Tras una grave crisis bancaria en 2002, una gestión macroeconómica sólida y condiciones externas favorables sustentaron un período prolongado de expansión económica. Sin embargo, desde 2015, el crecimiento se ha moderado debido a la caída de los precios de las materias primas, la pandemia de COVID-19 y las perturbaciones climáticas, incluida una sequía histórica desde octubre de 2022 hasta agosto de 2023.
A pesar de estos desafíos, Uruguay ha cumplido en gran medida con una regla fiscal y sigue gozando de los spreads soberanos más bajos de la región, lo que refleja una sólida calidad institucional. Una sequía severa redujo el crecimiento al 0.7 por ciento en 2023, pero la economía de Uruguay se recuperó, y creció un 3.1 por ciento en 2024. Las exportaciones impulsaron la recuperación, particularmente en soja y celulosa.
Se espera que el crecimiento se desacelere a su tasa potencial de alrededor del 2.2 por ciento entre 2025 y 2027 a medida que esta dinámica se normalice. La inflación alcanzó la meta del 4.5 por ciento del banco central a mediados de 2025 y se espera que se mantenga dentro del rango.