Adela Maldonado, de 42 años, corta papas y muslos de pollo en tiras tan delgadas como sus hábiles dedos mientras prepara un enorme guiso para cientos de niños en una escuela de un pequeño poblado a las afueras de Barranquilla, Colombia.
Mientras tanto, a unos 1.000 km de distancia, Lina María Castaño, de unos 30 años, manda un mensaje desde su BlackBerry a un alto funcionario colombiano.
Separadas físicamente por la abrupta geografía colombiana y por su formación profesional —una es cocinera, la otra directora de un programa del gobierno colombiano—, las dos mujeres comparten sin embargo su adhesión a una nueva generación de mujeres trabajadoras que ha logrado acortar la brecha de género en América Latina.
Más de 70 millones de mujeres se sumaron a la fuerza laboral en los últimos 20 años, de acuerdo a cifras del Banco Mundial.
Pero la iniciativa, el esfuerzo y la perseverancia que identifican a la mujer latina del S.XXI no se forjaron de la noche a la mañana.
De hecho, la coyuntura social y económica de la región durante los últimos 50 años ha tenido mucho que ver; progresivamente se han flexibilizado una serie de leyes en favor de la toma de decisiones legales por parte de la mujer, y ellas se han apropiado de derechos imprescindibles para alcanzar la posición -más justa aunque no del todo igualitaria- que ostentan en la actualidad.
Durante estos últimos 50 años en América Latina cayeron muchas de las barreras, tanto legales como sociales y económicas, que impedían la incorporación plena de la mujer a la vida pública. Se calcula que en este periodo se redujeron a la mitad las restricciones a los derechos de propiedad de la mujer, así como los obstáculos legales que impedían que se incorporaran íntegramente a la economía, según el reciente informe del Banco Mundial Mujer, Empresa y el Derecho 2014: Eliminando Restricciones para Aumentar la Igualdad de Género.
Con estos cambios en las leyes, más mujeres han podido acceder a la propiedad de empresas y, gracias a políticas que favorecieron la incorporación de la mujer al mercado laboral, se logró reducir una brecha de ingresos tradicionalmente muy desigual.
En los últimos dos años, varios países de la región han registrado avances en este terreno: en Bolivia y México se introdujo el pago durante la licencia por paternidad; en Colombia y Venezuela se extendió el tiempo de licencia por maternidad; en Jamaica se adhirió una cláusula contra la discriminación de género en la Constitución; y en Chile se introdujo la licencia por maternidad y paternidad.