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Última actualización – 29 de abril de 2024

La inflación de los precios internos de los alimentos sigue siendo alta. Se observan niveles superiores al 5 % en el 57,1 % de los países de ingreso bajo (sin variación desde la última actualización del 11 de abril de 2024), en el 63,8 % de los de ingreso mediano bajo (sin variación), en el 33 % de los de ingreso mediano alto (3,0 puntos porcentuales menos) y en el 12,7 % de los de ingreso alto (9,1 puntos porcentuales menos). En términos reales, la inflación de los precios de los alimentos superó la inflación general en el 48,8 % de los 166 países que aportan datos.

Descargar la última reseña sobre el aumento de la inseguridad alimentaria y las respuestas del Banco Mundial (PDF, en inglés)

En comparación con hace dos semanas, los índices de los precios agrícolas y de los cereales subieron un 1 % cada uno, y el índice de los precios de exportación subió un 3 %. Entre los cereales, tanto los precios del maíz como del trigo subieron un 2 %, mientras que los del arroz bajaron un 1 %. En términos interanuales, los precios del maíz disminuyeron un 34 %, y los del trigo, un 17 %. Los del arroz, en cambio, subieron un 24 %. En comparación con enero de 2020, los precios del maíz, el trigo y el arroz subieron un 15 %, un 3 % y un 47 %, respectivamente. (Véanse los datos de la “hoja rosada” [i] sobre los índices de precios de los productos básicos agrícolas y de los alimentos básicos, que se actualizan mensualmente).

De acuerdo con el Servicio de Investigación Económica del USDA (PDF, en inglés), se anticipa que las existencias finales de trigo en el mundo para el período 2023-24 alcanzarán el nivel más bajo en ocho años, disminuyendo en 0,6 millones de toneladas métricas (MTM) hasta 258,3 MTM. Esta baja se atribuye principalmente a la disminución de las existencias de trigo de India, que, según los pronósticos, se reducirán entre 2,1 MTM y 6,9 MTM debido a que las tasas de consumo crecerán más rápido de lo que se había estimado anteriormente. Las existencias finales de India caerán en picada, bajando más de 20 MTM desde su nivel más alto en 2020-21, lo que refleja una reducción considerable. En general, las existencias mundiales han experimentado una caída de 39 MTM desde su punto máximo en 2019-20, y China ha contribuido a este descenso con 18 MTM.

Según el último Informe mundial sobre las crisis alimentarias (GRFC, por sus siglas en inglés) (i), casi 282 millones de personas en 59 países y territorios experimentaron altos niveles de hambre aguda en 2023, un aumento mundial de 24 millones con respecto al año anterior. Este incremento se debió a que el informe incluyó una cantidad mayor de contextos de crisis alimentarias, así como al fuerte deterioro de la seguridad alimentaria, especialmente en la Franja de Gaza y Sudán. Durante cuatro años consecutivos, la proporción de personas que enfrentan inseguridad alimentaria aguda se ha mantenido persistentemente alta en casi el 22 % de los evaluados, superando con creces los niveles registrados antes de la pandemia de COVID-19. La Red Mundial contra las Crisis Alimentarias hizo un llamado urgente a adoptar un enfoque transformador que integre la paz, la prevención y las medidas de desarrollo junto con los esfuerzos de emergencia a gran escala para romper el ciclo del hambre aguda, que se mantiene en niveles inaceptablemente altos.

En una nueva investigación publicada por el Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IFPRI, por sus siglas en inglés) (i) se señala que los precios internacionales de los fertilizantes han caído un 50 % (i) desde su nivel máximo en abril de 2022. Factores como un aumento de la demanda durante el período de recuperación económica posterior a la COVID-19, las interrupciones en la cadena de suministro mundial y el conflicto entre Rusia y Ucrania provocaron un alza significativa de los precios mundiales de los fertilizantes entre 2021 y 2022. Estos hechos generaron inquietudes sobre una posible reducción del uso de fertilizantes, lo que podría hacer caer la producción y aumentar la inseguridad alimentaria, pero las crisis de los precios parecen haber tenido un impacto limitado en la utilización de estos productos.

