ARTÍCULO

Cerrar brechas en nutrición, género y oportunidades

Abril 13, 2012


TITULARES
  • Invertir en redes de protección social es más barato que luchar contra los efectos de la desnutrición.
  • “Bolsa Familia” de Brasil, una red de protección social, ha sido clave en la reducción de la desigualdad.
  • Redes de protección social, acceso a servicios, empleo y financiamiento son los temas principales de las Reuniones de Primavera del Banco Mundial.

Reuniones de Primavera del Banco Mundial destacan el poder de las redes de protección social para “cerrar brechas”

13 de abril de 2012— Muchos etíopes temieron lo peor cuando la sequía se extendió por el Cuerno de África el año pasado. Sin embargo, Etiopía escapó al hambre, gracias a una red de protección social productiva, que protege a 7,6 millones de personas en las zonas de mayor inseguridad alimentaria.

“Hubo una gran conmoción y no fue fácil de manejar, pero gracias al programa no se convirtió en una verdadera crisis en Etiopía. Las personas pudieron salir adelante con el apoyo del programa”, dice Wolter Soer, coordinador de un proyecto del Banco Mundial que respalda esta red.

Frente a las crisis cada vez más frecuentes de los últimos años, el 80% de los países en desarrollo planea crear redes de protección social similares o fortalecer las ya existentes, de acuerdo con evaluaciones del Banco Mundial.

Este creciente interés en las redes de protección social se refleja en los temas de las próximas Reuniones de Primavera del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Varios eventos entre el 16 y el 20 de abril se centran en los esfuerzos por “cerrar las brechas” de acceso a los alimentos, atención de salud, género, educación, financiamiento y empleo. Una nueva Estrategia de protección social y empleo se pondrá en marcha el 18 de abril y el Comité para el Desarrollo del Banco Mundial y el FMI analizará el 21 de abril un documento más específico titulado “La labor de las redes de protección social: Durante épocas de crisis y de prosperidad”.

Labor de las redes de protección social

Las redes de protección social adoptan diferentes formas, abarcando programas integrales como “Bolsa Familia” de Brasil que ayuda a las familias pobres con pagos en efectivo, o el programa de dinero por trabajo de Liberia que proporciona acceso a empleos en obras públicas, o los comedores escolares o estipendios académicos destinados a enfrentar brechas temporales en materia de nutrición  o igualdad de género.

El documento “La labor de las redes de protección social: Durante épocas de crisis y de prosperidad” señala que los programas como el de Etiopía y el de comedores escolares de Nicaragua ayudaron a salvar vidas, proporcionaron a las familias un ingreso básico, y mantuvieron a los niños sanos y en la escuela durante las crisis alimentaria, energética y financiera. En aquellos lugares, donde no hubo tales iniciativas, se registraron mayores tasas de desnutrición y algunos sectores de la población se vieron obligados a vender bienes, reducir la ingesta de alimentos y la atención médica, y sacar a sus hijos de la escuela.

Además, señala que estas redes son también una buena inversión durante los tiempos favorables. “Hay muchas personas pobres que, incluso en los buenos tiempos, se enfrentan a privaciones o calamidades domésticas como la pérdida de un empleo o una enfermedad del jefe de la familia, más que los afectados por las grandes crisis que atraen los titulares y generan atención política adicional”, dice Margaret Grosh, una de las autoras del mencionado documento. Para atender a estas personas, las redes de protección social deben ser programas continuos.

Los Gobiernos de los países en desarrollo suelen gastar entre el 1% y el 2% del producto interno bruto (PIB), y a veces menos. En cambio, la desnutrición infantil, donde es un problema importante, puede costar entre el 2% y el 3% del PIB por año durante toda la vida de los niños a medida que crecen con menor capacidad de aprender y, en última instancia, de ganarse la vida.

Desde 2008, decenas de naciones han creado nuevas redes de protección social o las han mejorado. En la última década, más de 40 países han seguido los pasos de Brasil y México, utilizando programas de transferencias de efectivo condicionadas para alentar a los padres pobres a enviar a sus hijos a la escuela y llevarlos a controles médicos.

Los pagos se otorgan a menudo a las mujeres de las familias, en base a la evidencia  de que ellas utilizan los ingresos en el cuidado de los niños más que los hombres.

El dinero extra ayuda a los hogares a comprar lo esencial. Las familias suelen gastarlo en más y mejores alimentos, útiles escolares, facturas de servicios públicos, cuentas médicas y similares. A veces, también permite aumentar el acceso al microfinanciamiento, semillas, fertilizantes y otros insumos agrícolas, y estimular la actividad empresarial, señala Grosh.

Desigualdad disminuye en Brasil

Algunas de las 13 millones de familias del programa “Bolsa Familia” de Brasil, por ejemplo, pueden acceder ahora a microcréditos y capacitación laboral para poder empezar a “ganarse su propio sustento”, dice Anna Fruttero, economista del Banco. El esfuerzo es “todavía experimental”, agrega.

“Bolsa Familia” cuesta aproximadamente el 0,5% del PIB y llega al 25% de la población. Se considera una pieza clave de la estrategia para crear un “Brasil sin miseria”, donde todos tengan acceso a salud, educación, vivienda, agua y saneamiento. “Los programas de transferencia de ingresos, a pesar de su importancia, son solo un elemento de la estrategia”, señala Fruttero. Si bien han demostrado ser un importante mecanismo para reducir la pobreza no son suficientes para erradicarla completamente, afirma.

Sin embargo, los investigadores de este país en rápido crecimiento dicen que “Bolsa Familia” y otros programas relacionados han contribuido a disminuir la desigualdad de ingresos en cerca de 25%.

“Brasil es un país extremadamente dispar, pero la desigualdad ha estado disminuyendo a un ritmo constante durante la última década. Los ingresos de los pobres han crecido más rápido que los ingresos de los ricos”, dice Jaime Saavedra, director del Departamento de Reducción de la Pobreza y Equidad del Banco Mundial y agrega que América Latina es la única región del mundo donde la desigualdad está descendiendo en la mayoría de los países, aunque sigue siendo muy alta y es un desafío clave en materia de desarrollo en la región.

Saavedra dice que las brechas en los ingresos en la región se relacionan con “una desigualdad de oportunidades”, la cual es medida por el Banco a través del Índice de Oportunidad Humana. La falta de igualdad empieza en el nacimiento y los niños tienen niveles de acceso a salud y educación de calidad muy diferentes, dependiendo del lugar donde nacen o quiénes son sus padres, explica. Los programas de transferencias de efectivo condicionadas son maneras de reducir la desigualdad de oportunidades y tienen el potencial de disminuir aún más las diferencias existentes, dice.

Abordar la brecha de género

Los pagos en efectivo también se han utilizado para abordar la falta de igualdad en la educación. Los programas de estipendios permitieron enviar 850.000 niñas a la escuela en Bangladesh en el año escolar 2008-09, y 400.000 en la región del Punyab, en Pakistán. La  proporción neta entre niñas y niños matriculados en la enseñanza primaria en este último país aumentó en las zonas rurales de 61% a 76%. Del mismo modo, las becas del programa de transferencias de efectivo “Oportunidades” de México fueron otorgadas en mayor medida a las niñas que a los niños en un intento por cerrar la brecha de género que existe en esa nación.

Aunque los programas se centran en los pobres en general, dice Grosh, “el aumento en las tasas de matrícula suele ser más grande donde la brecha era mayor al empezar, y se ha tratado a menudo de niñas, otras veces de minorías étnicas o poblaciones de las zonas más alejadas”.


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