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Discursos y transcripciones Noviembre 16, 2020

Palabras pronunciadas por David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial, en la reunión de la Junta Ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos

Excelencias, Secretario General y distinguidos colegas, quisiera agradecer a David Beasley y al Programa Mundial de Alimentos (PMA) por este importante debate.

En primer lugar, quiero reiterar mis felicitaciones al PMA y a David por el bien merecido Premio Nobel de la Paz. Su labor en la primera línea de acción es crucial para abordar la inseguridad alimentaria y respaldar los medios de subsistencia de las familias atrapadas en la pobreza en todo el mundo. El PMA es un asociado valioso del Grupo Banco Mundial (GBM) en todo el planeta, incluso en Afganistán, la región del Sahel, Somalia y Yemen.

La COVID-19 y los confinamientos económicos han representado un revés sin precedentes para los esfuerzos mundiales dirigidos a poner fin a la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida. En este primer año, la pandemia está sumiendo a 150 millones de personas en la pobreza extrema, poniendo fin a más de dos décadas de progreso ininterrumpido en la lucha contra la pobreza.

La pandemia se ha cobrado vidas y ha alterado los medios de subsistencia en cada rincón del planeta, cambiando nuestro mundo de un modo que jamás podríamos haber imaginado.

Los países más pobres y los habitantes más pobres de otros países son los más afectados, lo que aumenta la desigualdad. Es probable que la pandemia deje cicatrices profundas en la próxima generación, y que las mujeres, los niños y los grupos vulnerables sufran el peor impacto.

La COVID-19 ya ha alterado todos los aspectos de la actividad comercial y el comercio internacional y ha tenido el efecto de reducir el producto interno bruto, provocar una crisis de la deuda y desencadenar graves crisis alimentarias. La enfermedad, la inseguridad alimentaria, la pérdida de empleos y el cierre de las escuelas están erosionando el capital humano, con consecuencias en términos de pérdidas de ganancias que pueden perdurar durante toda la vida.

El resultado es una emergencia mundial inédita que exige a la comunidad internacional cooperar en todos los niveles.

Para comenzar, quiero referirme a los problemas que afectan al sistema alimentario mundial desde hace tiempo. El PMA y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) calculan que el número de personas afectadas por inseguridad alimentaria grave se duplicará a 265 millones de personas en 2020. Sabemos que la inseguridad alimentaria se acentúa en los países que atraviesan conflictos y sufren el impacto climático. Según las encuestas de hogares realizadas por el GBM, un gran número de personas se han quedado sin alimentos o han reducido el consumo de esos productos para adaptar sus gastos a las circunstancias, que cada vez son peores.

En el curso de este año, hemos participado en numerosos eventos de alto nivel con el objeto de instar a los países a mantener abierto el comercio y el flujo transfronterizo de alimentos, crear conciencia acerca del aumento de la inseguridad alimentaria y combatir la pérdida y el desperdicio de alimentos. Los sistemas alimentarios son una fuente importante de emisiones de gases de efecto invernadero, pérdida de biodiversidad y contaminación del agua y de la atmósfera.

En África oriental, millones de personas enfrentan una triple crisis —la pandemia, el colapso económico y la mayor invasión de langostas del desierto en décadas—, una clara prueba de la vulnerabilidad de las cosechas y de la urgencia de encaminar los sistemas de salud hacia una situación más saludable, más sostenible y de mayor prosperidad.

Estas crisis conjuntas son especialmente devastadoras en los países afectados por situaciones de fragilidad, conflicto y violencia (FCV), que están enfrentando su recesión más profunda en 50 años.  La coordinación del GBM con las misiones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas ha sido fundamental para brindar apoyo al desarrollo en los entornos más inseguros.  En la República Centroafricana, la República Democrática del Congo y Malí, dichas misiones han permitido al GBM proporcionar apoyo al desarrollo de forma rápida e inmediata tras la estabilización de las zonas inseguras, así como ampliar el respaldo a las zonas donde los riesgos a la seguridad aún son elevados.

Para resolver los problemas generados por las situaciones de FCV y los sistemas alimentarios, y muchas otras cuestiones, es necesaria la cooperación de la comunidad internacional. Es importante, en particular, establecer un esfuerzo bien coordinado a nivel nacional. Estamos tratando de crear asociaciones flexibles basadas en misiones e impulsadas por el respectivo país en desarrollo y procuramos aprovechar los mandatos comparativos, los conocimientos especializados y los recursos de nuestras organizaciones. No pretendemos estructurar esta labor de manera excesiva ni crear rigideces, sino actuar con rapidez y eficacia para responder a las necesidades de los países.

La cooperación sobre el terreno reviste especial importancia en las situaciones de FCV, donde los impactos de la COVID-19 y de otras crisis son más intensos, y donde ninguna organización, por sí sola, puede afrontar el desafío. El GBM está deseoso de seguir colaborando con otras instituciones a nivel de los países, y yo espero con interés las deliberaciones que hoy llevaremos a cabo para analizar la mejor forma de lograr ese propósito. 

