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Las vacas con chip que impulsaron la economía de Uruguay

Noviembre 19, 2013


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  • Un sistema de seguimiento animal puso al país en una posición privilegiada para la exportación de carnes

Imagínese en un restaurante deleitando su plato preferido de churrasco y poder conocer su procedencia: dónde nació el animal, en que campos pastó, quienes fueron sus dueños o con que otros animales compartió un corral. Imagine también, desde un gran campo hasta un pequeño productor, todos utilizando tecnología de punta para registrar los eventos de su producción, desde su origen hasta su llegada al supermercado.

Puede sonar extraño, pero para los ganaderos uruguayos, este sistema no es ajeno. Se trata de la trazabilidad animal que permite que desde que nace hasta que se transforma en churrasco, conocer todos los eventos en la vida de una vaca.

En Uruguay, donde la ganadería predomina la economía y se destinan un 94% de sus tierras agrícolas a esta actividad, el 100% del rodeo está identificado y registrado y un 80% tiene estatus de trazado. Esto significa que todos los animales tienen un número de identificación – algo parecido a un documento de identidad— y una gran parte de ellos porta un pequeño chip en su oreja.

Ese chip, único para cada animal, almacena información que es captada por un lector que registra cada evento de su vida, por ejemplo, si es vendido a un frigorífico o trasladado a otro campo. La información leída en el terreno se envía al Sistema Nacional de Información Ganadera (SNIG) del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de Uruguay.

Linderman González es capataz en un campo del departamento de Canelones y  cuenta que donde trabaja se crían los animales desde ternero a novillo y luego se venden a otro establecimiento. “El que compra exige que estén trazados. Ya sea para otro productor, para llevar a una feria o para ir a un frigorífico”, afirma.

La directora de la SNIG, María Nela González explica que si hay una empresa en la que sus animales tienen alguna enfermedad como la sarna, la garrapata, la brucelosis o la aftosa, el sistema no la autoriza a vender. “En nuestra base de datos sabemos qué animales, el sexo, la raza y la edad, a quién pertenecen y dónde están, por lo que podemos armar un anillo de contención en caso de un brote”,dice.

Una vez en el frigorífico, la carne también tiene su seguimiento industrial por lo que el proceso de trazado es uno solo y se termina cuando el producto está listo para consumir. Esto convierte a Uruguay en el único país que tiene todo su ganado identificado y que se puede conocer su recorrido desde que es apartado de la madre hasta que llega a la góndola del mercado.


" En nuestra base de datos sabemos qué animales, el sexo, la raza y la edad, a quién pertenecen y dónde están, por lo que podemos armar un anillo de contención en caso de un brote "

María Nela González

Directora del Sistema Nacional de Información Ganadera (SNIG)

¿Por qué es importante la trazabilidad?

En el año 2001, un brote de aftosa – o glosopeda- afectó a casi un millón de cabezas de ganado en Uruguay.  La alta morbilidad de la aftosa – que se manifiesta con úlceras en la boca y las pezuñas y es extremadamente contagiosa- paralizó a las zonas rurales y  la industria cárnica.

Uruguay pudo tomar el control de la situación, con apoyo de organismos internacionales como el Banco Mundial: se aplicaron vacunas,  se recrudecieron los controles fitosanitarios y se sacrificó el ganado qué había enfermado. En el año 2006, el país estaba listo para dar el siguiente paso: se reglamentó y puso en marcha el sistema de trazado como hoy se lo conoce.

“Si mañana hay un brote como el del 2001, sabremos sobre ese establecimiento donde están los animales enfermos y se podría apartar a ese animal y a los que estuvieron en contacto con él”, informa González.

Hoy Uruguay es el sexto exportador de carne a nivel mundial y según el Instituto Nacional de Carnes del Uruguay (INAC), entre junio de 2012 y junio de 2013, se exportaron 390.000 toneladas de carne a más de 100 mercados en todo el mundo. 

También podés leer esta nota en El País


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