Guatemala es tierra de bosques nubosos, volcanes, y una gran biodiversidad que resguardan agua, especies y memoria ancestral. Es en este paisaje montañoso, jóvenes de comunidades rurales conservan, protegen y resguardan los bosques y lo convierten en sustento para la comunidad.
En Loma Linda (Quetzaltenango) y Santa Lucía Utatlán (Sololá), el turismo comunitario sostenible y la apicultura están abriendo caminos para que las nuevas generaciones encuentren oportunidades de desarrollo e ingresos en sus comunidades, con el apoyo del Banco Mundial y el acompañamiento de Sotz'il.
Juventud que encuentra futuro en el bosque
Claudio Sarat recuerda que, en 2006, cuando nació la Asociación Sostenible para el Desarrollo Integral y Turístico de Loma Linda (ASODILL), parecía un sueño que los jóvenes pudieran vivir del turismo sin tener que irse de sus comunidades. Años después, ese sueño se hizo realidad con la apertura del sendero hacia la cascada de Chilamate, creado “a punta de machete” por los bordes de los ríos y convertido en fuente de ingresos para guías y cuidadores.
En Santa Lucía Utatlán, a kilómetros de Loma Linda, otro joven se abre paso en su comunidad. Pero en lugar de recorrer senderos, lo hace cuidando colmenas y produciendo miel.
Allí, el zumbido de las abejas conquistó a Abner Roberto Xitamul, de la etnia k’iche’, quien se integró a la Asociación Integral para el Desarrollo Apícola de Miel (AIDAM) en 2017.