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Los desastres, ya sean naturales o provocados por el hombre, causan la pérdida de vidas y dañan los medios de subsistencia. El gasto inmediato necesario para la respuesta y la reconstrucción se ve agravado por el debilitamiento de la economía, el daño a la infraestructura, la destrucción de empresas, la reducción de los ingresos tributarios y el aumento de los niveles de pobreza.

  • Según los últimos datos de la aseguradora Munich Re, las pérdidas estimadas provisionales producto de catástrofes naturales en 2022 llegaron a USD 270 000 millones (PDF, en inglés) a nivel mundial, y el huracán Ian fue el que contribuyó en mayor medida a dichas pérdidas. El promedio de los últimos cinco años (2017-2021, pérdidas ajustadas según la inflación) fue de USD 270 000 millones.
  • De todas las muertes causadas por peligros relacionados con fenómenos atmosféricos, el clima y el agua, el 91 % se produjo en economías en desarrollo, según la clasificación de los países establecida por las Naciones Unidas, que abarca desde 1970 hasta 2019. La proporción es similar a la que se registra en la clasificación de los países del Banco Mundial, donde el 82 % de las muertes ocurrieron en países de ingreso bajo y mediano bajo.
  • Desde 1980, a nivel mundial, los desastres ocasionados por peligros naturales han causado la muerte de más de 2,5 millones de personas y pérdidas, después de ajustarlas según la inflación, cercanas a USD 6 billones. El total de daños aumentó en cerca de un 350 % (i), de USD 52 000 millones anuales en la década de 1980 a USD 207 000 millones anuales en el último decenio y a USD 232 000 millones en los tres primeros años de la década de 2020.
  • En el informe de 2016 Shock Waves (Olas de conmociones) (i) del Banco Mundial, financiado por el Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR) (i) se indica que casi el 75 % de las pérdidas se atribuyen a fenómenos meteorológicos extremos. Cuando el cambio climático amenaza con empujar a otros 100 millones de personas a la pobreza extrema para 2030, en el informe de 2017 del GFDRR titulado Unbreakable (Irrompible) (i) se señala que los desastres naturales han causado impactos cuantiosos y perdurables en la pobreza.

Cuanto más pobre es una comunidad, más vulnerable es a los peligros naturales y al cambio climático. Los desastres no afectan a todos por igual. Los niños, las mujeres y las niñas, los ancianos, las personas con discapacidad, los pueblos indígenas y otras comunidades marginadas —especialmente en los países de ingreso bajo— suelen verse afectados de manera desproporcionada por las catástrofes.

  • Los datos (i) sugieren que las mujeres mueren debido a los desastres en mayor proporción que los hombres en los países donde las mujeres tienen una condición socioeconómica más baja. Mientras tanto, las personas con discapacidad a menudo se pasan por alto (i) en la planificación de la recuperación de desastres porque no se identifican en las encuestas de hogares desde el principio. El GFDRR ha financiado recientemente notas de orientación sobre buenas prácticas de la inclusión de la discapacidad (i) en la gestión del riesgo de desastres, así como sobre los puntos de entrada para la inclusión social y de género (i) en los esfuerzos de resiliencia ante los desastres y el clima.
  • Los desastres y los conflictos se refuerzan mutuamente. Los países asociados con fragilidad, conflicto y violencia —denominados países afectados por FCV— a menudo enfrentan mayores riesgos de desastres debido a que la capacidad del Gobierno se debilita; y, por otra parte, los riesgos de desastres pueden exacerbar las tensiones preexistentes, lo que aumenta el riesgo de violencia. A esta vulnerabilidad se suman los efectos del cambio climático.
  • Muchas de estas personas vulnerables viven en los 75 países clientes de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el fondo del Banco Mundial para los países más pobres.
  • Los costos de los desastres son particularmente difíciles de soportar para los países de ingreso bajo y mediano bajo que tienden a depender de soluciones ad hoc, como préstamos de emergencia o el desvío de otros recursos financieros limitados. La falta de mecanismos de resiliencia financiera frente a los desastres suele retrasar la recuperación económica y prolonga las dificultades para los Gobiernos, los hogares, las empresas y las comunidades vulnerables.

