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ARTÍCULO Mayo 28, 2019

Nueva exportación de Brasil a India: cómo hacer agronegocios

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Miembros de una delegación india visitan el proyecto Microbacias 2 en São Paulo

Guilherme Martins/Banco Mundial


Pequeños agricultores brasileños comparten con expertos indios sus experiencias sobre cómo agregar valor a sus productos

En una pequeña hacienda de Ibiúna, los agricultores cosechan productos orgánicos cuyo destino final son las mesas de los millones de habitantes del gran São Paulo en Brasil. Mientras tanto, desde la vecina Divinolandia se exporta café de alta calidad. Y en Serrana, el asentamiento indígena Sepé Tiaraju utiliza un sistema agroforestal como forma de unir el agronegocio a la sustentabilidad.

Todas estas iniciativas tienen en común el poder de los agricultores, quienes como una comunidad lograron ir más lejos y aumentar las ventas de sus productos en un 87 % y atraer la atención de otro gigante: India.

La logística y el trabajo detrás de la elaboración de estos alimentos tardó casi una década en despegar y se basó en mejorar el acceso de las organizaciones de los productores rurales a los mercados e incrementar, al mismo tiempo, los instrumentos y políticas que contribuyen a la sostenibilidad ambiental de la agricultura familiar. Como resultado, las ventas de cientos de familias aumentaron en hasta 10 veces lo previsto.

Cada día, se nota la transformación de esos agricultores. Ahora, el desafío es expandir sus mercados. "Tras siete años, hemos finalizado un ciclo de inversiones con más de 300 asociaciones y cooperativas beneficiadas. Todas implementaron sus planes de negocio y ahora se enfrentarán el desafío de gestionar sus nuevos emprendimientos de manera sostenible", cuenta João Brunelli, jefe de la Coordinación de Asistencia Técnica Integral, organización de la Secretaría de Agricultura y Abasto del estado de Sao Paulo.

La unión hace la fuerza

La iniciativa Microbacias 2 – un esfuerzo conjunto de diferentes instituciones, entre ellas el Banco Mundial – trabajó en el fortalecimiento de asociaciones, cooperativas y otras organizaciones de agricultores para darles autonomía y poder de negociación frente al mercado. Para esto, les brindó servicios de evaluación, financiamiento y asistencia técnica.

En la ciudad de Ibiúna, por ejemplo, todos los alimentos producidos y cosechados se envían a la Cooperativa Agropecuaria de Ibiúna, donde se limpian, procesan y empacan antes de transportarse diariamente hacia la gran urbe de São Paulo. Los traslados se realizan en camiones nuevos, equipados con congeladores, que hacen el trayecto de 80 kilómetros para abastecer redes de supermercados y otros comercios locales.

Con ello, ya no se necesitan intermediarios para transportar y comercializar los productos. Y, con la inversión en distintos tipos de equipos, se hizo posible contratar a más gente para limpiar y empacar los productos, aumentando el valor agregado y el empleo. Las hortalizas plantadas en una pequeña finca de Ibiúna ahora se pueden encontrar en grandes cadenas de mercados del centro de una de las ciudades más populosas de Latinoamérica.


"Tras siete años, hemos finalizado un ciclo de inversiones con más de 300 asociaciones y cooperativas beneficiadas. Todas implementaron sus planes de negocio y ahora se enfrentarán el desafío de gestionar sus nuevos emprendimientos de manera sostenible"
João Brunelli
Jefe de la Coordinación de Asistencia Técnica Integral (CATI)

El proyecto Microbacias 2 fue más allá de la agricultura convencional. Buscó aliar el agronegocio a iniciativas sostenibles, como la agroforestación, agricultura orgánica e hidropónica.

Antônio Dias, agricultor de Ibiúna, empezó a utilizar técnicas orgánicas de cultivo hace algunos años y hoy obtiene los mismos niveles de ingreso que tenía con la agricultura convencional. "Decidí adoptar el sistema orgánico porque estaba trabajando con productos químicos muy dañinos. En el inicio me costó mucho entender cómo hacerlo, pero hoy en día tengo buenos resultados", afirma Antônio.

El proyecto apoyó 358 propuestas de negocio de organizaciones rurales, que involucraron a 10.986 productores rurales. Además del apoyo financiero, se invirtió en asistencia técnica a los agricultores y en la orientación para que adoptaran prácticas agrícolas sustentables.

Con los recursos recibidos por las entidades beneficiadas, los agricultores familiares también pudieron invertir en sus fincas. Por ejemplo, compraron equipos y vehículos, construyeron galpones y contrataron a servicios técnicos especializados, necesarios para incrementar sus emprendimientos.

También permitió financiar hasta el 70 % de cada plan de negocio, limitado a un valor de R$ 800.000 (unos 208.000 dólares) por asociación de productores. Para organizaciones de comunidades tradicionales, como indígenas y quilombolas (descendientes de esclavos liberados), la iniciativa apoyó hasta el 99 % del valor de los planes, brindando un máximo de R$ 200.000 (aproximadamente 50.000 dólares) por comunidad.

El objetivo era aumentar en un 8% el valor comercializado por las organizaciones rurales beneficiarias. Pero el resultado fue aún mejor: un 87 % de incremento en las ventas.

Desde Brasil hacia India

Los buenos frutos cosechados por esta iniciativa atrajeron la atención de expertos extranjeros. A finales del año pasado, una delegación del gobierno de India visitó el área de producción. Ahora, buscan adaptar este modelo a la realidad local del gigante surasiático.

"El poder de la colectividad es lo que hay que resaltar de esa iniciativa brasileña. Cuando se pasa de la individualidad a la colectividad, se puede ir mucho más allá. Se hace posible vender a mercados diferentes, exportar, negociar mejores precios", subraya Priti Kumar, especialista senior de la Práctica Global de Agricultura del Banco Mundial. "Las modificaciones más allá de la producción - embalaje, marca, marketing - es lo que queremos llevar a la experiencia india, para que los agricultores puedan aumentar el valor agregado de sus productos. Además, fue interesante ver las políticas públicas que garantizan el acceso al mercado de esos agricultores. Jamás había visto algo semejante en otras partes del mundo", concluye.

Uno de los mayores desafíos se refiere a la escala: mientras que en Brasil se considera agricultura familiar la realizada en áreas entre 5 y 110 hectáreas, en la India rara vez las pequeñas propiedades superan 1 hectárea. Además, algunos factores culturales no permiten la implementación del modelo brasileño: no se permite, por ejemplo, que organizaciones de agricultores ocupen grandes áreas en el medio de la ciudad, como ocurre en São Paulo.

Sin embargo, Brasil da valiosas lecciones a la India sobre cómo unir agronegocios a la sostenibilidad, financiamiento en el área agrícola y políticas públicas efectivas que benefician tanto al gobierno como a los agricultores familiares.



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