ARTÍCULO

Líderes mundiales analizan progreso de los países más pobres

Mayo 09, 2011


TITULARES
  • Cuarta Conferencia de la ONU sobre los Países Menos Adelantados se celebrará esta semana en Estambul, Turquía.
  • Dos tercios de las naciones en desarrollo están en condiciones de alcanzar los ODM; para los demás, continúan los desafíos.
  • A pesar de los inconvenientes provocados por los conflictos, Nepal, Islas Salomón y Rwanda han avanzado en educación primaria y en la reducción de la mortalidad materna.

9 de mayo de 2011 – Bahadur Magar tuvo que pedir prestado dinero una vez para tener un plato de comida. Luego, con un capital inicial y la capacitación de un programa respaldado por el Banco Mundial, comenzó un negocio de hortalizas, ganando suficientes ingresos para alimentar a su familia todo el año y enviar a sus ocho hijos a la escuela.

“En vez de cobrar su dinero, el hombre que me prestaba viene a comprar hortalizas”, dice el agricultor de un remoto distrito del oriente de Nepal.
Historias como la de Magar fueron más comunes en los últimos 10 años, a medida que millones de personas emergían de la pobreza.

Pero mientras los jefes de Estado y los representantes de los países miembros de las Naciones Unidas (ONU) se reúnen esta semana en Estambul con ocasión de la Cuarta Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Países Menos Adelantados (PMA), millones de personas más carecen de suficientes alimentos nutritivos y acceso adecuado a atención de salud, agua salubre o retretes.

La conferencia, a la que asistirán gobiernos, organizaciones internacionales, organizaciones de la sociedad civil, instituciones académicas y el sector privado, evaluará los resultados para el desarrollo en la última década e identificará desafíos y oportunidades para ayudar a los países de ingreso bajo a superar los restantes obstáculos en los próximos 10 años.

Pese a la crisis, países están más cerca de alcanzar las metas

Varias naciones de ingreso bajo están más cerca de alcanzar los objetivos de desarrollo pese a las tensiones presupuestarias derivadas de consecutivas crisis financieras, de los alimentos y los combustibles. La ampliación de la agricultura, junto con otros programas y estrategias eficaces, podría acelerar el avance en las metas de desarrollo humano y ayudar a que más países se vuelvan económicamente autosostenibles, dice Ngozi Okonjo-Iweala, directora gerente del Banco Mundial.

“Es muy importante consolidar los logros hasta la fecha de los PMA y reconocer que los países pobres han hecho su parte para contribuir a la economía mundial”, agrega. “Claramente estas naciones enfrentan todavía grandes riesgos derivados del aumento y la inestabilidad de los precios de los alimentos, el cambio climático y los conflictos. Aunque estas incertidumbres parecen muy amenazantes, de la crisis nace la oportunidad de lograr una nueva década de crecimiento”.

Dos tercios de los países en desarrollo ya están en condiciones –o casi– de alcanzar objetivos de desarrollo del milenio (ODM) como la matriculación igualitaria de varones y niñas en la escuela o la reducción de la mortalidad infantil.

“Muchos que van a la zaga pueden alcanzar aún varios ODM para 2015 —o poco tiempo después— si sus políticas mejoran y aceleran su crecimiento”, afirmó en su blog Delfin Go, economista principal del Grupo de Análisis de las Perspectivas de Desarrollo del Banco Mundial y autor principal del informe sobre seguimiento mundial 2011 dado a conocer el 15 de abril.

Los donantes prometieron casi US$50.000 millones en diciembre pasado a la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el fondo del Banco Mundial para los países más pobres que reúne la asistencia de múltiples donantes. La AIF representa una forma importante de apoyo para los presupuestos gubernamentales, la medicina, la seguridad alimentaria y otras necesidades de las naciones de ingreso bajo como Nepal, las Islas Salomón y Rwanda.

Estos tres países –en Asia meridional, Asia oriental y África– estaban frenados por los conflictos o las guerras civiles; ninguno parece poder alcanzar actualmente el ODM de rebajar a la mitad la pobreza para 2015. Y en cada uno de ellos los desafíos son similares aunque diferentes.

Nepal: Desarrollo impulsado por la comunidad

Nepal, un país sin litoral con 28 millones de habitantes, tiene uno de los ingresos per cápita más bajos del mundo. Los disturbios políticos de 1996 a 2006 obstaculizaron en gran medida el crecimiento. El bajo desarrollo económico, la falta de tierras y la pobreza son males generalizados, en especial en las zonas rurales donde viven muchos grupos sociales marginados. La nación además es vulnerable a la inseguridad alimentaria, al cambio climático y a los desastres naturales como los terremotos.

Sin embargo, la esperanza de vida, la salud materna, la mortalidad infantil y de niños menores de 5 años y los niveles de pobreza han mejorado considerablemente desde 1970. En 2010, Nepal ganó el MDG Millennium Award (Premio ODM del Milenio) por disminuir la mortalidad materna. Este país ha alcanzado el objetivo de acceso a agua potable y está en condiciones de lograr las metas sobre paridad de género en la educación primaria y secundaria y reducción de la mortalidad de niños menores de 5 años.

