecimiento a largo plazo y la inclusión social.
Para avanzar hacia un desarrollo más inclusivo, sostenible y resiliente, Chile puede impulsar su productividad e innovación, avanzar en la igualdad de género y la inclusión en el mercado laboral, mejorar el acceso a los servicios sociales, mejorar la inclusión financiera y apoyar un crecimiento verde y resiliente.