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ARTÍCULOSeptiembre 04, 2025

Invertir en Nutrición: clave para un Guatemala más productivo

En comunidades rurales e indígenas de Guatemala, el proyecto Crecer Sano busca reducir la desnutrición. Invertir en una buena alimentación desde la primera infancia no solo transforma la vida del niño, también impulsa el futuro del país.
Desde que la mujer está embarazada, iniciamos el control para que su bebé tenga un peso y talla adecuados al nacer. Si detectamos bajo peso, orientamos a la madre sobre cómo debe ser su alimentación en casa.
Fatimetou Mint Mohamed
Sara Pacajoj
Auxiliar de enfermería en el puesto de salud de Semejá II
Pesan a una bebe guatemalteca en uno de los puestos de salud del proyecto Crecer Sano en el departamento de Quiche Guatemala

Pesan a una bebé guatemalteca en uno de los puestos de salud del proyecto Crecer Sano en el departamento de Quiché, Guatemala.

Fotografía: Gerson Elizondo para Banco Mundial

El poder de los primeros días

En los departamentos de Alta Verapaz, Chiquimula, Huehuetenango, Quiché, San Marcos, Sololá y Totonicapán, todos con altos niveles de pobreza, personal de salud, comadronas, trabajadores sociales, educadores y nutricionistas trabajan cada día con un enfoque en los primeros días de vida, desde la concepción hasta los dos años, que son determinantes para el desarrollo infantil. Allí cobra relevancia el Proyecto Crecer Sano, una iniciativa del Gobierno de Guatemala, con apoyo del Banco Mundial, que busca mejorar los indicadores de nutrición infantil en el país.

“Iniciamos con la alimentación del niño desde el día uno de vida- con lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses. Es de suma importancia y es el único alimento que el niño necesita en ese periodo”, comenta Yoselin Mendoza, nutricionista en el Puesto de Salud de Potrero Viejo III, en Quiché, que tiene clara la importancia de una buena nutrición desde edades tempranas.

Además, añade que “la lactancia materna está siempre disponible, no tiene costo. Aporta vitaminas, minerales y es lo mejor para el niño”. Y anota que “afortunadamente, en las comunidades que atendemos “me atrevería a decir que la mayoría de las madres brindan lactancia materna. Tenemos madres primerizas, y otras con varios niños y han podido dar leche materna sin dificultad”, explica.

Señales de cambio: más lactancia exclusiva

Los cambios ya se sienten en las comunidades. Una encuesta realizada en 2024 reveló que el 70 % de los niños en los siete departamentos del programa recibieron lactancia materna exclusiva durante sus primeros seis meses, superando la meta del 65 % y marcando un avance claro frente al 59.4 % registrado en 2022.

“Nos enseñan a dar leche materna, y como dicen las enfermeras, si no les damos leche - entonces - no crecen sanos, y se vuelven débiles”, comenta Laura Guarcas, madre de la comunidad de Semejá II.

Uno de los pilares del proyecto es el monitoreo del peso y la talla. “monitoreamos el crecimiento de los niños menores de 2 años de manera mensual”, explica Yoselin Mendoza. “Nos enfocamos en los primeros 2 años de vida… si este niño alcanza su desarrollo máximo, su crecimiento será mucho más adecuado… y le afectarán menos las enfermedades respiratorias y diarreicas que frenan su desarrollo e impactan directamente su nutrición.”

Sara Pacajoj, auxiliar de enfermería, añade “desde que la mujer está embarazada, iniciamos el control para que su bebé tenga un peso y talla adecuados al nacer. Si detectamos bajo peso, orientamos a la madre sobre cómo debe ser su alimentación en casa.”

Este monitoreo permite intervenciones tempranas, especialmente en zonas donde los recursos son limitados y el acceso a atención médica es escaso. Verónica Orozco, Coordinadora del Distrito Municipal de Salud de Zacualpa añade que “la desnutrición crónica afecta el desarrollo psicomotor y el sistema nervioso… lo que lleva a problemas de aprendizaje, a la deserción escolar, limitando sus oportunidades en la vida adulta.”

Dominga Velasquez Mejia, madre de la comunidad de Potrero Viejo III, recibe una sesion de orientacion sobre nutricion para el

Dominga Velásquez Mejía, madre de la comunidad de Potrero Viejo III, recibe una sesión de orientación sobre nutrición para ella y sus hijos con la asistencia de una trabajadora social, que ejerce de traductora.

Fotografía: Gerson Elizondo para Banco Mundial

Infancia nutrida, país con futuro

Como parte de uno de sus subcomponentes, el proyecto incorpora una estrategia de comunicación educativa y de participación comunitaria orientadas a transformar prácticas en los hogares y mejorar la salud infantil.

Entre las acciones de participación comunitaria, destaca la iniciativa comadronas promotoras de la lactancia materna, que refuerza el rol de actores locales en la promoción de prácticas clave desde los primeros días de vida. Ambas estrategias impulsan cambios sostenibles en alimentación, higiene y cuidado infantil, mediante un acompañamiento cercano y culturalmente pertinente a las familias, a través de consejerías personalizadas, visitas domiciliarias y otras actividades comunitarias participativas.

En la actualidad, más de 2,000 trabajadores del primer nivel de atención han sido capacitados en los siete departamentos de intervención para orientar a las familias en prácticas adecuadas de alimentación, higiene y estimulación temprana.

Lo anterior es crucial, ya que como comenta Sara Pacajoj, Auxiliar de Enfermería en Semejá II, -aún en las comunidades se detectan madres que dan golosinas y gaseosas como primer alimento, y se les explica por qué no deben alimentar a los niños de este modo.  Algo que confirma Laura Guarcas, quien confía que “nos dan charlas de cómo alimentar… nos dicen que, si está bien alimentado, va a tener mejor rendimiento escolar”.

Invertir en una buena alimentación desde la primera infancia no solo transforma la vida del niño, también impulsa el futuro del país. Un buen inicio significa más posibilidades de aprender, de permanecer en la escuela y de acceder, más adelante, a un empleo digno. Como dijo Yoselin Mendoza: “será un adulto que contribuirá con el desarrollo y la productividad del país.”

De allí la importancia de actuar a tiempo: combatir la desnutrición crónica es apostar por un mejor desarrollo económico de Guatemala. El reto es grande, pero el trabajo ya empezó.

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