Una explicación del progreso del país es que el aparato del sector público continúa funcionando en medio de los disturbios, dice Susan Goldmark, directora a cargo de las operaciones del Banco Mundial en Nepal.

Los programas de desarrollo impulsado por la comunidad (CDD, por sus siglas en inglés) que incorporan la voz y la toma de decisiones de los ciudadanos y son ayudados frecuentemente por el trabajo de las organizaciones no gubernamentales, prestaron servicios con éxito en comunidades remotas.

Alrededor del 60% del financiamiento del Banco está destinado a programas de CDD como el Fondo para el Alivio de la Pobreza (PAF, por sus siglas en inglés), que supone que “los pobres mismos están en mejores condiciones para gestionar sus propias necesidades y recursos”, dice Goldmark.

El PAF ha respaldado, hasta el momento, a más de 400.000 hogares en todo Nepal, ayudando a las comunidades a mejorar la infraestructura y a los individuos a aumentar sus ingresos mediante la compra de ganado, el cultivo de hortalizas y otras actividades. Los ingresos aumentaron un 15% y más de 15.000 familias obtuvieron acceso a los caminos por primera vez. Mediante el programa, 32.000 hogares tienen en la actualidad acceso a suministro de agua, puentes y saneamiento.

Islas Salomón: El desafío de los ODM

En las Islas Salomón, “los problemas de las comunicaciones, del transporte y de la gobernabilidad son enormes”, dice Edith Bowles, gerenta a cargo de las operaciones del Banco Mundial en ese país. “Además, las distancias hasta los mercados y una estrecha base económica significan que es muy vulnerable a las conmociones económicas”.

El país se está recuperando todavía de un período de conflictos civiles ocurridos entre 1998 y 2003, como también de los efectos de la crisis financiera.

El grupo de alrededor de 1.000 islas tiene asimismo una de las densidades de población más bajas del mundo, lo que hace que los servicios sean caros y difíciles de prestar. Por ejemplo, solo el 16% de los hogares tiene acceso a electricidad.

Aunque está en condiciones de lograr la paridad de género en la educación primaria para 2015, es indispensable un mayor crecimiento económico para alcanzar los otros objetivos, señala Bowles. El crecimiento se redujo al 1% en 2009, después de la crisis financiera, pero se ha recuperado en 2010 y 2011, aunque el futuro económico es incierto con la inminente disminución de la explotación maderera, la actividad económica más importante de los últimos 20 años, agrega.

El Banco está trabajando con otros donantes para respaldar el desarrollo rural, la energía y las telecomunicaciones. También apoya un proyecto de empleo de respuesta rápida para dar puestos de trabajo a jóvenes y mujeres. Hasta marzo, este había otorgado empleo a unas 2.800 personas (cada una por un promedio de 14 días).

Rwanda: Recuperación y crecimiento

La recuperación de Rwanda después del genocidio de 1994 y la guerra civil es digna de destacar, dice Omowunmi Ladipo, gerente del Banco Mundial a cargo de las operaciones en Rwanda. Es en la actualidad una de las naciones más estables de África, con planes de transformación para pasar de la economía agrícola de subsistencia a una basada en el conocimiento para 2020.

Las reformas que tuvieron por objeto cambiar la percepción que se tenía del país en el exterior como un lugar riesgoso para desarrollar actividades comerciales le valieron a Rwanda el título de máximo reformador en el informe Doing Business 2010. El país logró la paridad de género en el acceso a la educación primaria y está en condiciones de alcanzar los ODM de educación universal, acceso a saneamiento, igualdad de género y de VIH/SIDA.

En el período posterior a la guerra civil, lo que ayudó en la recuperación de Rwanda fueron las grandes asignaciones presupuestarias a sectores sociales, incluido un mayor financiamiento para las escuelas primarias y la rehabilitación de los centros de salud, junto con nuevas reformas legales para promover la igualdad de género, dice Birgit Hansl, economista superior del Banco.

“La voluntad de avanzar con soluciones innovadoras, como se hizo con la salud y la educación, contribuyó a la realización de cambios drásticos en los principales indicadores sociales”, agrega.

Pero aún quedan desafíos. La encuesta más reciente (2006) mostró que alrededor del 57% de la población vive aún por debajo de la línea de la pobreza. Un 37% de los ruandeses no puede costear las necesidades mínimas de alimentos, se estima que un 52% de los hogares presenta inseguridad alimentaria o es vulnerable a ella y las tasas de mortalidad materna e infantil están todavía entre las más altas de África.

“El Gobierno tiene clara conciencia de que un crecimiento firme, liderado por las inversiones del sector privado, es clave para mejorar las condiciones de vida”, señala Ladipo.

Con ese fin, el Grupo del Banco Mundial está respaldando 11 proyectos con compromisos netos por US$237 millones, destinados a la agricultura, la energía, el sector privado y la gestión de las finanzas públicas. Otros fines incluyen la reforma de los servicios básicos para ayudar a garantizar que los ruandeses más vulnerables se beneficien también del crecimiento y se reduzca la mortalidad materna e infantil.


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