Los países han logrado grandes avances en la gestión de riesgos de desastres, pasando de responder únicamente a posteriori a centrarse más en la prevención y la preparación para las conmociones, lo que permite reducir la pérdida de vidas y mitigar algunos impactos económicos. En una evaluación reciente (i) del Grupo de Evaluación Independiente (IEG) se confirmó que tanto el Banco Mundial como el GFDRR han desempeñado un papel importante en lograr que esto suceda, como lo ilustran algunos ejemplos recientes de países.

  • Después de los devastadores terremotos de febrero de 2023 ocurridos en Türkiye y Siria, la estimación rápida mundial de los daños luego de un desastre (i) posibilitó un estudio preliminar de los daños físicos directos y, de este modo, se pudieron fundamentar las medidas adecuadas, oportunas y eficaces para adoptar, y permitió priorizar los recursos en los lugares y sectores donde más se necesitan.
  • El Gobierno de Sierra Leona ha tomado la iniciativa en materia de evaluaciones de riesgos múltiples (i) que proporcionan un panorama detallado de los peligros de desastres en las ciudades de Freetown, Makeni y Bo. En estas evaluaciones se considera una serie de opciones en el área de la gestión del riesgo de desastres que pueden salvar vidas y reducir las pérdidas económicas causadas por las inundaciones y otros peligros.
  • En Filipinas, casi 1000 funcionarios locales de las 17 regiones del país han recibido capacitación y asistencia técnica en materia de conocimientos y habilidades (i), y esto ayudará a asegurar que sus respectivas comunidades estén preparadas para responder  a los desastres y recuperarse de ellos con mayor rapidez y eficacia. El programa se centró en los gobernadores, los alcaldes, los funcionarios encargados de la gestión del riesgo de desastres, los planificadores y los funcionarios de presupuesto.
  • Tras la invasión rusa, el Gobierno de Ucrania ha realizado una evaluación rápida de daños y necesidades (ERDN) (i) que se convirtió el primer estudio integral de los impactos de la guerra en 20 sectores. También se establecieron las necesidades de financiamiento para una recuperación y reconstrucción resilientes, inclusivas y sostenibles.

Si bien se han producido avances considerables, la mejora de la preparación ante los desastres al mismo tiempo que una mejor prevención de ellos y la adaptación al cambio climático siguen siendo retos fundamentales para lograr el desarrollo sostenible. El Grupo Banco Mundial continuará respaldando los esfuerzos de los países para priorizar la adaptación y la resiliencia. Junto con sus asociados, buscará soluciones innovadoras y específicas para proteger a los más pobres, facilitar un desarrollo resiliente y acelerar la recuperación.

  • El Grupo Banco Mundial brindó apoyo a 98 países en el ejercicio de 2022 (i) para que dieran prioridad a la reducción del riesgo de desastres, y proporcionó USD 31 700 millones en financiamiento climático. Entre 2018 y 2020, el financiamiento climático del Banco representó el 50 % del total (PDF, en inglés) procedente de los bancos multilaterales de desarrollo (BMD). Sin embargo, el mundo todavía se encuentra bastante lejos de la cifra estimada de entre USD 140 000 millones y USD 300 000 millones que los países en desarrollo pueden necesitar en 2030 para adoptar medidas de adaptación.
  • Si en la planificación del desarrollo se integra la gestión de riesgos de desastres, la actual tendencia al aumento de los impactos de las catástrofes naturales se puede revertir. Además, cuando después de los desastres los países se reconstruyen de manera más sólida, rápida e inclusiva (i), se reducen las consecuencias en los medios de subsistencia y el bienestar de las personas en hasta un 31 %, y posiblemente también las pérdidas medias mundiales. Por ejemplo, el informe de 2021 Frontline (Primera línea) financiado por el GFDRR contiene recomendaciones sobre cómo preparar mejor los sistemas sanitarios para responder a las crisis, que abarcan desde los aumentos estacionales de la demanda hasta las pandemias, el cambio climático y los desastres.
  • La transición hacia un mundo posterior a la COVID-19 y la labor de la institución en materia de cambio climático proporcionan una oportunidad única para pensar colectivamente sobre cómo reconstruir sociedades mejor equipadas que puedan gestionar múltiples riesgos, de manera verde, resiliente e inclusiva, en que todas las partes interesadas tengan voz, tanto a la hora de definir el problema como de determinar las soluciones.

Última actualización: Mar 27,2023

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