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ARTÍCULOJulio 02, 2025

Cuando la salud llegó: esperanza en el altiplano guatemalteco

Por primera vez, las madres de Semejá II en Chichicastenango y Potrero Viejo III en Zacualpa, ambas comunidades en el departamento de Quiché, Guatemala, pueden acceder a atención de salud sin recorrer largas distancias. Gracias a Crecer Sano, se están cambiando vidas.

Hasta hace poco más de un año, una fiebre infantil o un control de embarazo significaban para Laura Guarcas una travesía de dos horas, un gasto de hasta 150 quetzales, casi unos 20 dólares y la pérdida de un día de trabajo. Laura, que vive en Semejá II, hoy se siente aliviada: “El puesto de salud está tan cerca de mi casa que si mi niño tiene tos puedo venir caminando, y lo mejor es que me dan los medicamentos gratis”, cuenta con alegría. Madre de dos hijos - uno de cuatro años y una bebé de cinco meses, por primera vez siente que puede cuidar la salud de su familia sin barreras.

Como ella, miles de personas que viven en comunidades mayas del altiplano guatemalteco —en Quiché, donde 8 de cada 10 personas viven en pobreza monetaria— están experimentando lo que significa tener atención primaria de salud accesible y enfocada en la prevención.

El nuevo puesto de salud de Semeja II es uno de los centros construidos o remozados gracias al Proyecto Crecer Sano, una iniciativa del Gobierno de Guatemala con apoyo del Banco Mundial. Su objetivo es enfrentar la desnutrición crónica, una condición que, según la VI Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil 2014-2015, afecta a más del 46.5 % de los niños menores de cinco años en el país.

Antes tenía que ir a Zacualpa, pagando pasaje, para llevar a mis hijos al médico, y no me lo podía permitir. Ahora traigo a mis hijos, me atienden bien, y me ahorro tiempo y dinero
Fatimetou Mint Mohamed
Dominga Velázquez
Madre de tres hijos de la comunidad de Potrero Viejo III, en Quiché, Guatemala
La paciente Laura Guarcas y su hija son atendidas por la enfermera Sara Pacajoj en el puesto de salud de Semeja II en Quiche

La paciente Laura Guarcas y su hija son atendidas por la enfermera Sara Pacajoj en el puesto de salud de Semejá II, en Quiché, Guatemala. 

Fotografía: Janibeth Miranda / Banco Mundial

Salud para todas las familias

Dominga Velázquez, de la comunidad maya K’iché, tiene 25 años y está embarazada de su tercer hijo, asiste puntualmente al puesto de salud en Potrero Viejo III. Lleva a sus dos hijos a sus controles de salud en donde los pesan, les aplican sus vacunas y ella recibe vitaminas. “Antes tenía que ir a Zacualpa, pagar pasaje. Ahora traigo a mis hijos, me atienden bien, y me ahorro dinero”, dice. “Hace unos días se enfermaron con tos, y vine de una vez. Antes, a veces, no los llevaba por la distancia y el gasto”.

Este puesto de salud beneficia alrededor de 9,000 personas, y está transformando el acceso a la atención primaria en salud en la comunidad. Verónica Orozco, Coordinadora del Distrito Municipal de Salud de Zacualpa, explica que antes el personal debía visitar las comunidades una vez al mes, en espacios improvisados. “Muchas veces no se podía brindar atención oportuna. Hoy tenemos clínicas, sala de espera, personal capacitado, medicamentos, y, sobre todo, un espacio digno para atender”, afirma.

La doctora Veronica Orozco llama a consulta en el puesto de salud de Potrero Viejo III que brinda atención a casi 9000

La doctora Verónica Orozco llama a consulta en el puesto de salud de Potrero Viejo III, que brinda atención a casi 9000 personas de las comunidades aledañas. 

Fotografía: Janibeth Miranda / Banco Mundial.

Un aliado contra la desnutrición

La desnutrición infantil no es solo una cifra: es una amenaza que compromete el desarrollo físico y cognitivo de los niños, limita su aprendizaje y perpetúa la pobreza. “Si un niño no recibe la alimentación adecuada en sus primeros años, su desarrollo se compromete para toda la vida”, advierte Orozco.

Los nuevos puestos permiten monitorear el peso y talla de los niños detectar casos a tiempo y orientar a las madres sobre nutrición, lactancia materna, estimulación temprana y planificación familiar, entre otros.

Sara Pacajoj, Auxiliar de Enfermería en Semejá II, conoce bien los desafíos. “Antes atendíamos en escuelas sin privacidad, y a veces sin poder entregar medicamentos. Hoy vienen más personas al puesto, ya no tenemos que ir casa por casa a buscarlas, y el servicio es constante”. “No obstante, uno de los principales retos- fue lograr que las madres no falten a sus controles- por lo que siempre hay que recordárselos”, puntualizó.

Una comunidad que lo hizo posible

La construcción de los puestos de salud en Potrero Viejo III y Semejá II fue posible gracias al trabajo conjunto entre la comunidad y el Ministerio de Salud. Isidro Gutiérrez, presidente del Consejo Comunitario de Desarrollo (COCODES), recuerda con orgullo ese proceso: “Fue un esfuerzo de todos. Por eso sentimos que este puesto es nuestro”.

Cada ladrillo colocado refleja el compromiso, la participación y el sentido de pertenencia de las y los habitantes. Más que infraestructura, estos puestos de salud representan esperanza, dignidad y el derecho a una atención oportuna, construidos desde las raíces mismas de la comunidad.

Resultados que se pueden medir… y sentir

De acuerdo con una encuesta realizada en los hogares de los departamentos beneficiados por el proyecto Crecer Sano, más del 80 % de las mujeres encuestadas recibieron al menos cuatro controles prenatales durante su embarazo. Estos controles son cruciales para proteger la salud de la madre y del bebé, ya que permiten detectar a tiempo posibles complicaciones y brindar un acompañamiento seguro durante la gestación. Para muchas mujeres en comunidades rurales, acceder a este tipo de atención ha significado una mejora real en su bienestar y el de sus familias.

Hasta mayo de 2025, cerca de 300 mil personas en algunas de las comunidades más pobres de Guatemala han mejorado su acceso a servicios básicos de salud, gracias a la construcción y renovación de 90 puestos de salud a través del proyecto Crecer Sano.

Cada puesto de salud construido o renovado no es solo infraestructura. Es una puerta abierta a un futuro más sano, más justo y digno - desde los primeros días de vida.

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