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ARTÍCULO Noviembre 03, 2021

Para lograr una transición justa hacia la eliminación del carbón, las personas deben ocupar un lugar central

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Mark Agnor/Shutterstock.com


TITULARES

  • Si no se elimina gradualmente antes de 2040, el carbón empujará al mundo hacia una catástrofe generada por el cambio climático.
  • La experiencia ha demostrado que el abandono del carbón como fuente de energía puede llevar décadas y presentar desafíos no solo económicos y laborales, sino también sociales y culturales.
  • En el marco de la iniciativa Apoyo a la Transición Energética en las Regiones Carboníferas, se proporciona asesoramiento y financiamiento a los países que han tomado la decisión de abandonar el uso del carbón.

El carbón impulsó la revolución industrial, pero llenó el cielo de esmog. Actualmente, sigue siendo la fuente de energía predominante del mundo y una de las principales causas de las emisiones de gases de efecto invernadero que aumentan la temperatura del planeta. La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (i) ha advertido que, si no se elimina gradualmente antes de 2040 (i), el carbón empujará al mundo hacia una catástrofe generada por el cambio climático.

Por estas y otras razones, diversos países, como Indonesia y Ucrania, están dejando atrás el carbón. Sin embargo, en 2021, el uso de este tipo de combustible se está recuperando fuertemente (i) tras la disminución registrada durante la pandemia de COVID-19. Muchos países en desarrollo enfrentan graves déficits de energía que ponen en peligro su recuperación económica y afectan desproporcionadamente a los pobres. Estos factores y los desafíos asociados con el cierre de los activos carboníferos y la reactivación de las comunidades que dependen del carbón siguen desacelerando la transición hacia fuentes de energía limpia (i).

La experiencia de Europa y Estados Unidos ha demostrado que el abandono del carbón como fuente de energía puede llevar décadas y presentar desafíos no solo económicos y laborales, sino también sociales y culturales. Sin embargo, los países pueden prepararse ahora para dejar atrás el carbón de una manera que proteja a las personas, las comunidades y el medio ambiente.

Se trata de comunidades, empleos, habilidades y mejores condiciones de vida

“La transición hacia fuentes de energía distintas del carbón en el sector eléctrico es el paso más importante para limitar el calentamiento global”, afirmó Mari Pangestu, directora gerente de Políticas de Desarrollo y Alianzas del Banco Mundial, durante un debate que tuvo lugar recientemente en el marco de las Reuniones Anuales de dicho organismo.

“Estamos resueltos a ayudar a los países a acelerar la transición energética, pero al mismo tiempo también nos centramos en un aspecto importante, que es la gente: ¿cómo protegemos a los trabajadores, sus familias, sus comunidades y el medio ambiente?”, agregó. “Es fundamental que apoyemos a los trabajadores y las comunidades para que generen nuevas oportunidades económicas y accedan a ellas en la transición a fuentes de energía limpia. Se trata de empleos, habilidades y, obviamente, mejores condiciones de vida”.

Según Sharan Burrow, secretaria general de la Confederación Sindical Internacional, muchos Gobiernos y empresas han dialogado con los trabajadores para analizar la transición y han negociado un plan que incluye, entre otras cosas, una fecha para dejar atrás el carbón y los compromisos de los empleadores y los Gobiernos para llevar a cabo una transición justa.

“¿En qué consiste una transición justa? En realidad, significa que se debe tener la confianza de saber que hay empleos, empleos y más empleos, porque si las personas descubren que las abandonarán, que las dejarán abandonadas como bienes abandonados, o, de hecho, que serán parte de comunidades abandonadas, la confianza simplemente desaparecerá”, afirmó Burrow.

A través de su Plan de Acción sobre el Cambio Climático, el Banco Mundial está trabajando con países productores de carbón de todos los tamaños para ayudar a los Gobiernos nacionales, regionales y locales a elaborar hojas de ruta claras para eliminar gradualmente el carbón, proteger a los trabajadores, sus familias, sus comunidades y el medio ambiente, y, al mismo tiempo, respaldar inversiones en eficiencia energética y en energía renovable y con bajas emisiones de carbono.

