Pocos minutos después de que el sol comienza a calentar los picos nevados de la cordillera de los Andes, en la ciudad de Malargüe, en Mendoza, arranca una jornada laboral atípica no sólo para la comunidad sino para todo el país. Sucede que allí se está llevando a cabo la primera obra de restitución ambiental de la minería del uranio en Argentina.
“La remediación se realiza con materiales naturales como la arcilla, la arena, la grava y la roca. Gracias a ellos, se logra encapsular las colas de mineral de uranio, que quedaron acumulados luego de que se cerró en 1986 el Complejo Fabril Malargüe, donde se procesó uranio para la fabricación de elementos combustibles para reactores o centrales nucleares”, explica Juan Guillermo Díaz, el jefe de ingeniería en Malargüe del Proyecto de Restitución Ambiental de la Minería del Uranio (PRAMU), que está a cargo de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
En total, 710.000 toneladas de restos de suelos con minerales de uranio, que poseen muy baja radioactividad, resultarán encapsulados en un área de 12 hectáreas, que está situada en un predio de 42 hectáreas donde se prevé construir un parque temático.
“Un 15% del encapsulado ya está listo y se calcula que toda la obra estará terminada en el 2015”, afirma Díaz. Una vez concluido, el procedimiento evitará la dispersión del material al suelo, aire y agua, minimizando el contacto con el ambiente y la comunidad, donde habitan 28.000 personas.
“El proyecto busca reducir potenciales riesgos para la salud de la población que podrían resultar al entrar en contacto de forma prolongada con los residuos, sobre todo teniendo en cuenta que el sitio está en la periferia de la ciudad ”, cuenta Catalina Marulanda, Gerente del Proyecto por el Banco Mundial. Además, se fortalece a la CNEA en el manejo del cierre de este tipo de minas, de acuerdo a prácticas internacionales.
“En el país, hay otros siete sitios donde quedan pasivos ambientales y también dentro del proyecto, se estudiarán diferentes opciones de remediación junto a la CNEA y de acuerdo a buenas prácticas ambientales y sociales”, señala Marcelo Acerbi, Especialista Ambiental del Banco.