Skip to Main Navigation

Panorama general

La pandemia de COVID-19 (coronavirus) (i) subrayó, como nunca antes, la necesidad de reforzar la preparación y las capacidades de los sistemas sanitarios nacionales, y de velar por la continuidad de los servicios esenciales de salud, en particular para las mujeres, los niños y los adolescentes.

El logro de la cobertura sanitaria universal (CSU) es un elemento central de esta labor. El Grupo Banco Mundial (GBM) apoya las medidas de los países dirigidas a lograr este objetivo y proveer servicios médicos de calidad y asequibles para todos, independientemente de la capacidad de pago de las personas, fortaleciendo los sistemas de atención primaria y reduciendo los riesgos financieros asociados con la mala salud y la creciente desigualdad.

Las investigaciones (i) más recientes del Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestran que, aun antes de la pandemia, más de 500 millones de personas vieron agravada su situación de pobreza extrema o cayeron en esa condición porque tuvieron que pagar los servicios de salud de sus propios bolsillos. Es probable que la pandemia de COVID‑19 ha empeorado la situación y detenido los avances logrados durante dos décadas hacia la cobertura sanitaria universal.

Además, al interrumpir la prestación de servicios de salud esenciales, la pandemia afectó años de avances arduamente conseguidos en las áreas de salud y capital humano, especialmente para los grupos más vulnerables, como las mujeres, los niños y los adolescentes. Garantizar que todas las mujeres y los niños tengan acceso a atención médica es también fundamental para poner fin a la pobreza, crear economías sólidas y lograr la cobertura sanitaria universal.

El Mecanismo Mundial de Financiamiento para las Mujeres, los Niños y los Adolescentes (GFF) (i), una alianza de múltiples partes interesadas con sede en el Banco Mundial, ha brindado apoyo a los países con mayor carga de mortalidad materna e infantil y necesidades financieras más acuciantes. Desde que se fundó este mecanismo en 2015, los países asociados han logrado avances significativos para mejorar la salud maternoinfantil.

El Banco Mundial es la principal fuente de financiamiento de la respuesta sanitaria a la COVID-19, y ha comprometido más de USD 14 300 millones para más de 100 países, incluidos más de 30 países afectados por fragilidad, conflictos y violencia.

La pandemia también trajo consigo aislamiento social, dificultades financieras e interrupción de los servicios de atención de la salud, lo que incide negativamente en el bienestar mental de las personas. Un informe reciente de la OMS indica que, durante el primer año de la pandemia de COVID‑19, la prevalencia mundial de la ansiedad y la depresión aumentó un 25 %.

Según estimaciones del último tiempo (i), en 2020 los Gobiernos de todo el mundo gastaron, en promedio, poco más del 2 % de sus presupuestos de salud en el área de la salud mental, y muchos países de ingreso bajo informaron que contaban con menos de 1 trabajador dedicado a la salud mental por cada 100 000 habitantes. El Banco Mundial apoya los esfuerzos que se llevan adelante para poner la salud mental (i) en el centro de las iniciativas sanitarias en todo el mundo, además de considerarlo un elemento esencial de la acumulación de capital humano.

Por otro lado, aumenta la carga de enfermedades no transmisibles, como el cáncer, las patologías cardiovasculares y la diabetes. En la actualidad, dichas enfermedades provocan el 70 % de las muertes a nivel mundial, la mayoría de las cuales se registra en países de ingreso bajo y mediano. Al mismo tiempo, y a pesar de los avances en la reducción de la carga de estas enfermedades, en muchos sitios las tasas de malnutrición (i) siguen siendo elevadas, y los servicios de salud sexual y reproductiva y las medidas para luchar contra la mortalidad materna son insuficientes.

Si bien la cobertura sanitaria universal es crucial para desarrollar el capital humano y para lograr una respuesta y recuperación eficaces frente a la pandemia, los servicios de atención primaria de calidad también son esenciales para prevenir, detectar y gestionar las enfermedades, así como para promover la salud.

Pero los sistemas sanitarios de muchos países se enfrentan a diversas dificultades provocadas por la pandemia, el cambio climático, el envejecimiento de la población y la carga cada vez mayor de afecciones relacionadas con el estilo de vida.

Hoy más que nunca, para garantizar una mejor protección frente a brotes importantes de enfermedades, es crucial prepararse para posibles casos de pandemia y abordar la vigilancia de las enfermedades sobre la base de sistemas de salud sólidos y resilientes que abarquen a toda la población, en especial a los grupos más vulnerables. En un informe reciente del Banco Mundial (i) se traza un programa para reconfigurar y adaptar la atención primaria de la salud en consonancia con estos fines. Dicho documento refleja una nueva comprensión sobre las vulnerabilidades y oportunidades a nivel mundial y local tras la pandemia de COVID‑19. En otro informe titulado Change Cannot Wait: Building Resilient Health Systems in the Shadow of COVID-19 (i) (El cambio no puede esperar: Crear sistemas de salud resilientes a la sombra de la COVID-19), basado en el análisis anterior, se presenta un nuevo marco para aumentar la resiliencia de los sistemas sanitarios y ayudar a los países y los asociados a focalizar mejor las inversiones para mejorar los resultados de salud.

Última actualización: Mar 29, 2023

  • loader image

Preparar a los países para una distribución segura y eficaz de las vacunas

Más eventos sobre salud Arrow

Recursos adicionales

Contactos en la oficina del país

Ciudad de Washington
Alexandra Humme