La estrategia mundial de educación del Banco Mundial se centra en garantizar que todos los niños, donde sea que se encuentren, puedan aprender.
El Banco imagina un mundo en el que todos los países preparan a sus niños y jóvenes para que alcancen el éxito como ciudadanos y estos cuenten con los instrumentos necesarios para participar en el desarrollo de su país.
A efectos de concretar esta visión, ha establecido una meta para reducir la pobreza de aprendizajes (i) a la mitad para 2030. Esto entraña lograr una disminución de al menos el 50 % en el número de niños de 10 años que no pueden leer ni entender un texto sencillo. A través de sus esfuerzos, la institución respalda la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 (ODS 4) (i), que se relaciona con garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos, ya que la alfabetización básica es una condición previa para la educación de calidad y el aprendizaje permanente.
El Banco Mundial trabaja directamente con los Gobiernos, proporcionándoles asistencia técnica, préstamos y donaciones. Ayuda a los países a difundir y aplicar soluciones innovadoras para los desafíos en el ámbito de la educación, dedicando especial atención a la reforma sistémica en todo el ciclo educativo, desde la primera infancia hasta la educación terciaria y el aprendizaje permanente. Con ese fin, genera y publica datos, garantiza la alineación con los procesos de formulación de políticas y cierra la brecha entre la investigación y la práctica.
Enfoque estratégico de la educación
La visión del Banco para el futuro (PDF, en inglés) es que todos los alumnos, donde sea que se encuentren, aprendan con alegría, con rigor y con un objetivo determinado.
Para orientar el apoyo operativo y de asesoramiento en materia de políticas que ofrece a los países, la institución se centra en las medidas normativas que se necesitan para acelerar el aprendizaje y que caracterizan el funcionamiento de muchos sistemas exitosos. Dichas medidas se presentan dentro de cinco pilares interrelacionados de un sistema educativo eficiente que constituyen la base del enfoque estratégico de políticas educativas del Banco Mundial, a saber: los alumnos, los docentes, los recursos de aprendizaje, las escuelas y la administración del sistema. Entonces, es necesario que:
- los alumnos estén preparados y motivados para aprender;
- los docentes de todos los niveles sean eficaces y se sientan valorados;
- las aulas cuenten con los recursos necesarios para el aprendizaje;
- las escuelas sean ámbitos seguros e inclusivos;
- los sistemas educativos estén bien administrados.
Los principios del Banco Mundial
- Llevar a cabo reformas sistémicas respaldadas por un compromiso de políticas para que todos los niños aprendan. Adoptar un enfoque integrado respecto del sistema educativo para garantizar el aprendizaje a lo largo de toda la vida. Los servicios educativos, que incluyen la educación preescolar (i), primaria, secundaria, universitaria (i), e incluso terciaria, deben ser coherentes y estar alineados entre sí.
- Hacer constante hincapié en la equidad y la inclusión a través de medidas progresivas para lograr el acceso universal a una educación de calidad. Para hacer realidad el acceso universal, es necesario que exista igualdad de oportunidades. Se deben satisfacer las necesidades educativas de los niños y los jóvenes adultos de las zonas frágiles o afectadas por conflictos (i), las personas que viven en comunidades marginadas y rurales, las niñas y las mujeres, las poblaciones desplazadas, los estudiantes con discapacidad (i) y otros grupos vulnerables. Es decir, un enfoque inclusivo y específico. Se comprenden las necesidades de los Gobiernos y se trabaja con ellos para garantizar que la educación beneficie a todos.
- Centrarse en los resultados y actuar a partir de las evidencias para mejorar constantemente las políticas utilizando sistemas de medición para orientar las mejoras. Los sistemas de medición (i) son imprescindibles para identificar las regiones y las escuelas que están logrando resultados, conocer las buenas prácticas y estar al corriente de las medidas que resultan eficaces. Se invierte en el desarrollo de bienes públicos mundiales como el Tablero Global de Políticas Educativas (GEPD) para medir los factores clave que impulsan los resultados del aprendizaje en la educación básica de una manera eficaz en función de los costos (utilizando el Enfoque Sistémico para Lograr Mejores Resultados en la Educación (SABER) [i], los indicadores de prestación de servicios (IPS) [i] y el instrumento Teach [PDF]), y se trabaja con los países para mejorar sus sistemas de datos.
- Cerciorarse de que el compromiso financiero sea proporcional a las sumas necesarias para proporcionar servicios básicos para todos. Como en el caso de todos los otros recursos públicos, el dinero asignado a la educación debe ser suficiente y se debe utilizar de manera eficiente (i). Se aspira a consolidar el financiamiento vinculado a los resultados. Los fondos deben canalizarse adecuadamente y gastarse de manera inteligente en todas las regiones y establecimientos escolares utilizando, para orientar las mejoras, las evidencias y los datos sobre la manera en que se están llevando a cabo los procesos y el impacto de las intervenciones. Casi el 40 % de las operaciones se realiza a través de mecanismos de financiamiento basados en resultados.
