México tiene una ubicación geográfica que le da ventajas frente a los mercados estadounidense y canadiense. Sin embargo, durante décadas su crecimiento sigue estancado y su productividad está por debajo de la de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), así como de la de sus pares en América Latina.
El reporte “Crecimiento de la productividad en México: comprendiendo las dinámicas principales y los determinantes clave” analiza los últimos seis censos económicos de México, que recolectaron datos de más de 20 millones de empresas a lo largo de dos décadas (1994-2019) y hace un diagnóstico del estado de la productividad en el país, de sus obstáculos y de las medidas que pueden tomarse para detonar su crecimiento.
El estudio revela que la baja productividad agregada de México oculta grandes diferencias en los niveles de productividad y de crecimiento entre ubicaciones, sectores y empresas. Una brecha de productividad geográfica corre entre el norte-centro y el sur de México, pero también persisten grandes diferencias entre municipios dentro de las regiones. Existen municipios de rápido crecimiento que han alcanzado la frontera de la productividad mexicana, incluso en el sur del país, mientras que otros no han crecido en absoluto.
También existe una división entre las empresas modernas, con acceso al financiamiento y una gestión sólida, integradas en las cadenas globales de valor (CGV), y las empresas más tradicionales, caracterizadas por un acceso limitado al financiamiento y capacidades débiles, sin posibilidad de beneficiarse de la integración regional y mundial de México.
El informe muestra que la productividad agregada de México se ve debilitada por factores estructurales a nivel de industria y de empresa –como el acceso al financiamiento, la falta de incentivos para invertir en tecnología, las capacidades de gestión y el entorno empresarial– que impiden el acceso de las empresas productivas a los recursos.
Indica que, para liberar el potencial productivo de México, entre otras cosas, se requieren más y mejores ofertas de financiamiento. También que las autoridades reduzcan las regulaciones para las empresas y que exista menos aversión a contratar trabajadores. Los puertos tienen que ser más eficientes. Las autoridades deben acompañar el salto de las firmas medianas hacia las cadenas globales de valor. La innovación tecnológica debe de estar concentrada en un foco institucional eficaz. La urbanización debería abarcar más agentes económicos. Las empresas deben tener más incentivos para invertir en mejorar su gerencia y organización, por ejemplo, a través de una reducción del crimen y de la corrupción o de un aumento del acceso a mercados amplios y competitivos. Asimismo, los territorios productivos del norte, el centro y el sur podrían articularse para lograr avanzar y crecer de una forma más homogénea.