La cooperación internacional es vital en todos los niveles y en todos los sectores. Quisiera dedicar unos minutos a la carga de la deuda, que ha aumentado marcadamente debido a la desaceleración económica. Recibimos con agrado la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda (DSSI) del Grupo de los Veinte (G-20). La iniciativa ha proporcionado el respiro fiscal que tanto necesitaban estos países. La extensión de este alivio hasta el 30 de junio, otorgada por el G-20, el apéndice del documento de condiciones, y la ratificación de un Marco Común son medidas positivas.

En la mayoría de los casos, sin embargo, estas iniciativas solo proporcionan alivio de la deuda en forma temporaria, dado que postergan los pagos pero no reducen la carga de la deuda definitiva. El mes pasado, durante las Reuniones Anuales del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Comité para el Desarrollo encomendó a ambas instituciones la tarea de proponer medidas para abordar las cargas de la deuda insostenibles de los países de ingreso bajo. Estamos trabajando en enfoques eficaces en materia de reducción de la deuda y resolución de la deuda. El aumento de la transparencia será fundamental para lograr un equilibrio entre los intereses de las personas y los intereses de las entidades que suscriban los contratos de deuda y de inversión.

La urgencia es clara. Debemos evitar que se repitan los prolongados procesos de reestructuración de la deuda que demoraron las recuperaciones en el pasado y crearon ciclos de deuda insostenible.  La cooperación internacional es crucial, entonces trabajemos juntos para evitar una década perdida para el desarrollo.

El GBM ha actuado con rapidez para utilizar toda su capacidad financiera. Avanzamos según lo previsto para cumplir nuestro compromiso de proporcionar la cifra récord de USD 160 000 millones en un período de 15 meses, incluso en forma de donaciones y financiamiento en condiciones concesionarias.  El 40 % de dicho monto se comprometió durante los primeros seis meses.

Establecimos un mecanismo de respuesta rápida a la pandemia, a través del cual se ha ofrecido asistencia para situaciones de emergencia a 112 países hasta la fecha. En la actualidad, la mayoría de estos proyectos se encuentran en etapas avanzadas de desembolsos destinados a la compra de insumos de salud relacionados con la COVID-19, como mascarillas y equipos para salas de emergencia. Utilizando este marco, ahora estamos poniendo a disposición de los países clientes financiamiento rápido por valor de hasta USD 12 000 millones para que ellos elijan, adquieran y distribuyan las vacunas contra la COVID-19. Ya estamos trabajando arduamente con los países para proporcionar asesoramiento técnico sobre adquisición de vacunas y su distribución eficaz.

En respuesta a la crisis internacional en materia de seguridad alimentaria, el GBM ha incrementado marcadamente las inversiones para fortalecerla en los países clientes, en particular en las situaciones de FCV. Los siguientes son algunos ejemplos importantes de esta respuesta:

  • En Afganistán, una donación de USD 100 millones para financiar el Proyecto de Agricultura y Suministro de Alimentos de Emergencia permitirá mejorar la seguridad alimentaria dado que tendrá el efecto de incrementar la producción local de alimentos, fortalecer las cadenas comerciales de suministro fundamentales y proporcionar empleo a corto plazo en zonas rurales, así como desarrollar activos productivos.
  • En la República Democrática del Congo, trabajaremos para que se exima de impuestos y gravámenes a los insumos agrícolas y los productos alimenticios con el objeto de reducir los precios internos de los alimentos, y respaldaremos los sistemas alimentarios asignando carácter esencial a los trabajadores del sector.
  • Y en Yemen, el Proyecto de Restauración y Mejora de la Producción Agrícola para Pequeños Terratenientes, que contribuye a incrementar las prácticas dirigidas a aumentar la productividad y mejorar la nutrición en las pequeñas explotaciones agrícolas, se está llevando a cabo en colaboración con organismos de las Naciones Unidas y es un buen ejemplo de colaboración en iniciativas que combinan acciones humanitarias y de desarrollo.
  • El financiamiento para respuestas tempranas en el marco del Mecanismo de Respuesta a las Crisis de la decimonovena reposición de los recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF-19) se creó a principios de este ejercicio con el objeto de asignar hasta USD 500 millones para respaldar respuestas tempranas dirigidas a desacelerar la evolución de las crisis, incluida la inseguridad alimentaria en los países de ingreso bajo. Varios países ya han solicitado apoyo a través de este financiamiento debido a que los impactos de la COVID-19 siguen afectando la seguridad alimentaria mundial.

Para concluir, los desafíos son abrumadores, pero soy optimista y creo que las soluciones son posibles y, por cierto, probables.  Me resulta alentador que algunos países —y organizaciones como el PMA— adopten medidas audaces y difundan sus experiencias y resultados para beneficiar a otros países. Es necesario adoptar más medidas para reforzar la cooperación entre las organizaciones. Sé que el GBM está trabajando arduamente para hacer todo lo que esté a su alcance para ayudar a responder a la crisis y para consolidar la recuperación.  Muchas gracias por su atención, y les deseo a todos buena salud, seguridad y éxito.

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