- Realizar inversiones inteligentes en tecnología de modo que los sistemas educativos utilicen la tecnología y aprendan a aprovecharla para respaldar sus objetivos de aprendizaje. Al utilizarse la tecnología educativa se deben considerar cinco principios (i): tener un propósito claro y poner énfasis en los objetivos educativos; abarcar a todos los estudiantes; empoderar a los docentes; ser parte de un ecosistema de asociados, y usar los datos de manera rigurosa y habitual para determinar qué estrategias, políticas y programas son eficaces para maximizar el aprendizaje de los estudiantes.
Abordar la crisis mundial del aprendizaje y la pandemia de COVID-19
La COVID-19 está causando estragos en las vidas de los niños pequeños, los estudiantes y los jóvenes. Las perturbaciones causadas por la pandemia en las sociedades y las economías agravan la crisis mundial de la educación, ya existente, y afectan a la educación de maneras sin precedentes.
El Banco Mundial respondió a la pandemia de inmediato (PDF, en inglés), aumentando su apoyo a los países a través de diversos canales y distintas intervenciones prioritarias.
El apoyo que se presta a los países abarca todo el ciclo de aprendizaje y tiene por objeto ayudar a configurar sistemas educativos resilientes, equitativos e inclusivos que garanticen que todos los estudiantes puedan aprender, incluso durante la pandemia de COVID‑19. El Grupo Banco Mundial es la principal entidad externa de financiamiento de la educación en el mundo en desarrollo. Durante los últimos 20 años, el Banco Mundial ha comprometido más de USD 73 000 millones para respaldar proyectos de educación en 160 países y 25 estados regionales. La Práctica Global de Educación apoya la ejecución de 174 proyectos, y gestiona una cartera actual total de USD 23 300 millones, que representa el 8 % del financiamiento total del Banco Mundial. En los ejercicios de 2021 y 2022, la institución comprometió aproximadamente USD 7100 millones, a través de 55 proyectos, para programas educativos, asistencia técnica y otros proyectos diseñados para mejorar el aprendizaje y brindar a todas las personas la oportunidad de recibir la educación que necesitan para prosperar.
En este último ejercicio, el Banco Mundial también fue el principal organismo de ejecución de las donaciones otorgadas por la Alianza Mundial para la Educación (AME) a países de ingreso bajo. En la actualidad, administra el 57 % de toda la cartera de donaciones de la AME (USD 1950 millones de USD 3460 millones en donaciones activas), de la cual USD 194,5 millones son donaciones del Mecanismo de Financiamiento Acelerado para Hacer Frente a la COVID-19.
Los proyectos respaldados por el Banco Mundial en el área de educación llegan actualmente al menos a 432 millones de estudiantes y 18 millones de maestros, es decir, un tercio de la población estudiantil y casi la cuarta parte de la fuerza de trabajo docente en los actuales países clientes.
Con su apoyo operativo y en materia de políticas (PDF, en inglés), el Banco no solo responde a la crisis, sino que ayuda a reconstruir mejor para que los sistemas aprovechen esta oportunidad de configurar sistemas más resilientes, que estén mejor preparados para superar futuras crisis, así como sistemas más equitativos que promuevan oportunidades para todos. Las operaciones de la institución ayudan a los países a volver a matricular y retener a los estudiantes en la escuela, medir las pérdidas de aprendizaje e implementar enfoques pedagógicos basados en evidencias para acelerar el aprendizaje, como la enseñanza focalizada y el aprendizaje autoguiado.
Además, la institución proporciona, en forma oportuna, asesoría sobre políticas en 65 países y aprovecha las asociaciones (con Unicef, el Ministerio de Relaciones Exteriores y de la Mancomunidad de Naciones del Reino Unido, la Universidad de Harvard, la Universidad de Oxford, la Universidad Johns Hopkins, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la Unesco y otras entidades) para seguir desarrollando conocimientos sobre políticas y bienes públicos mundiales con el objeto de respaldar las respuestas de los países frente a la pandemia.
Por ejemplo, para ayudar a evaluar la respuesta mundial en curso, el Banco Mundial y Unicef (junto con la Universidad Johns Hopkins al inicio) han establecido la Herramienta de Seguimiento de la Educación en el Mundo (GERT), un recurso de recopilación y visualización de datos que recoge la respuesta de emergencia a la pandemia, así como la última información relacionada con los esfuerzos de recuperación. Los datos son recopilados por el equipo de las tres instituciones y presentados en el sitio web de la Herramienta de Seguimiento de la Educación en el Mundo tras la COVID-19 (i).
Además, en asociación con Unicef y la Unesco, el Banco también ha publicado un informe emblemático (i) en el que se hace un balance de los impactos de la COVID-19 en el aprendizaje en todo el mundo y se describen las respuestas normativas para mitigar los efectos del cierre de escuelas.
