El empleo es el camino más seguro hacia la dignidad y la estabilidad, y la forma más duradera de poner fin a la pobreza. Reduce la necesidad de brindar ayuda humanitaria, fortalece las comunidades y ayuda a revertir los factores que generan fragilidad. Por este motivo, el empleo se ha convertido en el eje de todas nuestras actividades.
En la próxima década, 1200 millones de jóvenes ingresarán a la fuerza laboral en los países en desarrollo, pero se prevé que en esos sitios solo se crearán 400 millones de puestos de trabajo. Eso deja a 800 millones de jóvenes sin un camino claro hacia las oportunidades. Para 2050, el 80 % de la población del mundo vivirá en países que actualmente se consideran en desarrollo. No podemos darnos el lujo de esperar. La frase más costosa en el ámbito del desarrollo es “más adelante”.
El GBM aporta algo singular a este desafío: financiamiento público, profundos conocimientos especializados y el apoyo del sector privado necesarios para transformar la estrategia en acción. Estamos aplicando todo ese conjunto de herramientas a un programa focalizado: buscamos invertir en infraestructura física y humana básica —desde caminos y puertos hasta educación y capacitación—, mejorar los entornos normativos y regulatorios, y movilizar capital privado a gran escala.
Hemos identificado los cinco sectores que muestran mayor potencial para crear empleos significativos a nivel local sin quitar puestos de trabajo en los países desarrollados: infraestructura (incluida la energía), agroindustria, atención de la salud, turismo y manufacturas de valor agregado. Esto refleja un enfoque integral en el que se han tenido en cuenta los aportes de nuestro Consejo Asesor de Alto Nivel sobre Empleo y del Laboratorio para la Inversión del Sector Privado.
Para ayudar a hacer realidad esta aspiración, hemos puesto en marcha una serie de iniciativas prácticas:
La Misión 300, desarrollada junto con el Banco Africano de Desarrollo y otros asociados, tiene como objetivo conectar a 300 millones de personas de África a la electricidad para 2030, porque la energía eléctrica es el primer componente básico de la creación de empleo.
Asimismo, duplicamos nuestros compromisos en el sector de la agroindustria, con el fin de alcanzar los USD 9000 millones anuales para 2030 y movilizar otros USD 5000 millones del sector privado; en esta área hemos adoptado un enfoque ecosistémico que confiere un lugar central al empleo y a los pequeños agricultores.
Nuestro objetivo de ayudar a los países a brindar atención médica asequible y de calidad a 1500 millones de personas no solo permitirá mejorar los resultados del área de la salud, sino también satisfacer la creciente demanda de profesionales médicos calificados.
La estrategia que estamos elaborando para el sector de minerales y minería combina reformas legales y regulatorias con soluciones de inversión específicas para convertir los recursos naturales en motores del crecimiento.
Todo este trabajo refleja nuestro compromiso con lo que denominamos “desarrollo inteligente”, es decir, desarrollo resiliente, responsable desde el punto de vista fiscal y arraigado en el contexto local. Construimos caminos que puedan soportar inundaciones y ayudamos a los agricultores a acceder a semillas resistentes a la sequía. Respaldamos reformas en los países para mejorar el gasto público, reorientar los subsidios ineficientes, frenar la corrupción y ampliar las bases tributarias. Lo que determina si las iniciativas de desarrollo sobrevivirán no es solo lo que hacemos, sino también cómo lo hacemos.
Hemos introducido además mejoras en nuestra propia institución, no como fines en sí mismos, sino como factores que permitirán generar impacto y llevar a la práctica toda esta agenda. Hemos reducido los plazos de aprobación de los proyectos de 19 meses a menos de 13, y algunos de ellos se tramitan en solo 30 días. Hemos generado nueva capacidad de financiamiento por valor de USD 100 000 millones a través de innovaciones en los balances, garantías y capital híbrido. Pusimos en marcha una plataforma de cofinanciamiento con otros bancos multilaterales de desarrollo, simplificamos nuestro sistema de calificación institucional, que ahora incluye solo 22 parámetros centrados en los resultados, y alineamos a nuestros equipos para que actúen de manera unificada en los sectores público y privado.
Estos cambios ayudan a que nuestra labor se corresponda con las demandas de nuestros clientes, con el ritmo del capital privado y con las aspiraciones de nuestros accionistas. Y ya están generando una diferencia. Tan solo en el ejercicio de 2025, el GBM proporcionó financiamiento por valor de USD 118 500 millones —parte de los USD 524 500 millones de los últimos cinco años—, movilizó capital privado por un monto de USD 68 900 millones y recaudó USD 79 000 millones de inversionistas privados a través de bonos. También celebramos la mayor reposición de recursos de la AIF de la historia, lograda gracias al fuerte apoyo de nuestros accionistas.
Pero el ímpetu por sí solo no basta para contratar a un joven, ni para poner los cultivos de un agricultor en un camión refrigerado ni para brindar suministro eléctrico a una clínica. La tarea que tenemos por delante es cumplir esa promesa, y eso es lo que estamos decididos a hacer, juntos.
AJAY BANGA
Presidente del Grupo Banco Mundial y de los Directorios Ejecutivos y las Juntas de Directores de las instituciones que lo integran
