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OPINIONES Diciembre 19, 2017

Gestión integral del riesgo agropecuario es clave para enfrentar la pobreza rural

Hace solo unos meses una Escuela Agrícola en San Ignacio en el Departamento de Misiones reportaba la pérdida de unos 1.500 kilos de tomates y unas 50.000 plantas de cebolla morada. Las intensas lluvias de junio y la falta de sol afectaron además a decenas de otros rubros de autoconsumo de pequeños productores en esa localidad.

Cada vez más las lluvias intensas, las sequias prolongadas, los precios fluctuantes del mercado, las plagas, las enfermedades y los problemas de sanidad animal afectan considerablemente a la producción rural y evidencian la importancia de adoptar una estrategia integral de gestión de riesgos.

Las ocurrencias de amenazas de gran magnitud generan efectos devastadores no solamente a nivel de los productores, en particular los pequeños, sino que afectan a todos los actores de la cadena productiva. Al ocurrir menos transacciones, también ocurre una reducción en la recaudación de impuestos y, por consiguiente, se reducen inversiones en sectores clave para el desarrollo.

Una adecuada gestión de esos riesgos es indispensable para la reducción de la pobreza rural que en Paraguay está íntimamente ligada a la vulnerabilidad frente a los riesgos agropecuarios. La agricultura familiar campesina representa el 91% del total de fincas y en términos de producción, ésta es responsable de más del 90% de la producción de fuentes de alimentos. Los productores de la pequeña agricultura familiar y sus familias quienes están en mayor riesgo de continuar o caer en la pobreza, son los más afectados por la falta de una gestión de riesgos.

En este contexto, el acceso a financiamiento es clave para ellos. Los agricultores precisan de acceso a financiamiento para invertir y aumentar su productividad y valor agregado. Pero muchas veces el financiamiento no es sostenible: las condonaciones de deuda pasada y los niveles de morosidad muestran que el financiamiento agrícola tiene que mejorar para ser sostenible.

De acuerdo al Crédito Agrícola de Habilitación, la morosidad del sector es debida en gran parte a una falta de cultura de pago pero también es interesante observar que hay una importante parte de la morosidad causada por el precio y el clima que representan respectivamente 30% y 5%.

Es importante gestionar los riesgos con una visión integral que incluya: la identificación y evaluación de los riesgos del tipo de clima, de producción, de mercado, y contexto; la adopción de medidas de prevención, y la formulación y adopción de una estrategia de protección financiera de riesgo donde se incluyan varios tipos de instrumentos.

Manejar mejor esos riesgos agropecuarios puede ayudar a reducir la morosidad del sector de agricultura familiar. Si bien Paraguay tiene una agenda de reformas de política pública e institucionales en el área de inclusión financiera, en el corto plazo también existen oportunidades para ayudar al sector a manejar mejor los riesgos agropecuarios.

De hecho, existen instrumentos financieros (fondos de emergencia, créditos contingentes, y seguros) que tienen el potencial de mitigar los riesgos vinculados al clima y a los mercados: y así poder aislar la morosidad por causas de mala gestión a través de reformas institucionales. Por ejemplo, entidades de microfinanzas que prestan al sector agropecuario en varios países de África y Asia obtienen una cobertura contra diferentes riesgos para luego transferirle a sus clientes un paquete de créditos contingentes y descuentos en los repagos en caso de desastre natural para evitar la morosidad y ayudarlos a recapitalizarse. A través de una gestión integral del riesgo, Paraguay puede blindar los créditos al sector de riesgos climáticos y de precios para ciertos cultivos y regiones.

La discusión que se está dando sobre este tema entre varios actores a nivel local es importante, y Paraguay debe aprovechar este momento para fortalecer y construir políticas y programas de gestión de riesgo, y mejorar los procesos de coordinación interinstitucional entre las partes involucradas en el proceso. Esto permitiría un aumento en la eficiencia y eficacia de dichos esfuerzos, y el aprovechamiento de todos los instrumentos disponibles para minimizar riesgos y reducir la morosidad del sector.

Los problemas que tuvo que enfrentar la Escuela Agrícola de San Ignacio con pérdidas que afectaron a muchas familias es una situación que no es aislada y corre el riesgo de repetirse y multiplicarse. Por ello, mitigar los riesgos agropecuarios tendrá un efecto positivo y directo sobre la reducción de la pobreza rural, un desafío clave y urgente para el desarrollo social y el crecimiento económico del país.
 

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