Con el fin de ayudar a reabrir las escuelas y contener las pérdidas de aprendizaje, Unicef, la Unesco, el Banco Mundial, el Programa Mundial de Alimentos y la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) publicaron un marco conjunto (PDF, en inglés) para proporcionar orientación de alto nivel en torno a las operaciones seguras, frenar la pérdida de aprendizaje, garantizar el bienestar de los estudiantes y maestros, y llegar a los niños más marginados. Unicef y el Banco Mundial elaboraron un marco similar para los entornos de la educación en la primera infancia (i).
En apoyo de este marco, la Práctica Global de Educación del Banco Mundial ha preparado notas breves sobre acciones de política para la reapertura de escuelas, que contienen evidencias y ejemplos, así como enlaces a materiales que los países han usado para apoyar a varias partes interesadas (estudiantes, docentes, padres, administración escolar) durante la enseñanza a distancia y presencial; ii) han desarrollado herramientas de cálculo de costos basadas en Excel a fin de identificar los recursos necesarios para ofrecer educación a distancia, incluido el aprendizaje socioemocional, e implementar las actividades implícitas en el marco conjunto, y iii) han invertido en ensayos controlados aleatorios en todo el mundo (i) para probar diferentes enfoques que utilizan tecnologías digitales para respaldar el aprendizaje en el hogar o para ayudar a los educadores en las aulas.
Fragilidad, conflicto y violencia (FCV)
- El enorme y creciente desafío mundial de tener tantos niños que viven en situaciones de conflicto y violencia requiere una respuesta a la misma escala y el mismo alcance. La labor del Banco Mundial en materia de educación en contextos de fragilidad, conflicto y violencia, que asciende a USD 6200 millones, ha crecido rápidamente en los últimos años, lo que refleja la importancia cada vez mayor de la agenda de FCV en la educación. De hecho, estos proyectos representan ahora más del 25 % de la cartera de educación del Banco Mundial que totaliza USD 23 000 millones.
- A medida que continúe aumentando el apoyo para enfrentar las crisis más numerosas y duraderas (incluidas aquellas provocadas por emergencias climáticas), un nuevo marco conceptual (i) del Banco Mundial orientará las inversiones. En el documento se afirma que la educación es especialmente crucial para minimizar los efectos de la fragilidad y el desplazamiento en el bienestar de los jóvenes y los niños en el corto plazo y prevenir el surgimiento de conflictos violentos en el largo plazo. Se describe además el camino a seguir propuesto para mantener a los niños seguros y ayudarlos a aprender en estos contextos más difíciles, siguiendo los pilares de la Estrategia del Grupo Banco Mundial sobre Fragilidad, Conflicto y Violencia.
Sentar las bases para el futuro, ahora
- Los desafíos de los países son diferentes, pero hay una lista de opciones para construir sistemas educativos de mejor calidad, más resilientes y equitativos.
- Los países enfrentan una crisis educativa que requiere un doble enfoque: primero, enfrentar la emergencia y apoyar un regreso urgente a al menos actividades escolares semipresenciales y medidas para recuperar el tiempo perdido a través de aprendizaje de recuperación y acelerado y, en segundo lugar, aprovechar estas inversiones para lograr un sistema más equitativo, resiliente y eficaz.
- Dada la magnitud de los desafíos y la competencia por el financiamiento, los países deberán concentrar sus esfuerzos en las prioridades más apremiantes y en los enfoques más eficaces en función de los costos para reducir la pobreza de aprendizajes. Afortunadamente, hay intervenciones basadas en evidencias a las que pueden recurrir.
- El marco para la recuperación del aprendizaje RAPID puede proporcionar este enfoque. Sus cinco elementos se centran en garantizar que todos los niños y jóvenes estén en la escuela y fortalecer las habilidades básicas que necesitarán para tener éxito en la escuela y en otros lugares:
- Llegar a cada niño y mantenerlo en la escuela;
- Evaluar los niveles de aprendizaje;
- Dar prioridad a los fundamentos de la enseñanza;
- Aumentar el aprendizaje mediante la recuperación y avanzar más allá de lo perdido, y
- Desarrollar la salud psicosocial y el bienestar para que cada niño esté listo para aprender.
- Sin una acción rápida, existe un grave riesgo de que las pérdidas de aprendizaje sufridas en los últimos dos años se vuelvan permanentes. Sin embargo, los países que adoptan estos cinco elementos —adaptados a sus propios contextos— pueden recuperar rápidamente las pérdidas.
- La tecnología educativa (i) puede ser una herramienta poderosa para implementar las medidas anteriores, apoyando a los maestros, niños, directores y padres; ampliando las plataformas de aprendizaje digital accesibles, incluidos los recursos de aprendizaje por radio, TV e Internet (que han llegado para quedarse), y usando los datos para identificar y ayudar a los niños en riesgo, adaptar el aprendizaje y mejorar la prestación de servicios.
De cara al futuro
Se debe aprovechar esta oportunidad para reformular la educación de manera audaz. El Banco Mundial se ha comprometido a respaldar a los países durante estos tiempos difíciles. De manera colaborativa se pueden crear sistemas educativos más equitativos, eficaces y resilientes para los niños y los jóvenes del mundo. No solo es algo que se les debe; el futuro de todos está en sus manos.
Última actualización: Oct 11, 2022