Como se destacó en un reciente blog del IFPRI (i), algunas partes de África meridional se han visto afectadas por una grave sequía desde fines de 2023, que se agravó debido al actual fenómeno de El Niño-Oscilación del Sur. La caída abrupta de las cosechas ha provocado la declaración de catástrofes en Malawi, Zambia y Zimbabwe, y ha afectado a países de toda la región. La disminución de los rendimientos del maíz constituye una grave amenaza para la seguridad alimentaria de millones de hogares que dependen de este alimento básico para obtener una porción importante de sus calorías diarias.

Después de la invasión de Rusia a Ucrania, se ha incrementado el número de políticas comerciales impuestas por los países. La crisis alimentaria mundial ha empeorado, entre otras cosas, por el creciente número de restricciones al comercio de alimentos y fertilizantes establecidas por los países con el objetivo de aumentar la oferta interna y reducir los precios. Hasta el 22 de abril de 2024, 16 países habían establecido 22 prohibiciones a la exportación de alimentos, y 8 habían implementado 15 medidas que limitan las exportaciones.


Labor del Banco Mundial

En mayo de 2022, el Banco Mundial se comprometió a destinar USD 30 000 millones a lo largo de un período de 15 meses para hacer frente a la crisis. La institución ha superado esa meta. El Banco Mundial ha ampliado su respuesta en el ámbito de la seguridad alimentaria y nutricional y ha puesto a disposición USD 45 000 millones, un monto que comprende USD 22 000 millones en nuevo financiamiento y USD 23 000 millones que provienen de la actual cartera.

La cartera de seguridad alimentaria y nutricional abarca 90 países, e incluye intervenciones a corto plazo, como la ampliación de programas de protección social, y proyectos de resiliencia a largo plazo, como iniciativas sobre el aumento de la productividad y la agricultura climáticamente inteligente.

Se espera que la labor del Banco Mundial beneficie a 335 millones de personas, una cifra que equivale al 44 % del total de personas que sufren desnutrición. Alrededor del 53 % de los beneficiarios son mujeres, quienes se ven desproporcionadamente más afectadas por las crisis. Algunos ejemplos son:

