La República Dominicana es una de las economías de más rápido crecimiento en América Latina y el Caribe en la última década. El PIB real creció un 4,9 % en 2022, impulsado por los servicios. El sector de hoteles, bares y restaurantes creció un 24 por ciento durante el mismo período, respaldado por una activa campaña de vacunación del gobierno y una recuperación en el turismo mundial. La política fiscal expansiva también contribuyó al crecimiento.
Si bien el PIB se ha recuperado por completo de la pandemia, la posición fiscal se ha debilitado. La deuda pública se mantiene por encima de los niveles previos a la pandemia y la factura de intereses ya absorbió el tres por ciento del PIB en 2022. El espacio fiscal reducido ha reforzado la tendencia a la baja de la inversión pública (del 3,9 al 2,8 por ciento del PIB entre 2005 y 2021).
El crecimiento ha llevado a un aumento de la clase media ya una reducción de la pobreza. Pero también trajo más población a las ciudades. En los últimos 15 años, más dominicanos se mudaron a las ciudades. La población urbana aumentó en un 50% y el país pasó de ser una sociedad agrícola a una dominada por grandes áreas metropolitanas.
Los sectores en crecimiento tampoco han logrado apoyar la creación de empleos de calidad, y es necesario mejorar el acceso a bienes y servicios básicos de calidad –en educación, salud, agua y electricidad– que ayuden a expandir las oportunidades económicas, aumentar la movilidad económica y proteger a los pobres y vulnerables población.
Las crecientes tasas de inflación están afectando los medios de subsistencia de la población, principalmente de los más vulnerables. La inflación de fin de año alcanzó el 7,8 % a/a en 2022, impulsada por el impacto de las interrupciones en las cadenas de suministro internacionales y el aumento de los precios de las materias primas para alimentos y transporte.
En 2022, el empleo creció un 2 % y la informalidad disminuyó 1,9 puntos porcentuales en comparación con 2021.Se espera que la tasa de pobreza de ingreso medio alto (US$6,85 PPA por día 2017) continúe disminuyendo en 2023 a 21,6 por ciento.
Las brechas de género injustificadas en los salarios, la segmentación ocupacional por género en actividades menos productivas y peor pagadas, vidas laborales más cortas y mayor desempleo y roles no remunerados, todo se combina para contribuir a una mayor incidencia de pobreza entre las mujeres de todos los grupos de edad en la República Dominicana, en comparación con los hombres. Además, el embarazo adolescente, con 93 nacimientos por cada 1000 mujeres de 15 a 19 años (2018), sigue siendo excepcionalmente alto según los estándares mundiales, y muy por encima del promedio de la región de 62,1.
Perspectivas de crecimiento
Se espera que el crecimiento económico de la República Dominicana se desacelere del 4,9 % al 4,4 % en 2023 debido a condiciones financieras más estrictas, la consolidación fiscal continua y la desaceleración económica mundial. Sin embargo, se espera que las reformas estructurales en energía, agua y asociaciones público-privadas, así como los esfuerzos para mejorar el capital humano y atraer inversión extranjera directa, mantengan el potencial de crecimiento en el mediano plazo. Como resultado, se proyecta que el crecimiento se acelere al 5 por ciento después de 2023.
La agricultura sostenible también puede fortalecer el crecimiento mediante la modernización de los puestos de trabajo y la ecologización de los productos. También se espera que las reformas y la innovación fortalezcan el crecimiento verde y promuevan la inclusión. Estos supuestos sentarían las bases para que la RD cruce el umbral de ingreso nacional bruto per cápita para los países de altos ingresos alrededor de 2035 (el umbral fue de US$12,695 en 2020 frente a un ingreso per cápita de US$7,260 en la RD).
El escenario macroeconómico enfrenta riesgos tanto de demanda como de oferta. Los principales riesgos económicos provienen principalmente de invasión de Rusia a Ucrania, cuyo efecto principal ha sido el aumento de los precios de los bienes y servicios (RD es un importador neto de petróleo, gas natural, soja, sorgo, trigo y maíz), lo que puede afectar a los hogares más pobres.
La normalización de la política monetaria en Estados Unidos puede conducir a condiciones financieras más restrictivas. El aumento de los precios de los combustibles podría ampliar los balances fiscales y poner riesgos adicionales a la reforma energética. Asimismo, el cambio climático ha intensificado la exposición a desastres naturales, lo que, dado el bajo grado de protección financiera del país frente a estos riesgos, podría incrementar sustancialmente los pasivos fiscales contingentes.
Fomentar el crecimiento a largo plazo requerirá reformas estructurales en apoyo de una mayor productividad que permitiría al país aprovechar las oportunidades de nearshoring y continuar diversificándose hacia actividades no textiles. Esto debería incluir una mayor inversión en innovación, el fomento de clústeres económicos y mejores servicios públicos, particularmente en educación, al tiempo que se reduce la informalidad.
Última actualización: Abr 05, 2023