La energía es un elemento central del desarrollo y posibilita las inversiones, las innovaciones y el surgimiento de nuevas industrias que constituyen el motor de la creación de empleo, el crecimiento inclusivo y la prosperidad compartida de economías enteras.
Sin embargo, casi 733 millones de personas todavía carecen de acceso a la electricidad en todo el mundo. Al ritmo de avance actual, 670 millones de personas seguirán sin tener electricidad para 2030, es decir 10 millones más que lo proyectado el año pasado. Alrededor de 2600 millones de personas cocinan o calientan sus hogares con combustibles contaminantes que son perjudiciales para su salud y para el medio ambiente.
Las crisis energéticas perjudican en mayor medida a los pobres
En la primera mitad de 2022 se ha producido una de las mayores conmociones en los mercados energéticos globales que el mundo ha visto en décadas. La pandemia de COVID-19 y la guerra en Ucrania han causado un aumento de los precios de los combustibles, exacerbando la escasez de energía y las preocupaciones sobre la seguridad energética, y desacelerando aún más los avances hacia el acceso universal a energía asequible, confiable, sostenible y moderna para 2030, esto es el Objetivo de Desarrollo Sostenible 7 (ODS 7).
Las crisis de los precios de la energía afectan a la mayoría de los países, pero las naciones en desarrollo enfrentan los mayores impactos, especialmente los países importadores de energía. Estos tienen una capacidad limitada para mitigar los aumentos en los precios de la energía, y ello ha conducido al racionamiento energético en algunos países y a una mayor pobreza.
Casi 90 millones de personas en Asia y África que habían conseguido acceder a electricidad ya no pueden pagar sus necesidades energéticas básicas. Al mismo tiempo, el aumento de los precios de la energía ha afectado a toda la cadena de suministro de producción y distribución de alimentos, provocando también un alza de los precios de estos productos, con consecuencias devastadoras para los más pobres y vulnerables.
Las energías renovables son la clave para una energía verde, segura y asequible
Las energías renovables pueden ayudar a los países a mitigar el cambio climático, generar resiliencia ante la volatilidad de los precios y bajar los costos de la energía, algo especialmente importante en la actualidad dado que el aumento de los costos de los combustibles fósiles debilita a los países pobres importadores de energía.
Las tecnologías de energía solar y eólica pueden convertirse en un factor de cambio para muchos países en desarrollo ya que son abundantes, rentables y una fuente de energía confiable cuando se combinan con el almacenamiento en baterías. La energía hidroeléctrica también es un tipo de energía limpia, renovable y una de las fuentes de electricidad más baratas para los consumidores.
Por ejemplo, el costo de la electricidad generada por minirredes solares ha bajado de USD 0,55 por kWh en 2018 a USD 0,38 por kWh en la actualidad. Las minirredes solares modernas suministran energía a poblaciones de lugares apartados que no están conectadas a la red eléctrica, proporcionan suficiente electricidad para equipos eléctricos que cambian la vida —como equipamiento médico en hospitales y bombas de extracción de agua potable en comunidades agrícolas— y constituyen la forma más barata de suministrar electricidad confiable y limpia a las comunidades que viven en zonas remotas. Según estimaciones (i), conectar 490 millones de personas a minirredes solares podría reducir 1200 millones de toneladas de emisiones de CO2.
Financiamiento de la transición energética
El consumo de energía representa más de tres cuartas partes de las emisiones de gases de efecto invernadero. Financiar la mayor utilización de la energía renovable y proyectos de eficiencia energética, al tiempo que se retiran gradualmente los combustibles fósiles es fundamental para abordar el cambio climático.
Aunque la inversión en energía limpia a nivel mundial recobra impulso, las inversiones en los países de ingreso bajo y mediano siguen estando en los mismos niveles de 2015 o por debajo de estos. Para lograr cero emisiones netas a más tardar en 2050, las inversiones en el sector energético en los países en desarrollo deben cuadruplicarse hasta llegar a USD 1 billón en 2030, y eso incluye una aceleración importante de las inversiones en energía solar y eólica terrestre y eólica marina.
Sin embargo, en los países en desarrollo, el espacio fiscal limitado y la falta de acceso al financiamiento hacen inasequibles las costosas inversiones iniciales en energía renovable. Además, la incertidumbre macroeconómica y política desalienta a los inversionistas privados de apoyar la energía renovable.
Última actualización: Sept 26, 2022