Eliminación gradual del carbón: una hoja de ruta

Para lograr una transición justa para todos es necesario aplicar un enfoque que involucre a toda la sociedad y en el que se tenga en cuenta a una amplia gama de partes interesadas, entre ellas los Gobiernos, el sector privado, las comunidades, los círculos académicos y la sociedad civil.

De acuerdo con Per Olsson Fridh, ministro de Cooperación Internacional para el Desarrollo de Suecia, el primer paso crítico es el diálogo social para establecer los procesos incorporando a todos. “Necesitamos abordar esta transición aplicando de manera integral un enfoque que involucre a todo el Gobierno. Al reunir a los actores y las partes para determinar dónde están las oportunidades, esta transición puede ser para todos, y esto es lo que necesitamos”.

La interacción temprana con las comunidades es una parte vital para comprender los posibles impactos sociales en los distintos grupos de personas, generar confianza y garantizar que puedan impulsar su proceso de desarrollo y transición. Los más afectados ayudan a crear los planes, las políticas y las reformas que fortalecerán las instituciones y movilizarán las inversiones necesarias para subsanar la tierra, apoyar a las personas en sus empleos y su vida luego de la transición, y construir un nuevo futuro económico.

En el marco de la iniciativa mundial del Banco —Apoyo a la Transición Energética en las Regiones Carboníferas— se brinda asesoramiento y financiamiento a los países que han tomado la decisión de abandonar el uso del carbón. Entre otras cosas, la iniciativa ayuda a los Gobiernos a diseñar paquetes integrales de protección social para los trabajadores que podrían ser despedidos, elaborar programas de reconversión y transición laboral, crear planes integrales de reparación ambiental para permitir la reconversión de tierras anteriormente destinadas a la minería y activos carboníferos, y presentar posibles vías para la transición económica. Asimismo, ayuda a los países a cumplir sus contribuciones determinadas a nivel nacional como parte del Acuerdo de París.

En Grecia, el Banco ayudó a elaborar una hoja de ruta en 2019 y 2020 para eliminar gradualmente el carbón en Macedonia Occidental, donde el desempleo es el más alto del país, sobre todo entre los jóvenes, y la pérdida de empleos relacionados con el carbón podría someter a la región a mayores presiones. En la hoja de ruta se especifican las medidas que deben adoptarse a nivel gubernamental, social y ambiental, lo que incluye las funciones de diversos niveles de gobierno para preparar a las personas y las comunidades para la transición, así como restaurar terrenos minados y reconvertir tierras y bienes.


El abandono del carbón como fuente de energía puede ser una oportunidad para empoderar a las comunidades, adoptar nuevas tecnologías, redefinir el desarrollo económico local y generar nuevas oportunidades y empleos. Polonia se ha propuesto reducir el carbón del 70 % al 11 % de la combinación energética para 2040, aumentando al mismo tiempo las tecnologías renovables y con bajos niveles de carbono; se ha convertido en un productor de baterías de iones de litio de primera línea en Europa y ha ampliado significativamente su producción de autobuses eléctricos, creando nuevos empleos en el proceso. Además, comparte su experiencia participando en un intercambio de conocimientos (i) entre sus regiones carboníferas y las de Ucrania.

Si bien el cierre de las minas de carbón no es fácil para los trabajadores ni para las comunidades, estos actores pueden reconstruir mejor si se los invita a participar como asociados en la transición. “Para lograr una transición justa, será necesaria la solidaridad internacional: debemos ayudar a los países a realizar el cambio”, señaló Meryame Kitir, ministra de Cooperación para el Desarrollo de Bélgica. “Sin solidaridad, esta transición vital corre el riesgo de convertirse en una historia de ganadores y perdedores, cuando tenemos la oportunidad de escribir una historia en la que todos ganen”.


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