  • En Honduras, la serie de proyectos de competitividad rural (i) (COMRURAL II y III) tiene como objetivo generar actividad empresarial y oportunidades de empleo, promoviendo al mismo tiempo una estrategia que tiene en cuenta el clima y es inteligente desde el punto de vista nutricional en las cadenas de valor agroalimentarias. Hasta la fecha, el programa ha beneficiado a unos 6287 pequeños productores rurales (de los cuales el 33 % son mujeres; el 15 %, jóvenes y el 11 %, indígenas) de café, hortalizas, productos lácteos, miel y otros productos básicos, quienes han tenido acceso a mejores conexiones con los mercados y han podido adoptar tecnologías agrícolas más avanzadas. La iniciativa ha creado, además, 6678 nuevos empleos.
  • En este mismo país, el Proyecto de Seguridad Alimentaria en el Corredor Seco (i) (PROSASUR) procura mejorar la seguridad alimentaria de los hogares rurales empobrecidos y vulnerables en el Corredor Seco de Honduras. Este proyecto ha apoyado a 12 202 familias extremadamente vulnerables a través de subproyectos agrícolas inteligentes con respecto a la nutrición, planes de seguridad alimentaria, planes de nutrición comunitaria, y educación sobre nutrición e higiene. En la población beneficiaria, el 70 % de los niños menores de 5 años y sus madres ahora tienen un puntaje de diversidad dietética de al menos 4 (es decir, consumen como mínimo alimentos de cuatro grupos alimentarios).
  • El Programa de Resiliencia de los Sistemas Alimentarios para África Oriental y Meridional (i) por valor de USD 2750 millones ayuda a los países de África oriental y meridional a aumentar la resiliencia de los sistemas alimentarios de la región y su capacidad para abordar la creciente inseguridad alimentaria. En su tercera fase, el programa reforzará la respuesta interinstitucional ante la crisis alimentaria e impulsará también los esfuerzos a mediano y largo plazo para lograr una producción agrícola resiliente, el desarrollo sostenible de los recursos naturales, la ampliación del acceso a los mercados y una formulación de políticas con mayor énfasis en la resiliencia de los sistemas alimentarios.
  • Un crédito de USD 95 millones de la AIF (i) para el Proyecto de Comercialización Agrícola de Malawi (AGCOM) busca incrementar el comercio de determinados productos de la cadena de valor de la agricultura y proporcionar una respuesta inmediata y eficaz en caso de una crisis o emergencia admisible.
  • La donación de USD 200 millones de la AIF para Madagascar (i) apunta a fortalecer la prestación de servicios descentralizada, modernizar el suministro de agua, restaurar y proteger los paisajes, y aumentar la resiliencia de los sistemas alimentarios y los medios de subsistencia en la zona del Gran Sur del país expuesta a la sequía (i).
  • Un crédito de USD 60 millones para el Proyecto de Desarrollo Comunitario Integrado (i) permite trabajar con refugiados y comunidades de acogida en cuatro provincias del norte de Burundi para mejorar la seguridad alimentaria y nutricional, construir infraestructura socioeconómica y respaldar el desarrollo de las microempresas a través de un enfoque participativo.
  • El Proyecto de Apoyo a la Iniciativa Regional de Riego en el Sahel (i), por valor de USD 175 millones, ayuda a generar resiliencia y aumentar la productividad de las actividades agrícolas y pastorales en Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania, Níger y Senegal. Más de 130 000 agricultores y miembros de comunidades de pastores resultan beneficiados con iniciativas de riego de pequeña y mediana escala. Además, se está creando una cartera de proyectos de inversión en riego financiables que abarca alrededor de 68 000 hectáreas, y que se enfoca en el riego de mediana y gran escala en la región del Sahel.
  • A través del Proyecto de Respuesta de Emergencia frente a la Seguridad Alimentaria (i) en la República Centroafricana, por valor de USD 50 millones, 329 000 pequeños agricultores han recibido semillas, herramientas agrícolas y capacitación en técnicas agrícolas y de poscosecha para impulsar la producción de cultivos y aumentar su resiliencia a los riesgos climáticos y de conflictos.
  • El Proyecto de Seguridad Alimentaria de Emergencia en Guinea-Bissau (i), de USD 15 millones, ayuda a aumentar la producción agrícola y el acceso a los alimentos a las familias vulnerables. Más de 72 000 agricultores han recibido semillas resistentes a la sequía y de alto rendimiento, fertilizantes, equipos agrícolas, y vacunas para el ganado en el marco del programa nacional de vacunación. Además, 8000 hogares vulnerables han recibido transferencias monetarias para comprar alimentos y hacer frente a la inseguridad alimentaria.
  • En asociación con el Grupo Consultivo sobre Investigaciones Agrícolas Internacionales (CGIAR), el Proyecto para Acelerar el Impacto de las Investigaciones del CGIAR en África (AICCRA) (i), de USD 60 millones, ha beneficiado a casi 3 millones de agricultores africanos (39 % mujeres), proporcionándoles herramientas y servicios de información críticos relativos a la agricultura climáticamente inteligente, que los ayudan a aumentar la producción y generar resiliencia frente a las crisis climáticas. Estudios indican que, en Malí, los agricultores que aplican las recomendaciones de RiceAdvice, una herramienta digital respaldada por AICCRA, lograron aumentar el rendimiento promedio en 0,9 toneladas por hectárea y los ingresos por hectárea, en USD 320.
  • El Programa de Resiliencia de los Sistemas Alimentarios de África Occidental (i), por valor de USD 766 millones, trabaja para aumentar la preparación frente a la inseguridad alimentaria y mejorar la resiliencia de los sistemas alimentarios en África occidental. La iniciativa ayuda a incrementar los servicios de asesoría digital destinados al sector de la agricultura y dirigidos a la prevención y gestión de las crisis alimentarias; aumentar la capacidad de adaptación de los actores del sistema agrícola, e invertir en el comercio y la integración regional de los mercados de alimentos para aumentar la seguridad alimentaria. Actualmente se está preparando la entrega de un financiamiento adicional de USD 345 millones para Senegal, Sierra Leona y Togo.
  • Una donación de USD 150 millones (i) destinada a la segunda fase del Proyecto de Respuesta y Resiliencia para la Seguridad Alimentaria de Yemen ayudará a abordar la inseguridad alimentaria, fortalecer la resiliencia y proteger los medios de subsistencia.
  • Una donación de USD 50 millones en concepto de financiamiento adicional para Tayikistán (i) se destinará a mitigar los impactos de la inseguridad alimentaria y nutricional en los hogares y aumentar la resiliencia general del sector agrícola.
  • Un proyecto por un monto de USD 125 millones en Jordania (i) tiene como objetivo fortalecer el desarrollo del sector agrícola incrementando su resiliencia climática, aumentando la competitividad y la inclusión, y garantizando la seguridad alimentaria a mediano y largo plazo.
  • Un proyecto de USD 300 millones en Bolivia contribuirá a aumentar la seguridad alimentaria, el acceso a los mercados y la adopción de prácticas agrícolas climáticamente inteligentes.
  • Un préstamo de USD 315 millones ayudará a Chad, Ghana y Sierra Leona (i) a aumentar su preparación frente a la inseguridad alimentaria y mejorar la resiliencia de sus sistemas alimentarios.
  • El Proyecto de Apoyo de Emergencia para Aumentar la Seguridad Alimentaria y la Resiliencia por valor de USD 500 millones (i) tiene como objetivo impulsar los esfuerzos de Egipto para garantizar que los hogares pobres y vulnerables tengan acceso ininterrumpido al pan, ayudar a fortalecer la resiliencia del país frente a las crisis alimentarias y respaldar reformas que ayudarán a mejorar los resultados nutricionales.
  • Un préstamo de USD 130 millones para Túnez (i) busca reducir el impacto de la guerra en Ucrania, financiando importaciones vitales de trigo blando y proporcionando apoyo de emergencia para cubrir las importaciones de cebada que se utiliza en la producción de productos lácteos y de las semillas que necesitarán los pequeños agricultores durante la próxima temporada de siembra.
  • El Programa de Resiliencia de los Sistemas Alimentarios para África Oriental y Meridional (i) por valor de USD 2300 millones ayuda a los países de África oriental y meridional a aumentar la resiliencia de los sistemas alimentarios de la región y su capacidad para abordar la creciente inseguridad alimentaria. El programa, que reforzará la respuesta interinstitucional ante la crisis alimentaria, impulsará también los esfuerzos a mediano y largo plazo para lograr una producción agrícola resiliente, el desarrollo sostenible de los recursos naturales, la ampliación del acceso a los mercados y una formulación de políticas con mayor énfasis en la resiliencia de los sistemas alimentarios.

