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ARTÍCULONoviembre 15, 2023

“Un día seré ...” - La asistencia a la escuela y un gran interés en aprender son prioridades para muchos jóvenes haitianos

The World Bank

Estudiantes de una escuela primaria en Haití leen juntos en el aula.

Peleg Charles

“Quiero ser agrónomo para ayudar a mis padres y a otros agricultores de mi región a producir más cultivos”, dijo Franco, de 14 años. Él no es el único joven haitiano que sueña con su futuro. “Si llego a ser agrónomo, mi prioridad será crear viveros de árboles para que podamos reforestar la región donde vivo”, señaló Gerson, de 12 años. Rose Berline, de 14 años, dijo que desea “... ayudar a los niños de mi aldea a mantenerse saludables. Por eso quiero ser enfermera”.

Los tres están matriculados en la escuela pública de gestión comunitaria de Lestage, una localidad rural ubicada a 20 minutos de la pequeña ciudad de Maniche, en el sur de Haití. Actualmente cursan cuarto y sexto grado, y sueñan con estudiar carreras profesionales que les permitan ayudar a sus comunidades.

Invertir en educación para fortalecer el capital humano

Haití tiene un bajo nivel de capital humano, lo que significa que su población no cuenta con la salud y la educación óptimas para alcanzar su pleno potencial. Según el Índice de Capital Humano del Banco Mundial, Haití ocupa el puesto 112 entre 157 países del mundo. Este índice señala que un niño que nace hoy en Haití alcanzará solo el 45 % de la productividad que podría lograr si recibiera educación completa y gozara de plena salud. Para mejorar el capital humano del país es esencial proporcionar a su población un mayor acceso a servicios de educación y salud de calidad.

Uno de los desafíos que enfrenta el capital humano de Haití es el elevado costo de los servicios educativos en relación con el Producto Interno Bruto (PIB) del país. Los padres haitianos deben pagar un promedio de USD 140 al año por niño para enviarlos a escuelas primarias privadas, que representan el 80 % del sistema de educación primaria. Sin embargo, muchos haitianos viven en la pobreza y no pueden pagar este costo. En consecuencia, más de 250 000 niños de entre 6 y 11 años y unos 65 000 jóvenes de 12 a 14 años no están matriculados en la escuela por razones financieras o de otra índole.

Haití ha logrado algunos avances en el aumento del acceso a la educación básica en la última década, pero la calidad sigue siendo baja y afecta los resultados de aprendizaje. Aunque la mayoría de los estudiantes haitianos asisten a la escuela durante 11,4 años antes de los 18 años, esto equivale a tan solo 6,3 años de educación real si se considera la calidad del aprendizaje. Lo anterior significa que muchos alumnos no adquieren las habilidades y los conocimientos que deberían tener en el grado al que asisten. Numerosos estudiantes son también mayores que sus compañeros debido a los retrasos, las deficiencias en la asistencia escolar y las altas tasas de repitencia.

Otros factores que contribuyen a la baja calidad de la educación y de otros servicios básicos en Haití son la falta de personal con alta calificación, formación y motivación; la escasez o la mala calidad de los insumos (como libros de texto); la ausencia de normas y de rendición de cuentas sobre la calidad, y la limitada regulación de los servicios no suministrados por el sector público.

Promover el acceso a la educación para combatir la pobreza

Para que niños como Franco, Gerson o Rose Berline puedan imaginar un futuro mejor y ascender en la escala social, el Banco Mundial ha proporcionado apoyo continuo al sector educativo de Haití durante décadas. En el período 2022-26, el financiamiento asciende a USD 105,6 millones.

Esta asistencia financiera, que se extenderá por cuatro años, permitirá restaurar y construir instalaciones escolares que resultaron dañadas durante el terremoto del 21 de agosto. Además, se podrá proporcionar acceso a la educación básica con mejores condiciones de aprendizaje a más de 150 000 niños haitianos, de los cuales unas 69 000 son niñas, en 263 escuelas públicas y 111 escuelas no públicas en el sur del país. En las escuelas públicas, los estudiantes reciben libros de texto y materiales didácticos, apoyo nutricional y mobiliario escolar. En las escuelas no públicas, los alumnos reciben educación gratuita con condiciones de aprendizaje que cumplen criterios operativos básicos. Estos centros educativos obtienen también apoyo a nivel del sistema.

“Los pupilos reciben una comida caliente completa diariamente, lo que aumenta su motivación para participar en las clases”, dijo Rose Anna Amazan, directora de la escuela nacional Mersan (Camp Perin). “La cafetería está marcando realmente una gran diferencia en la aptitud para aprender, y podemos observar mejoras en los resultados”.

A nivel del sistema, el financiamiento del Banco Mundial respalda la formulación de diversos componentes para mejorar la calidad y la equidad de la educación, como un marco de evaluación nacional, mejor recopilación y gestión de datos a través de un sistema de información sobre la gestión educativa, evaluación pedagógica en el aula, apoyo a la capacitación docente, acreditación de escuelas no públicas para garantizar su calidad, elaboración de una estrategia nacional de financiamiento para infraestructura escolar, gobernanza descentralizada, mejor gobernanza del sector no formal, e inclusión en la educación.

Esta inversión adicional en capital humano respalda los esfuerzos del Gobierno para mejorar los resultados de aprendizaje de niños como Franco, Gerson y Rose Berline al crear un sistema educativo más equitativo, moderno y resiliente.

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