El nuevo libro “Los años no vienen solos” pone la lupa en el cambio demográfico que está atravesando el país, señalando las oportunidades de desarrollo generadas por el proceso de envejecimiento. Durante los próximos 20 años Argentina tendrá que definir una estrategia para “volverse rica antes de volverse vieja”. ¿Podrá aprovechar la oportunidad actual para tomar un sendero de desarrollo sostenido en las próximas décadas?
Buenos Aires, 1 de junio de 2014. Los Años no Vienen Solos, el nuevo libro del Banco Mundial en Argentina destaca que la población argentina está transitando un período de 30 años denominado “Ventana de Oportunidad Demográfica”, en la cual aumenta la proporción de la población en edad de trabajar, con mayor capacidad potencial de ahorro.
En Argentina, la población adulta mayor de 65 años pasará del 10,4% actual, al 19,3% en 2050 y el 24,7% en 2100, en un claro proceso de convergencia con los países de Europa. Así, mientras hoy hay 6 personas en edad de trabajar por cada adulto mayor, en 2050 sólo habrá 3 y en 2100 sólo 2.
“En este contexto, el gasto del sistema de pensiones pasará de representar el 9% del PBI al 11% en 2030 y 15,5% en 2050, lo cual implica un claro desafío para las generaciones futuras”, sostuvo Michele Gragnolati, Líder en Desarrollo Humano para Argentina del Banco Mundial.
En treinta años el envejecimiento poblacional tendría un impacto significativo no sólo sobre el nivel de gasto público en Argentina, sino también sobre su capacidad para sostener el crecimiento económico. Es por ello que hay que establecer mecanismos estables que conecten el ahorro con la inversión, para llegar a la etapa de envejecimiento de la población con una mejor dotación de capital por trabajador, favoreciendo el aumento de la productividad y por tanto del producto interno del país. “El desafío para la sociedad argentina consiste en “hacerse rica antes de hacerse vieja”, acumulando capital humano y físico que permita mantenerse en una senda de crecimiento sostenido. Sin embargo, existen importantes desafíos para lograr este objetivo” añadió Gragnolati.
Por su parte, Rafael Rofman, Especialista Lider en Proteccion Social del Banco Mundial destaca “El desempeño del sistema educativo, el sistema previsional, el mercado de trabajo, las finanzas públicas y las decisiones de priorización del gasto, así como el funcionamiento del sistema financiero para incentivar el ahorro y actuar como enlace entre éste y la inversión, son temas que deben ser analizados y debatidos con una perspectiva de largo plazo pensando en las generaciones futuras”.
Algo similar al gasto previsional, pero en menor magnitud, ocurriría con el gasto destinado al sector salud, el cual pasará del 6,3% del PIB a aproximadamente el 7% en 2050. En relación al sistema educativo, Argentina enfrentará una buena oportunidad para incrementar la inversión por estudiante utilizando el mismo nivel de recursos que destina actualmente (en términos del PIB), dado que se estaría reduciendo la proporción de niños y jóvenes en la sociedad.
La presión generada por la transición demográfica sobre las finanzas públicas y la economía en su conjunto plantea algunos desafíos asociados con la capacidad del país para generar una mayor riqueza que financie un creciente gasto social en el corto y mediano plazo. Ello se potencia al considerar que el tamaño de la fuerza de trabajo tenderá a decrecer hacia mediados de siglo. Si este proceso es acompañado por políticas que favorezcan una mayor formalidad del empleo y un envejecimiento activo el efecto de la transición sobre el mercado de trabajo será mitigado.
En el libro Los Años no Vienen Solos, sus autores Michele Gragnolati, Rafael Rofman, Ignacio Apella y Sara Troiano, junto a un equipo de expertos en la materia analizan los efectos que tendría el envejecimiento poblacional en el desarrollo económico y social de la Argentina, específicamente en el sistema de pensiones, sanitario, educativo, en el mercado de trabajo, en la política fiscal y en la productividad de la fuerza laboral.