En mayo, el Grupo Banco Mundial y la Presidencia del Grupo de los Siete (G7) convocaron de manera conjunta la Alianza Mundial para la Seguridad Alimentaria (i), cuyo objetivo es catalizar una respuesta inmediata y concertada a la crisis mundial del hambre que se está produciendo. La Alianza ha establecido un Panel Global de Seguridad Alimentaria y Nutricional (i), una plataforma de acceso público que proporciona información oportuna a los encargados de tomar decisiones a nivel mundial y local, de modo de mejorar la coordinación de las políticas y la respuesta financiera a la crisis alimentaria.

El 8 de febrero de 2023, las máximas autoridades de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Grupo Banco Mundial, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) publicaron una tercera declaración conjunta. En la declaración, se insta a evitar que empeore la crisis de seguridad alimentaria y nutricional y se exigen nuevas medidas urgentes para i) atender los focos de hambre, ii) facilitar el comercio, mejorar el funcionamiento de los mercados y reforzar el papel del sector privado, y iii) reformar y reorientar los subsidios perjudiciales con eficiencia y una cuidadosa focalización. Mientras responden a la crisis, los países deben buscar un equilibrio entre las intervenciones urgentes a corto plazo y los esfuerzos de resiliencia a largo plazo.

Última actualización: Abr 29, 2024

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