La desigualdad ha sido una marca distintiva en América Latina y el Caribe en toda su historia. La brecha entre ricos y pobres ha alimentado años de inestabilidad política y social en una región caracterizada por enromes reservas de recursos naturales y gran potencial de mano de obra.
Pero desde hace más de una década esa brecha ha comenzado a reducirse, respaldada por una bonanza económica sin precedentes que ha impulsado la salida de decenas de miles de familias de la pobreza.
Un estudio del Banco Mundial analiza algunas de las causas concretas que han provocado la disminución de la desigualdad, traducida en una caída del índice Gini –coeficiente de ingreso per cápita por hogares- desde un promedio de 0.530 a finales de los noventa a 0.497 en el 2010. De los 17 países en los que existen datos comparables, 13 registraron una caída, frente a un incremento del Gini en otras partes del mundo.
El informe se enfoca en lo que ha sucedido en tres países de ingresos medios de la región como una muestra representativa: México, con una menor expansión económica pero una mejor actuación en los mercados internacionales gracias al Tratado de Libre Comercio de Norteamérica; Argentina, que registró impresionantes tasas de crecimiento durante el periodo de análisis y que entre los 70 y los 90 ostentó la mayor tasa de desigualdad en la región; y Brasil, que tuvo un importante avance económico que se ha traducido en bienestar social bajo gobiernos de centroizquierda.
Según el estudio, durante la primera década del 2000 en los tres países aumentó el ingreso, se experimentó un incremento en el promedio de años de escolarización, y se redujo la desigualdad entre los ingresos laborales y no laborales, es decir, las rentas provenientes de transferencias de efectivo o intereses, entre otros.